Italia registraba ayer un total de 25.969 fallecidos con coronavirus, 420 más en 24 horas -la cifra más baja desde el 17 de marzo- y los nuevos casos de contagio volvieron a superar la barrera de los 3.000, hasta los 3.021. Con ellos, desde que se detectó el primer caso autóctono de Covid-19, el país contabiliza ya 192.994 contagios totales, incluyendo a los fallecidos, los curados y los enfermos actuales.

Estos siguen descendiendo esta semana y eran ayer 106.527, 321 menos que el jueves, mientras que los curados desde el inicio de la crisis alcanzan la cifra de 60.498 (2.922 en 24 horas), y siguen reduciéndose los hospitalizados (803 menos en 24 horas) y las personas en cuidados intensivos (94 menos).

Protección Civil indicó que 82.286 personas, es decir, el 77% del total de enfermos actuales, se encuentran en sus casas sin síntomas o con síntomas leves.

La región más afectada es Lombardía, que tiene actualmente 34.368 pacientes , y le siguen Emilia-Romaña, Piamonte, Véneto, Toscana, Liguria y Las Marcas.

Según un estudio publicado ayer por el Instituto Superior de Salud (ISS), el 44,1 por ciento de los contagios registrados en el país se han producido en las residencias de ancianos, mientras que el 24,7 por ciento han tenido lugar en los hogares, el 10,8 por ciento en los hospitales y el 4,2 por ciento en los lugares de trabajo. Los datos se basan en una muestra de 4.500 casos registrados entre el 1 y el 23 de abril.

Así las cosas, el presidente del ISS, Silvio Brusaferro, recalcó que aunque el número de contagios se está reduciendo sigue siendo necesaria la "prudencia", habida cuenta de que la situación no es igual en todo el país. "El hecho de tener datos positivos no quiere decir bajar la guardia", insistió.

Brusaferro se mostró partidario de "ir paso a paso", puesto que los contagios pueden dispararse de nuevo y reconoció que la vida "no será como antes hasta que no haya terapias, pero sobre todo una vacuna" contra el Covid-19.

Reapertura gradual

Mientras tanto, el Gobierno italiano estudia iniciar la reapertura gradual del país desde el 4 de mayo y uno de los puntos en estudio es cómo gestionar el transporte público, para evitar aglomeraciones de gente y que esos espacios se conviertan en focos de contagio.

En Roma se comenzó ayer la experimentación de las medidas de seguridad en el metro y la red de autobuses. Durante estas pruebas algunos funcionarios controlaron los accesos para evitar aglomeraciones, y en el suelo de los andenes se dibujaron puntos azules para marcar la distancia mínima entre pasajeros.

Con respecto a la movilidad en las ciudades, la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, ha sugerido esta semana que se favorezca el transporte en bicicleta, también la eléctrica, para que la gente no opte por el vehículo privado en lugar del autobús y el metro y la ciudad quede invadida por el transporte privado.

En el mismo sentido, el alcalde de Milán, Giuseppe Sala, también ha planteado la necesidad de que los accesos a los transportes públicos dispongan de un sistema que cuente el número de personas para no sobrepasar un aforo determinado que permita garantizar el metro y medio de distancia entre las personas.