Colgaron la bata hace meses o incluso años pero cuando la sanidad pública hizo un llamamiento para que médicos jubilados echasen una mano ante el volumen de trabajo por la pandemia, no lo dudaron. Solo en la provincia de A Coruña más de 120 facultativos ya retirados se ofrecieron a ayudar donde fuera preciso, según informan desde el Colegio Oficial de Médicos, quienes gestionaron esta bolsa de voluntarios. Algunos se apuntaron incluso antes de saber realmente qué tareas deberían realizar, si estarían en primera línea de lucha contra el virus o como asesores en la retaguardia. Es el caso del psiquiatra Fernando Iglesiaspsiquiatra Fernando Iglesias. "No lo dudé, en un momento así sale el profesional que uno lleva dentro, la vocación", explica quien hasta hace casi un año trabajaba en el Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac). "En una situación de necesidad, los sanitarios solemos colaborar en lo que podamos ayudar", añade el médico de familia Arturo Louro, que volvió a trabajar tan solo un mes después de haber estrenado retiro.

A mediados de marzo y con la vista puesta en lo que ya ocurría en otras comunidades donde la pandemia comenzaba a desbordar hospitales y cualquier mano extra era bienvenida, el Colegio de Médicos de A Coruña envío un email a los facultativos jubilados de la provincia en el que se hacía un llamamiento a quienes estuviesen interesados en colaborar en la lucha contra la pandemia. "Lo comenté con mi mujer y al momento cubrí el cuestionario y lo envié pese a que no sabía aún qué tareas tendríamos asignadas o si igual nos trasladaban a zonas que estaban peor como Madrid", explica Fernando Iglesias que formó parte de los 40 primeros profesionales a los que el Sergas llamó para volver a estar al lado de los pacientes. La mayoría no lo hizo de forma física, sino vía telefónica. No volvieron a usar la bata ni a pisar la consulta, pero recurrieron a lo más valioso: el conocimiento de sus años de profesión. El objetivo, aliviar la carga asistencial de quienes sí tenían que tener contacto directo con los enfermos.

Fernando Iglesias se encarga de asesorar a la coordinadora y al personal sanitario del albergue habilitado en Riazor para personas sin hogar cuando llegaba algún paciente con problemas psiquiátricos. "Lo habitual era gente con problemas de alcoholismo, de drogodependencia, trastornos psicóticos o de la personalidad", indica Fernando, quien desde su casa y través del teléfono se encarga de ayudar a los sanitarios allí presentes "sobre tratamientos, equivalencia de medicamentos o sobre si es preciso o no su ingreso".

También Arturo Louro ejerce ahora la profesión vía telefónica. Él forma parte del equipo de médicos a los que los técnicos de la línea habilitada para resolver dudas sobre coronavirus derivan algunas llamadas. El tipo de pacientes al otro lado ha evolucionado conforme pasaban las semanas. "Al principio había muchas dudas sobre los síntomas del coronavirus pero ahora la gente está más informada y preguntan por los test o simplemente muchas veces la llamada les sirve para canalizar su angustia o el miedo y les servimos de apoyo psicológico", indica este doctor que se encarga de asesorar sobre qué hacer si hay síntomas sospechosos o derivar al médico que corresponda si fuera necesario.

Tanto Arturo como Fernando, que todavía están de apoyo en el retén contra la pandemia, se muestran muy satisfechos con esta experiencia. "Había mucho feedback con el equipo del albergue, me informaban sobre los pacientes: que si está más tranquilo, que si ahora está más colaborador... y todo esto refuerza la satisfacción, te sientes bien y útil", indica Fernando, quien resta importancia a su labor: "Fue algo sencillo y nada difícil, simplemente tuve que aplicar lo que ya hice toda la vida porque en el hospital además de pacientes tenía que asesorar a médicos de diferentes áreas". "Siempre es un placer hacer lo que te gusta, más si con ello puedes ayudar a otros", añade Arturo, quien tenía claro que sus compañeros responderían a la demanda del Sergas. "Aunque nos jubilemos los médicos seguimos estudiando, ligados al conocimiento y en mi caso, solo un mes después no había ni perdido el contacto con pacientes", dice. Una idea de solidaridad entre colegas que comparte Fernando. Como ellos decenas de sanitarios volvieron estas semanas a sus puestos de trabajo. Un plus de veteranía en la lucha contra el virus.