El padre Adolfo Nicolás, jesuita nacido en Villamuriel de Cerrato (Palencia) y Superior General de la Compañía de Jesús entre los años 2008 y 2016, falleció ayer en Tokio los 84 años. Nicolás, que fue el último español en dirigir la Compañía, desempeñó su labor fundamentalmente en Asia, sobre todo en Filipinas y Japón.

La Compañía de Jesús informó ayer de que el funeral se celebrará en Tokio a las 17.00 horas (en España, hoy a las 10.00 horas) y que se retransmitirá por internet. En una carta remitida a todos los jesuitas, el padre Arturo Sosa, el actual Superior General de la Compañía de Jesús, describió a su predecesor como "un hombre sabio, humilde y libre, entregado al servicio de modo total y generoso, conmovido por los que sufren en el mundo, pero a la vez rebosante de la esperanza que le infundía su fe en el señor resucitado".

Adolfo Nicolás entró en el noviciado de los jesuitas de Aranjuez en 1953 y con 24 años fue destinado a Japón. Desde ese momento, y hasta su elección como Superior General en 2008, trabajó en Asia, desempeñando distintos cargos, entre ellos el de Provincial de Japón durante la década de los 90, o el de moderador de los Provinciales Jesuitas de Asia oriental y Oceanía. También trabajó con población inmigrante y desfavorecida en una parroquia de Tokio. En 2008, tras la renuncia de P. Peter-Hans Kolvenbach, fue elegido como Superior General de los jesuitas, convirtiéndose en el vigésimo noveno sucesor de San Ignacio y el séptimo jesuita de nacionalidad española que ocupaba este cargo.

A su generalato aportó su conocimiento y sensibilidad de las culturas orientales, la espiritualidad en diálogo con otras religiones y reafirmó el compromiso prioritario por la promoción de la justicia y la reconciliación.

A lo largo de estos años lideró un trabajo de intensa reestructuración de la provincias jesuíticas europeas y americanas y, sobretodo, insistió repetidamente en la necesidad de combatir la superficialidad, trabajando desde la profundidad y la creatividad. A lo largo de su gobierno animó además a los jesuitas a redescubrir la dimensión universal de la Compañía de Jesús y a impulsar la colaboración con otros, creyentes o no.

En su mandato destacó el trabajo en favor de los más desfavorecidos, la ecología, la reconciliación y el trabajo por la paz como principio irrenunciable, o la educación de los jóvenes.

En 2016 renunció a su cargo por razones de enfermedad y tras dejar Roma y despedirse de su familia en Madrid, se había trasladado a Manila, y después a Tokio, "cuando su salud se debilitó aún más y él mismo percibió la necesidad recibir atención en una enfermería", según relata el provincial de España, el padre Antonio J. España Sánchez en una carta.