La acumulación de horas de trabajo está haciendo mella en el personal sanitario, que afronta posibles rebrotes de coronaviruspor estas semanas de esfuerzo en primera línea, explica a Efe Josep París, enfermero y especialista en enfermería geriátrica y gerontológica.

París, coautor del libro 'Cuídate. Quince vivencias personales de cuidadores' (Plataforma Editorial), lanza consejos a los ciudadanos para apoyar al personal sanitario, como contactar habitualmente con ellos -sobre todo si están aislados de sus familiares- y formar parte del "aplauso sanitario", un "gran reconocimiento que demuestra que la sociedad está a su lado".

Josep París ha sido gerente del Colegio Oficial de Enfermería de Barcelona, director de la Residencia Asistida y Centro de Día Santa Rosa y supervisor y enfermero en el Hospital de Mollet del Valle?s (Barcelona) y actualmente es director de desarrollo corporativo en Serveis Funeraris de Barcelona-Me?mora. "Hay relatos de médicos y enfermeras que rompen a llorar cuando salen del trabajo por la tensión que viven; y llorar es bueno, es uno de los mecanismos que tenemos para descargarnos emocionalmente", apunta el sanitario, que remarca la importancia de recordar que "no son superhombres ni supermujeres".

En España hay decenas de miles de sanitarios infectados y en Cataluña, el equivalente a un 14,8 % del total de casos positivos confirmados por test PCR en la región, y más de 5.000 trabajadores geriátricos están en aislamiento, según datos del Departamento de Salud de la Generalitat.

Estas cifras ascienden a 43.325 profesionales médicos contagiados en todo el territorio español, lo que supone un 19,8 % del total de casos confirmados, de acuerdo con el balance de este lunes del Ministerio de Sanidad.

Ante estos datos, los más elevados del mundo y tan solo comparables con la región italiana de Lombardía, según un informe del Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC) publicado el 23 de abril, los profesionales de la salud tienen que extremar las medidas higiénicas y de protección.

París defiende que, además de los aplausos de cada noche, otra muestra de solidaridad es sumarse a iniciativas como la confección de mascarillas, aunque hay otras "mil maneras" de ayudar.

El autor recuerda una que le conmovió: "Leí hace unos días que una enfermera se tenía que desplazar cada día 100 kilómetros y pedía si alguien le podía ofrecer alojamiento cerca de su trabajo, y hubo un aluvión de ofertas".

Más allá del apoyo de la gente, esencial durante la actual crisis sanitaria, París insiste en que el personal sanitario ha de practicar el "autocuidado" porque "ellos son los primeros interesados en preservar su salud".

Así, recomienda buscar ayuda psicológica externa para sobrellevar la emergencia, "aislarse" de las noticias sobre coronavirus y seguir estrictamente hábitos saludables relacionados con una buena alimentación y el descanso adecuado.

En el caso de cuidadores de familiares enfermos, que desempeñan una tarea "muy invisible, dura y poco reconocida", París señala la necesidad de encontrar momentos de "desconexión" y servirse del apoyo de conocidos y profesionales de la salud: "siempre hay un teléfono al que llamar para pedir un consejo", señala.

"Estos días se está valorando un poco más a los cuidadores", a juicio del enfermero, que remarca que "todos tenemos conocidos que, fuera de esta situación, estaban cuidando a un familiar y no lo sabíamos".

Según París, esta falta de atención es propia de una sociedad que "vive de espaldas a la muerte y al envejecimiento", gobernada por unas administraciones que tratan a las personas mayores con "dejadez" y sin facilitarles "suficientes recursos" para poder desarrollarse.

Ingresar en una residencia comporta "larguísimas" listas de espera que provocan que el cuidado recaiga en la familia y, mayoritariamente, en las mujeres, obligadas a "dejar de trabajar fuera de casa para dedicarse a su familiar".

"Si no cambian determinados aspectos fundamentales de los geriátricos, deberíamos denunciar a nuestros representantes políticos -reflexiona París-, puesto que hay una obligación institucional, moral y ética para que esta situación cambie".