Una decena de municipios de las comarcas coruñesa y betanceira tienen menos de 5.000 habitantes y sus vecinos por lo tanto pueden circular libremente. Sin embargo, mientras el paseo marítimo coruñés estaba atestado a media mañana, en núcleos como Aranga (1.849 empadronados) no había un alma. El cruce de A Castellana a Teixeiro, siempre animado con sus bares, tiene todos sus locales cerrados, solo la farmacia y la ferretería reciben clientes.

"La gente no sale de sus casas porque aún hay muchísimo miedo. Podemos salir, pero solo andamos en los quince o veinte metros alrededor de la casa, nada más lejos. Y luego, para ir a comprar a Teixeiro y nada más. Tenemos a los vecinos de ahí abajo y podemos ir libremente por todo, pero los llamamos por teléfono para hablar con ellos, ni bajamos", cuenta una joven de A Castellana (Aranga) que ayer estaba echando un vistazo junto a su madre a las patatas de cedo y a las que plantaron hace unos días.

No quieren fotos, aún están pasando el drama de haber enterrado al padre de la joven hace quince días. "Plantamos las patatas y al día siguiente murió, con 69 años, una persona que era un pedazo de pan tan grande, cómo trataba a mi madre. Y no pudimos ni verlo", contaba su hija.

"Yo ya estoy con el miedo de que esto ya no pase nunca. Lo que no me creo es que sea culpa de los murciélagos, siempre les echan la culpa a ellos, yo creo que está hecho a posta, sobrábamos mucha gente y como no hay guerras...", afirmaba la madre de esta vecina.

Mientras en Aranga no había ni las típicas señoras de chaleco amarillo paseando al borde de la carretera, en el casco urbano de Teixeiro ayer había muchos vecinos pero solo también haciendo recados en las tiendas. Eso sí, entrar en este núcleo es como acceder a una discoteca, te recibe Abba a todo volumen en la Radio Galega que sale de los altavoces de la que hace años fue la famosa Casa Miraz. "Fue cosa de mi hermano, para espantar el meigallo", afirma Ángel Miraz.

Con música de Abba

"Tengo puesta la música desde el primer día para alegrar un poco, sino esto es una penuria. Mira, aquí tenemos 94 años, 96 años, allí enfrente, 90, allí 90, 96 el de al lado... somos todos viejos y apáticos. Y yo ya soy muy depresivo", explica Héctor Miraz, quien recuerda los viejos tiempos en los que este núcleo urbano estaba lleno de vecinos y de actividad y la calle principal, Doctor Martínez Parga, era "como la calle Real de A Coruña, y ahora es la calle San Andrés".

"Va a ser muy duro levantar todo esto de nuevo. A ver si no nos quitan las pagas por lo menos", teme Héctor. A pesar de que puede salir libremente a andar y pasear a cualquier hora por todas partes porque el municipio de Curtis tiene menos de 5.000 habitantes (según la última estadística son 3.983 residentes), este vecino confiesa que no lo hace.

"Yo soy diabético y tendría que andar todos los días pero solo me moví un día en casa. No apetece", señala. Este mismo comportamiento tiene otra vecina mayor de Teixeiro, Fina Martínez, nonagenaria. "Nos estamos acostumbrando a estar en casa. Yo salgo alguna vez justo a enfrente a la frutería pero nada más. Salí dos veces en todo este tiempo, y ahora que se puede, tampoco voy a salir. De momento, estoy en pausa. Detrás de casa tengo una huerta larga, da a la otra calle, y ando por allí", señala Fina.

Las fruterías, a tope

Esta vecina del casco urbano de Teixeiro afirma que tiene "confianza" en que esta situación de crisis sanitaria por la pandemia del coronavirus se termine pronto "porque sino se hunde el mundo". Está encantada con la música atronadora de los altavoces de la familia Miraz. "La tiene puesta mañana y tarde. Y menos mal porque sino esta calle parecería una funeraria", señala Fina Martínez. Las fruterías, como Olga y la que está en plena plaza de España, estaban ayer a tope, con largas colas de vecinos con sus guantes y mascarillas y respetando la distancia de seguridad.

La tienda de productos agrícolas (una planta de tomate do país, 0,25 céntimos) y la panadería Gómez con sus Rocas de Teixeiro también trabajaban sin parar, al igual que Mahía, la librería, papelería, tienda de fotocopias y de todo un poco (con su pack de mascarillas bien visible en el escaparate) Sin embargo, en la plaza frente a la Casa Consistorial nadie se paraba a charlar, no había niños jugando.

En Culleredo la Policía Local precintó ayer el puente de O Burgo, que comunica con O Temple (Cambre), por el "importante número" de personas que transitaban desde este al paseo marítimo cullerdense. El cuerpo denunció a una docena de personas procedentes "de otro municipio".