En la Puerta del Sol de Madrid sólo deambulan una patrulla de policía y un par de viandantes, pero Carlos García mantiene su quiosco abierto a pesar de "no estar vendiendo ni pipas", y continuará así "mientras haya prensa escrita" porque quiere "seguir dando un servicio esencial".

Los otros cuatro quioscos de la plaza permanecen con las verjas bajadas con el edificio de la Real Casa de Correos de fondo, que mantiene las banderas a media asta por el luto declarado por los fallecidos con coronavirus.

Carlos es el único quiosquero que sigue al pie del cañón. Recuerda un pasado nada lejano en el que la zona del kilómetro cero de Madrid (donde una placa en el suelo señala el origen de las carreteras radiales) estaba atestada de vida, donde los turistas paseaban y se hacía fotos ante la estatua del oso y el madroño (símbolo de la capital) pero, por ahora, eso es un recuerdo.

"Esto no es nada, está vacío, está muerto", apunta Carlos, quien regenta este quiosco desde hace más de treinta años y reconoce que éste es el periodo más duro al que se ha enfrentado: "Todos los comercios están cerrados, aquí apenas vive gente. Compran cuatro personas que son adictos al papel".

El quiosco de Carlos está repleto de prensa, siguen los chicles y las botellas de agua, además de múltiples imágenes con el toro de España o flamencas para los turistas, pero hace cuarenta días que no vende ninguno de estos recuerdos.

"No estamos abiertos por el beneficio, sino para dar servicio. Mientras haya género, que llega con total normalidad, aquí estaremos. Hasta para eso tenemos mala suerte", añade entre risas.

Cada día llega al centro de Madrid desde Villalba para seguir con su negocio que reconoce que le está costando "más dinero que beneficio" pero quiere dar servicio porque "no puede dejar a sus clientes habituales sin su periódico".

"No se vende ni el 80% del resto de días, pero algo hay que hacer", comenta con resignación.

Carlos augura, además, un mal futuro: "Estaremos así mucho tiempo porque esta zona es muy turística, no hay tanto cliente fiel, y el bajón económico va a ser grande".

En Madrid hay un total de 503 quioscos, según datos del 2018 del Ayuntamiento. Al pasear por el distrito centro -donde hay 45- la mayoría de ellos muestran sus esqueletos como fantasmas de lo que fueron.

Otra de las que resisten en estos tiempos es Lola, quien regenta desde hace 18 años un quiosco en Antón Martín, junto a la estatua de 'El Abrazo' de Genovés.

"Lola, tú es que no pierdes la sonrisa", asegura María, una vecina que sigue bajando a comprar el periódico y unas cuantas revistas para "entretenerse en estos tiempos" y dice que, cada mañana, ve cómo Lola abre el quiosco a primera hora mientras canta.

Ha decidido seguir abriendo el quiosco, aunque asegura que las ventas han caído más de un 75 %. Eso sí, ha reducido el horario de apertura y un bote de gel desinfectante custodia los periódicos para "darse un poquito" en cada entrega.

"Antes la gente venía a comprar el periódico y se tiraba hablando conmigo veinte minutos pero eso ya no pasa, vienen a por el papel y luego se van. Eso sí, más de uno te da las gracias infinitas por seguir abiertos", cuenta Lola que, como otros quiosqueros, trata de mantener vivo su negocio pese a las dificultades.