Aunque el primer estudio sobre el impacto de la Covid-19 en afectados por la enfermedad de Párkinson se va a llevar a cabo mediante encuestas anónimas, Ángel Castañeda no duda ni un segundo en responder cuando se le pregunta si tiene pensado participar. "Sí, sí y sí", afirma contundente. "Ya he colaborado en alguna que otra investigación realizada por la Universidad. Siempre que me llaman para algo, allá voy. Creo que es fundamental que los pacientes nos impliquemos en este tipo de iniciativas. Somos los primeros interesados en que se conozca más el párkinson. Y aunque a los que ya estamos enfermos quizás no nos llegue lo que se pueda conseguir ahora, se supone que a base de estudiar algún día se sabrá más sobre esta dolencia", subraya.

La vida de este coruñés, de 61 años, dio un giro de 180 grados hace siete, cuando le diagnosticaron la enfermedad. "Era una persona muy activa. Trabajaba en una lavandería industrial, y hacía bastante deporte. Me encantaba correr, participaba en todo tipo de carreras y maratones y, de hecho, fue al terminar una de esas competiciones cuando empecé a sentir que algo no iba bien. Notaba que los músculos se me quedaban rígidos, era una sensación muy extraña, totalmente desconocida para mí. Me alarmé bastante, y decidí ir al médico. Enseguida me dijeron que era párkinson", señala.

Ángel insiste en que el ejercicio es "vital" para los enfermos con párkinson. "Es una de las mejores vitaminas que tenemos", destaca. Por eso, se muestra preocupado por los efectos del confinamiento en los afectados por esta dolencia. "Yo me siento afortunado, porque vivo con mi mujer y mi hijo en una casa bastante amplia. A mi hijo también le gusta el deporte, así que por las mañanas hacíamos algo de gimnasia, y por las tardes también. Desde que se decretó el estado de alarma, no había pisado para nada la calle. Esta semana, con las nuevas medidas que se han aprobado, sí que estoy empezando a bajar un poco por las tardes al lado de casa. Me da la vida. Pero hay otros enfermos que quizás residen en viviendas más pequeñas, o que están solos, y puede que no lo hayan llevado igual de bien", reconoce.

Antes de que la pandemia de SARS-CoV-2 obligase al mundo entero a confinarse, Ángel asistía regularmente a terapias en la Asociación de Párkinson de A Coruña, de cuya junta directiva forma parte. "Iba a todo. Pilates, gimnasia de mantenimiento adaptada a mi situación... Y aunque en casa haya estado haciendo ejercicio, lo echo mucho de menos. No es lo mismo que ir a allí, donde compartes tiempo con otros afectados, los monitores te corrigen si haces algo mal, te dan consejos, te proponen nuevas tareas... Para los enfermos con párkinson, la práctica de ejercicio es fundamental, casi tanto como respirar. Conviene hacerlo todos los días, y en casa estás más limitado. La asociación ha hecho un esfuerzo importante por continuar algunas actividades de manera telemática, pero hay gente que no tiene internet en su casa, ni siquiera una cuenta de correo electrónico y que, por tanto, no puede acceder a ellas", señala.

Ángel reconoce que, en los primeros días de confinamiento, trataba de ser "muy metódico" con los horarios, y dedicaba ciertas franjas del día a hacer ejercicio, pero con el paso de las semanas le fue costando más trabajo mantener esa rutina". "He notado un cierto bajón físico, aunque no sé a qué achacarlo, si al avance de la enfermedad o al desgaste por estos meses sin poder acudir a las terapias de la asociación", apunta, y agrega: "Cada persona con párkinson es un mundo. El nombre de nuestra enfermedad es el mismo, pero los apellidos son diferentes en cada caso".

En cuanto al impacto emocional del confinamiento en los afectados por la enfermedad de Párkinson, que también se va a valorar en el estudio coordinado desde el Servicio de Neurología del Chuac, Ángel considera determinante "la actitud con la que cada afronta las dificultades de la vida", aunque destaca que el entorno juega un "papel fundamental". "De puertas para dentro cada casa es un mundo, y hay muchas circunstancias que van a influir en que cualquier persona lleve mejor o peor una situación tan extraordinaria como la que estamos viviendo. Pero el carácter de cada uno también es importante para afrontar las dificultades. Yo siempre intento hacerlo en positivo. Tengo días y momentos malos, como todo el mundo. Cuando abrocharse un botón se convierte en una obra de ingeniería, evidentemente, no te sientes bien. Pero soy consciente de que esto es lo que hay, y trato de llevarlo de la mejor manera posible", concluye.