El legado del hombre que diseñó España y su icónica BP seguirán vivos en el Cantón. La absorción del Banco Pastor por parte del Santander y su intención de poner su nombre y dar preeminencia a su imagen corporativa en la azotea del rascacielos de Tenreiro iban a cambiar el skyline coruñés y a enterrar el último rastro de la entidad bancaria y una de las creaciones a la que más “cariño” conserva el artista, el publicista y diseñador gráfico José María Cruz Novillo. El Concello, apoyado en la comisión de seguimiento del plan especial de Ciudad Vieja y Pescadería, autorizó finalmente la reforma del que en su día fue el edificio más alto de España, pero con varias salvedades. Una de ellas es la conservación del rótulo de su último piso, ya que las obras debían respetar la fachada al ser un conjunto protegido. “Nos hace mucha ilusión que siga ahí”, tercia su hijo, quien comparte estudio con su padre, mientras hojea el manual de la identidad corporativa de 1986 en la mesa de su despacho de Madrid: “El final del Banco Pastor fue un disgusto, algo traumático, primero con el Popular y luego con el Santander, y nos alegra que, al menos, quede ese testimonio”.

“Es una marca que podría funcionar eternamente, es una de nuestras favoritas. Aunque es cuadrada, robusta, para nosotros es redonda”. Pepe Cruz Novillo muestra la predilección que existe en casa por el resultado de aquel encargo que le hicieron a su padre a mediados de la década de los ochenta. Él, autodidacta y pionero, ya era una referencia por entonces. Había diseñado la imagen de la rosa y el puño del PSOE, de Correos, de la Comunidad de Madrid, de Renfe, del Tesoro Público... de infinidad de iconos y símbolos ya interiorizados en el imaginario español. Pocos al nivel de esa rotunda BP que fue una revolución para aquella época.

Ya en la presentación pública que hizo el propio José María Cruz Novillo en A Coruña el 3 de diciembre de 1986 hablaba de esas formas “cuadradas”, de esa “robustez”, cualidades idóneas para un banco, según relataba. Había huido de los colores azul y blanco de la bandera de Galicia, inclinándose por un rojo “menos visto y más llamativo”.

El encargo se había producido casi un año antes, paso previo a un laborioso proceso creativo que ponía un punto y final ese día. Entonces, los dirigentes del Banco Pastor aseguraban que tardarían cinco años en adecuar toda su red de sucursales a esta nueva imagen corporativa y que ese lavado de imagen y homogeneización les costaría unos 300 millones de pesetas (1,8 de euros). Ya tenía entonces Cruz Novillo una larga carrera a sus espaldas tras dejar Cuenca y trasladarse a Madrid en los años 60, pero aquella fue la primera vez que intervino en una rueda de prensa ante periodistas para explicar su trabajo.

Su “catecismo”

Han pasado 34 años, pero el análisis de su hijo de aquella marca que alumbró su padre transita por caminos comunes. “Siempre habla de tener la máxima complejidad conceptual con la mínima complejidad formal. Es el catecismo de nuestro trabajo”, avanza mientras se detiene en las particularidades del caso del Pastor. “Hubiera aguantado décadas y décadas porque estaba muy bien dibujada, muy apropiada para un banco porque tiene algo de fortaleza, de caja fuerte”. Esa rotundidad elevaba aún más su vigor gracias a ese rojo intenso. Una peculiaridad que hoy parece menos importante, pero que hay que analizar en el contexto de la época: “En su momento fue muy interesante. El Banco Pastor se convirtió en el banco de color rojo, porque el Santander no lo utilizaba todavía, los suyos eran el verde y gris. Por todo eso, el BP tenía esa cuestión cromática tan particular. Es curioso, pero es el color de la mayoría de las marcas que ha hecho mi padre, es algo mayoritario. Cuando se ve el dosier en el estudio se percibe bien. Tiene mucha potencia”.

A Pepe Cruz Novillo le maravilla lo bien que han envejecido la marca y el manual de identidad corporativa de “la era predigital”. De hecho, se congratula de que los dirigentes del ya fenecido Pastor no se obsesionasen con los retoques. “Me alegró mucho cómo aguantaron hasta el final, aquel diseño les dio un resultado maravilloso”, razona y abunda en una tendencia de los últimos tiempos que no comparte: “A veces hay cambios en las empresas o en las administraciones públicas y los nuevos que llegan quieren dejar su sello y se hacen variaciones en identidades que ya funcionan maravillosamente. Siempre pongo el ejemplo de los inteligentes que son en Coca Cola, que lleva más de un siglo tocando mínimamente una marca fantástica, y de lo poco que lo son en Pepsi dando bandazos de manera errónea”.

Entre el reconocimiento a la idea diseñada por su padre, la inteligencia que tuvieron los rectores bancarios para dejarla pervivir y la buena noticia de que se conservará en el cielo coruñés, a Cruz Novillo le sorprendió un detalle que no empaña la alegría. “La BP está bien, la veo como fue concebida, pero la tipografía del nombre completo es distinta a la Lubalin (medium original) que escogió mi padre. Me dio un poco de pena que no fuera del todo coherente porque es una tipología fantástica, que también es inmortal como la Helvética o la Futura. Aún así, me conformo”, cierra.

Uno de tantos buenos días

“Mi padre tiene buenos días con frecuencia, es lo que distingue a los verdaderamente buenos, con el Pastor fue uno de tantos”. Pepe Cruz Novillo recupera entre risas uno de los latiguillos de su padre en el documental El Hombre que diseñó España (Filmin) que ha devuelto al primer plano mediático a un artista poliédrico, al que siempre le gustó tener un perfil bajo. “Ha sido toda la vida muy discreto. Lo atribuyo a que las muchas energías que ha ahorrado dándose autobombo se las dedicaba a lo importante. Ha sido poco conocido, aunque sí reconocido, sobre todo, por la profesión. Nunca fue famoso, tampoco ha querido serlo, ahora tampoco”.