Las islas de La Gomera, El Hierro, La Graciosa y Formentera se adelantaron una semana y entraron ayer directamente en la fase 1 del plan de desescalada. Empezaron a recuperar poco a poco la normalidad marcada por la falta del turismo que en pleno mes de mayo está totalmente ausente y la sensación de ir improvisando las normas.

Fue la gran conclusión del primer día de recuperación en La Gomera: la isla necesita volver a tener con urgencia actividad turística. Tomando por termómetro la actividad registrada en su capital, San Sebastián de La Gomera, la jornada se caracterizó por una apertura comercial mediocre y con un nivel de ventas que genera incertidumbre, frente al casi cero que registró la restauración, segmento en el que solo los bares con terraza respondieron a las expectativas, a medias.

A primera hora, el presidente del Cabildo, Casimiro Curbelo, llamaba a la ciudadanía a la "responsabilidad social para conservar los avances logrados". Tanto en las vías públicas como en los establecimientos que abrieron el denominador común fue el respeto a las normas de seguridad vigentes desde el 14 de marzo, tanto en la distancia social como en el uso de mascarillas y guantes, así como en la disponibilidad de medidas en las terrazas y los locales. El movimiento ciudadano creció coincidiendo con la salida a la calle de los menores. Una presencia seguida de cerca por efectivos de la Guardia Civil, de la Policía Local y de la Canaria.

Los empresarios ponen en valor que la isla reúne las condiciones para la apertura comercial, si bien muchos lo hicieron con incertidumbre, "porque tenemos que pagar una hipoteca y comer, pero con la sensación de que lo trabajado hasta ahora no sirvió de nada. Es volver a empezar", resumía la propietaria de una boutique. "Mira a tu alrededor, hasta cuatro restaurantes cerrados. Sin turismo, aquí no hay futuro", resumía el dueño de un restaurante. La actividad económica de La Gomera pasa "por el urgente retorno del turismo", porque las calles de la capital reflejan actualmente "el poder adquisitivo del gomero".

El restablecimiento de la vida social encontró ayer las puertas cerradas en los establecimientos hoteleros de la capital "porque sin turismo, no es rentable abrir"; las playas, casi vacías y al Tecina Golf como el primer campo de golf que vuelve a la actividad en España.

Formentera, por su parte, recuperó parte de su normalidad y en el primer día los locales volvieron a sus hábitos cotidianos, con la gran diferencia de que, en pleno mayo no hay turistas en la isla y los hoteles siguen cerrados a la espera de que los vuelos con Eivissa se reanuden. En cambio, el pulso diario social y de actividad del pequeño comercio y de algunos bares y cafeterías comenzó ayer a palpitar. Los pocos empresarios que abrieron sus establecimientos estaban moderadamente contentos y los vecinos, que podían al fin circular libremente, sin limitaciones de espacio ni horarios dentro de la isla, disfrutaron del primer encuentro en las terrazas de los pocos bares que abrieron en la localidad con más actividad de la isla.

Además, Formentera se llenó de periodistas puesto que el foco informativo del país se centró ayer en la isla, de 82 kilómetros cuadrados con poco más de 12.000 personas censadas y que cuadruplica su población en verano (este año no). Siendo optimistas, en el mes de julio podrán abrir unos pocos establecimientos hoteleros, ayer ninguno. De hecho el presidente de la patronal del sector, Vicent Tur, ya declaró que "sin turistas que lleguen no habrá clientes en los hoteles".

Las dudas sobre lo que se puede y no se puede hacer también arreciaron ayer en la isla. Una de las preguntas recurrentes era si los formenterenses podían o no bañarse en el mar. La presidenta del Consell, Alejandra Ferrer, ante la incertidumbre, decidió que "si no hay indicación oficial que lo prohíba explícitamente se puede hacer", según reiteró en varias ocasiones.

Tanto es así que los vecinos que prefirieron la playa a la terraza del bar también disfrutaron de un refrescante baño en un día de calor intenso, pero manteniendo las distancias. La propia presidenta del Consell, Alejandra Ferrer, reconoció ayer que ha habido improvisación al admitir que lleva días tomando decisiones junto al Govern sin saber si ambos hacen la misma lectura que el Gobierno: "A veces nos sentimos como conejillos de indias, ya que no sabemos cómo aplicar las órdenes que nos llegan, unas detrás de otras y en ocasiones contradictorias", aseguró la presidenta.