Hoy se celebra el Día Internacional de Star Wars. Como lo leen. El origen de este día es tan absurdo como su propia existencia. La cosa se remonta a 2009 cuando el periódico británico London Evening News publicó una nota que en su día escribió el Partido Conservador del Reino Unido para felicitar a Margaret Thatcher por su toma de posesión como primera ministra. Nos estamos remontando al 4 de mayo de 1979. Por lo visto, en aquella misiva, los conservadores británicos concluían el texto diciendo May the 4th Be With You, Maggie. Congratulations, es decir, "que el cuatro de mayo esté contigo, Maggie, felicidades".

La cuestión es que si uno leía la frase original en inglés la cosa se parecía bastante a la famosa frase de la saga May the Force by with you, es decir, "que la Fuerza te acompañe". Pues ya está, ya había una excusa perfecta para celebrar el día de Star Wars el cuatro de mayo. Es verdad que habría tenido mucho más sentido celebrarlo el día 25 del mismo mes, fecha en la que se estrenó la película original, La guerra de la galaxias. Pero no, resulta que esa fecha ya estaba pillada para la celebración del, no menos importante, Día del orgullo friki. Que existe. Por diversidad que no sea.

De todos modos, que la ocurrencia de celebrar el día de Star Wars sea una sandez de reminiscencias inconcebibles (¿quién podría haber dicho nunca que la dama de hierro podría haber tenido algo que ver, siquiera remotamente, con Star Wars?) no quita que la franquicia ideada por George Lucas no merezca semejante reconocimiento. Vaya por delante que siendo fan de Star Wars, soy el primero en admitir que la película de Lucas no es ninguna obra maestra, ni ella, ni ninguna de las diez películas que la cosa generó después.

Dicho esto, cada vez que se estrena una película de Star Wars y la maquinaria publicitaria de Disney pone toda la carne en el asador, yo no puedo evitar preguntarme hacia quién va dirigido todo eso. Es decir, es evidente que los viejos fans de la saga original nos vamos a seguir tragando basura mientras venga acompañada del logotipo de Star Wars. Pero la cuestión es, ¿está generando estas nuevas películas nuevos fans?

Es obvio que en Disney cuentan con que los padres nos vamos a aplicar a fondo a la hora de adoctrinar a nuestros hijos, y no se equivoca. Mi hijo Guillermo a los cuatro años ya tenía un muñeco que se llamaba John Williams y siempre ha dicho que se quedaba con Han Solo y tiene además tres peluches básicos, R2-D2, C3-PO y BB-8. Por su parte, mi hija Lucía de nueve años ya se ha visto las tres películas originales dos veces y tatarea ella sola la fanfarria de apertura de La guerra de as galaxias que da gusto. Sin embargo, no les he puesto a ninguno de los dos ni las precuelas ni las secuelas. Mi intención es que asimilen bien las tres originales porque es ahí donde está toda la chicha de la cuestión. Como decía un amigo mío profesor de filosofía, "en los clásicos está la clave de todo". Y lo mismo se puede decir del cine en general, y ya no digamos si hablamos de La guerra de las galaxias antes de que pasase a llamarse Star Wars. Episodio IV. Una nueva esperanza.

Es verdad, lo admito, a mí eso de los episodios nunca terminó de convencerme. Cuando uno era un niño y veía La guerra de las galaxias todo iba bien. No había mención a episodio alguno, no había de qué preocuparse. Sin embargo, con la llegada de la secuela la cosa cambió y de pronto, El imperio contraataca venía precedida por un Episodio V. ¿Cómo? ¿Qué? ¿Qué me he perdido? ¿Qué tomé anoche? ¿En qué día estamos?

Pues sí, por lo visto al señor Lucas se le ocurrió de la noche a la mañana montar una nanología. Tenía ciertos apuntes de por dónde tirar, pero no había nada prediseñado, lo digo para que nadie piense que las tres últimas películas de la franquicia tienen algo que ver con lo que Lucas sopesó en su día. Es más, tengo entendido que se fustiga todos los días de dos a tres horas en honor a las últimas tres películas.

Lo interesante de todo esto es que la leyenda, el mito y la saga surgieron, según parece, de una decisión de última hora. Cuando Darth Vader le dice a Luke Skywalker que es su padre, en el guion había otro diálogo. No estaba previsto que el villano fuera el padre de nadie. Dicen que como la voz de Vader se incluía después del rodaje, a Lucas se le ocurrió durante el doblaje que en ese momento culminante el villano le dijera al héroe que él era su padre. ¡Menudo final para una película! Había que atar un montón de cabos después, pero bueno, que una estúpida lógica dramática no estropease un cliffhanger de escándalo. "Yo soy tu padre". Cuarenta años después de esa frase la seguimos celebrando. Enumérenme con los dedos de una mano frases de cine que hayan conseguido algo parecido. Ahí está el mérito de todo esto. Aunque ninguna sea una obra maestra