Los coruñeses han asumido las nuevas medidas de desconfinamiento del Gobierno con el mismo espíritu con el que se idearon: como un alivio a cincuenta días de encierro. En la primera sesión de la vuelta al asfalto, la fiebre del deporte invadió a la ciudadanía. La impaciencia, y la inexistencia de limitaciones quilométricas en la práctica del running y de las caminatas, animaron a que miles de personas se echasen al paseo marítimo, especialmente al tramo comprendido entre las Esclavas y la Torre de Hércules. En el mar, la bajamar tempranera de las seis de la madrugada actuó como imán para los aficionados al surf que disfrutaron del baño y de olas flojitas para quitarse el gusanillo. Los mayores, menos ruidosos y multitudinarios y ataviados con sus mascarillas, se decantaron por los paseos cortos cerca de sus domicilios que, en muchos casos, no habían abandonado desde que se declaró el estado de alarma.

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A Coruña mostró ayer tres caras de una misma ciudad. A primera y última hora del día (06.00-10.00 y de 20.00 a 23.00) se transformó en una urbe bulliciosa y acelerada tomada por deportistas y paseantes de más de 14 años sin niños. A media mañana (10.00 a 12.00 y media tarde 19.00-20.00) las calles se pausaron para ser paseadas, sin atropellos ni ruidos, por las personas mayores de 70 años. Las horas centrales de la jornada (de 12.00 a 19.00) se reservaron a los niños que siguen saliendo en grupos máximos de tres y con un adulto acompañante.

Un paseo atestado

A primera hora de la mañana el paseo marítimo se mostró a ratos atestado. La ausencia de limitaciones de distancia desde el domicilio para la práctica deportiva actuó como un fuelle para que gran parte de los coruñeses ocupasen esta fachada. Sobre las 09.15 se hacía difícil en las áreas peatonales de las playas mantener la distancia de seguridad decretada por el Gobierno de dos metros, y eso que el concello habilitó carriles de tráfico rodado para ser utilizados por ciclistas, corredores, patinadores y paseantes. La convivencia de los deportistas con las personas que salieron a pasear, algunas de dos en dos, resultaron dificultosas por momentos aunque, a juicio de los deportistas, los comportamientos resultaron buenos en todo caso. "Los runners se apartaban y los de las bicis también, aunque a mi juicio iban muy rápido, algo nada recomendable", apuntaba uno de los corredores. La ausencia de mascarillas entre los deportistas fue otra de las tónicas dominantes.

Mascarillas en deportistas

El presidente de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEGM) en Galicia, Carlos Bastida, explicó ayer mismo que se recomienda incrementar la distancia interpersonal al hacer ejercicio hasta los cuatro metros dado que la respiración fuerte aumenta las posibilidades de contagio. Este especialista aboga por que el uso de las mascarillas sea obligatorio en estas salidas.

En el mar, como explica Beatriz Bautista, la práctica del surf depende mucho de las mareas. La de ayer fue favorable para este deporte, ya que "la bajamar le va bien al Orzán", no así a Bastiagueiro, que es, "más de tarde". Las decenas de surfistas en la ensenada se tuvieron que desquitar con olitas bajas, atractivas para las tablas más grandes y "flotonas" como apunta Bautista, y algo menos para las de fibra de menor tamaño.

Los mayores, ejemplares

Cuando llegó el turno de las personas mayores, el bullicio se silenció. Tímidamente fueron ocupando algunas de las calles más paseables, como la peatonal Calle de Barcelona, la Ciudad Vieja, los Cantones y la Marina, Jardines de Méndez Núñez y la Ciudad Vieja. En el turno de mañana se mantuvieron las distancias de seguridad (la afluencia lo permitió). Y se extremaron las protecciones. Con mascarilla, pantalla y guantes, muchos de los mayores pisaban la acera por primera vez en cincuenta días de confinamiento en sus domicilios. Algunos los abandonaron con alegría y "esponjosidad", como el caso de Marisita, una vecina de San Andrés que, con los pasitos de ayer, avanza con la idea de retomar sus habituales tardes de paseo y conversación en las mesas del Casino de la Calle Real. O simplemente para desoxidar huesos y músculos porque, como dicen los Docampo Bello, "caminar por casa no es lo mismo".

Los niños menores de 14 años, después de una semana con paseos diarios, ya los tienen instaurados sus rutinas del estado de alarma. No obstante, la buena temperatura y el descanso laboral de muchas familias en la jornada del sábado, animó a los pequeños a salir a zonas verdes de la ciudad y a pisar los arenales para seguir con la diversión en estos días de confinamiento más light.

Muchas dudas

Fuentes municipales explican que se produjo "un poco más de aglomeración" entre las 08.00 y las 09.00 en el paseo marítimo, "sobre todo en la parte del Orzán y Matadero", algo que califican de puntual ya que muchas personas no se dieron cuenta e que había un carril cortado que se podía utilizar. "La transición de horas fue bastante bien a las 12.00 cuando podían salir los niños, sacando algún despistado [de los que podían salir entre las 10.00 y 12.00] que se retrasó".

El concello habilitó un dispositivo especial en el paseo marítimo, la zona más concurrida, para supervisar las salidas. "Se respetaron bastante las distancias y a partir de ahí [de esa primera hora] el día transcurrió con total normalidad", indican las mismas fuentes.

La propia alcaldesa, Inés Rey, recorrió por la mañana parte de este paseo junto con el jefe de seguridad ciudadana, Carlos García Touriñán. Desde el concello informaron de que los coruñeses han cursado muchas dudas sobre esta fase de desconfinamiento en las últimas horas. El ayuntamiento trató de explicar a cada uno de ellos la normativa vigente, "aunque a las administraciones locales nos sería de gran ayuda que se aclararan por parte del Gobierno central estas dudas tan frecuentes entre la población", indicó la alcaldesa.