El azar quiso que a Elena Fidalgo, una vecina de la zona de Cuatro Caminos, se le rompiese la montura de las gafas justo el día en el que el comercio local abría sus puertas a los clientes después de cincuenta días. Si le hubiese ocurrido la semana pasada, como dice ella, "habría estado sin ver nada". Y es que las ópticas, a diferencia de las farmacias, han permanecido con el cartel de cerrado desde que se inició el estado de alarma. Ayer tampoco se animaron todas a abrir la reja. No es el caso del local del Cantón Grande, donde la atención individual, por momentos, provocó colas en el exterior. Allí acudió Elena Fidalgo:_"Se me torcieron las gafas y tuve que comprar otra montura nueva porque la otra estaba estropeada. Fue esta mañana que vi que las gafas estaban estropeadas, pasé por aquí, vi que estaba abierta y entré", lo hizo durante su paseo matinal.