La respuesta de muchas madres y padres cuando se les dice que se puede educar sin gritar es rotunda: "Imposible". Y es que cuesta imaginárselo, ¿cómo vamos a evitar los gritos cuando se deja todos los juguetes por el suelo y tú, que vienes cansada de todo el día trabajando, y ya le has dicho cincuenta veces que recoja todas sus cosas, acabas tropezando con ellos?

Quizá el primer paso para conseguirlo sea plantearse la educación. Más allá de conseguir que nuestros hijos nos obedezcan en un momento dado, nuestro objetivo principal es educar niños y niñas responsables, que aprendan la importancia y trascendencia de sus actos. ¿Son los gritos la mejor herramienta para conseguir este propósito?

Pero hay una pregunta aún más importante que debemos hacernos: ¿por qué gritamos a nuestros hijos cuando no hacen las cosas cómo esperaríamos o querríamos que las hicieran y no actuamos de la misma forma cuando son nuestra pareja, amigos o compañeros de trabajo quiénes no actúan de esta manera?

Razones para educar sin gritar

La socióloga y educadora Alba Castellví nos contó que hay dos razones principales que deberían motivarnos a educar a nuestros hijos evitando los gritos:

1. En primer lugar, un motivo que podríamos considerar egoísta, porque Alba nos lanza una pregunta: "¿Cómo os sentís cuando levantáis la voz para desbloquear una situación y que os hagan caso de una vez por todas? ¿Os sentís mejor? ¿Más tranquilos, más contentos? ¿O más enfadados por haber llegado a ese punto?". Este debería ser el primer punto para reflexionar al respecto, pues "en la medida en que esto nos ocurra menos veces, ese malestar nos lo vamos a ahorrar y, por tanto, vamos a ganar en calidad de vida".

2. El segundo motivo, que para Alba es el más importante, reside en que nosotros no educamos a través de lo que decimos que hay que hacer, sino a través de lo que hacemos. Por eso, "en la medida en que nosotros queramos que nuestros hijos se relacionen siempre cordialmente, en la medida en que queramos que no exijan las cosas a gritos y en la medida que queramos que tengan relaciones correctas y simpáticas con los demás, nosotros mismos debemos dotarnos de ese talento".

Cómo educar sin gritar

Ahora que ya nos hemos convencido de que los gritos no son una herramienta educativa si no que son instrumento cortoplacista (nos sirven para conseguir que nuestros hijos nos obedezcan en un momento puntual), Alba Castellví nos dio del ingrediente fundamental para no recurrir a ellos: la calma.

¿Calma? Estarás pensando. ¡Qué difícil es mantenerla a veces! Alba compartió tres pasos para entrenar esta habilidad:

1. Tomar conciencia de que la actual estrategia no funciona. Cuando les decimos una y otra vez las cosas a nuestros hijos y no hacen caso y, por lo tanto, acabamos a gritos a ver si así por fin nos escuchan, ocurre que "la acumulación de frustración nos lleva a la exasperación". Y esto es porque no hemos tomado conciencia de que lo que estamos haciendo no da resultado, porque "cuanto más haga una cosa, no voy a estar más cerca de conseguirlo, sino de acabar gritando a mi hijo".

2. Buscar un lugar tranquilo y respirar hondo tres veces. Este es un paso clave: "Si conseguimos relajarnos, lo que hagamos a continuación va a tener mucho mejor resultado", nos recomienda Alba.

3. Elegir una nueva estrategia. La estrategia que Alba nos propone tiene que ver con la libertad, porque "¿qué queréis que se conviertan en personas que siempre obedezcan el dictado de la autoridad de turno o que sean capaces de decidir libremente cuándo hay que obedecer y cuándo no? ". Esto se relaciona con la responsabilidad, que Alba define como: "Alguien responsable es alguien que toma decisiones libremente y después responde de las consecuencias de esas decisiones. Para educar en una libertad responsable no podemos pretender que nuestros hijos obedezcan ciegamente todas nuestras órdenes. Debemos, en muchos momentos, darles la libertad de elegir".

Si educar sin gritos es un propósito que quieres tomarte muy en serio, no te pierdas la ponencia que dio Alba Castellvi en un evento Gestionando hijos.