La normalidad que viene empezó ayer con colas en las tiendas de perfumería para recuperar el aroma de la antigua realidad, la de los bares y las prisas, la de aprovechar cada rayo de sol y la de ir a la playa casi a cualquier hora, aunque no se pueda, aunque la puerta solo se deba abrir un poquito cada día. Las calles se llenaron ayer, aunque un poco menos que antes de la irrupción del coronavirus en las vidas de todos, sin excepción.

Por la mañana, muchos le robaron un poco de tiempo a su paseo diario para ponerse a la cola de una tienda —ya sin cita previa— y hacerse con ese vestido o con esa colonia que esperaban regalar por el Día de la Madre y que tuvo que esperar hasta ayer, que abriesen, entre otras, las tiendas Arenal.

También fue una mañana de solucionar problemas y de hacer recados que, si bien tuvieron que quedar en segundo plano durante la cuarentena, ayer volvieron a ser importantes, como, por ejemplo, los arreglos de las pantallas de los móviles, que tanto han sufrido durante estos días, con directos de Instagram y videollamadas con encuadres imposibles, para seguir juntos, aunque en la distancia. Volvieron las patillas de las gafas a ajustarse, después de abrirse en una siesta inesperada en el sofá y encontraron las batidoras y cafeteras sustitutas en este primer día de la fase 1 en la ciudad.

Muchos también intentaron buscar efectivo en tiempos en los que los ERTE —Expedientes de Regulación Temporal de Empleo— son algo más que unas siglas y suponen recortes en los salarios y en los ingresos que entran en las casas, así que, había ayer colas en el Cash & Converters de la ronda de Outeiro, con vecinos con bolsas y manos en los bolsillos. Algunos se dieron cuenta también, durante este confinamiento, de que les faltan electrodomésticos en la cocina para dar rienda suelta a esa nueva afición de mezclar levadura y harina, o material deportivo para la nueva vida que les espera, así que, también se pusieron ayer en la cola, a ver si había algo que les encajase. Abrió también Musical 47, en la avenida de Oza, para todos esos que se cargaron las cuerdas de la guitarra de tanto ensayar los domingos.

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Desescalada A Coruña | Reabren comercios y terrazas

La de ayer fue una toma de contacto con una realidad incierta, en la que las terrazas volvieron a desplegar sus sillas y sus mesas en las calles y las plazas, para que sus clientes pudiesen retomar su rutina diaria de café con leche y churros o de caña y pincho antes de volver a casa para comer.

Los dependientes de tiendas de alimentación, farmacias y estancos se sintieron ayer un poco menos solos en su labor de ponerse tras el mostrador para que a nadie le falten sus productos de primera necesidad y volvieron a ponerse en marcha también algunos negocios que habían cerrado a mediados de marzo, como los locales de tatuajes, que funcionan con cita previa, según explicaban ayer en Sailors Tatoo Family. Sus clientes han tenido mucho tiempo para pensar y para bucear en internet para inspirarse y para buscar qué diseño quieren lucir a partir de este verano en su piel. "Estuvimos preparando dibujos para ir adelantando trabajo. Esta semana tengo que hacer la cabeza de un ciervo, un triángulo con un ojo de gato...", explicaba ayer Mayca Abate.

A la fase 1 pasaron también las pequeñas tiendas de ropa y de calzado, aunque ayer no había grandes colas a sus puertas. También las iglesias retomaron el culto, con señales en el suelo para que los feligreses las siguiesen y no se agolpasen a la hora de recibir la comunión. En este caso, ponerse en fila era ya una costumbre, aunque no tanto hacerlo guardando la distancia de metro y medio entre una persona y la siguiente. El momento de dar la paz es, por ahora, terreno vedado. En San Jorge, según explicó ayer su párroco, Nicolás García, habilitaron un despacho que funciona como confesionario, para evitar el contacto entre el cura y sus feligreses.

Los concesionarios también volvieron ayer a la actividad, aunque con más trabajo en la zona del taller que en la de ventas de vehículos, así que, durante esta primera fase de la desescalada, muchos de ellos tirarán de imaginación y de ofertas para intentar que los clientes retomen su intención de cambiar de coche, que quedó —¿por qué no decirlo?— aparcada con la entrada de la pandemia.

Muchos de los hoteles, hostales y apartamentos turísticos estaban ayer todavía preparando la apertura de sus puertas y a la espera también de las instrucciones del Gobierno, para saber qué futuro les espera este verano. Algunos, como José Manuel Candocia, propietario de las viviendas turísticas Franja 55, espera que las ganas de las familias de irse de vacaciones no se paren este año y que muchas decidan apostar por redescubrir Galicia y sus lugares con encanto, a falta de planes más ambiciosos con horas y horas de vuelo para conocer mundo.

La normalidad es ahora esta, la de los horarios para pasear y hacer deporte, pero no para sentarse en una terraza, la de la mascarilla, el gel hidroalcohólico, la de las reuniones de no más de diez personas, la de la distancia social y la del sentidiño para no contagiar ni contagiarse.