Mientras que el cierre de las escuelas ha supuesto un alivio para todos los alumnos y alumnas que sufrían bullying, esto no quiere decir que el acoso haya desaparecido, simplemente ha cambiado de escenario. Desde la Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo) afirman que están recibiendo muchas consultas y peticiones de ayuda por ciberbulliyng durante el confinamiento.

"A mayor tiempo de consumo tecnológico (los adolescentes utilizan un 76% más las tecnologías que antes del confinamiento) mayor exposición a esta problemática" nos dice Carmen Cabestany, Presidenta de NACE (No al Acoso Escolar).

¿En qué consiste exactamente el ciberbullying?

El cierre de los colegios impide que los que eran espectadores habituales de este tipo de acoso (profesores, personal del centro...) puedan detectar que un alumno está siendo acosado. Ahora, el escenario no son las aulas, es Internet, lo que hace aún más difícil su detección.

Por qué, ¿cómo sabes si detrás de alguno de los mensajes que le llegan a tu hijo a diario no hay un caso de acoso?

Hay casos muy obvios, pero otros no lo son tanto. Y, como decíamos, con las nuevas formas que ha adoptado el bullying, sobre todo a través de las nuevas tecnologías, la detección puede volverse más complicada.

Como explican desde la ONG Ayuda en Acción, algunas de las formas en que puede manifestarse el ciberbullying son:

  1. Crear perfiles falsos para ridiculizar, acosar o confesar en primera persona experiencias personales verdaderas o falsas de la víctima, así como acontecimientos personales, demandas de contacto sexual, o similares.
  2. Hackear o robar la contraseña de correo electrónico de la víctima, leer sus correos violando su intimidad y utilizar el acceso al mismo para usurpar su identidad o utilizar información confidencial.
  3. Propagar rumores en foros o redes sociales; provocar a la víctima para que esta reaccione de forma violenta y denunciarla ante los responsables de un foro, un chat o un videojuego.
  4. Enviar mensajes amenazantes por correo, WhatsApp o redes sociales aprovechando el anonimato, agobiando y acosando a la víctima.
  5. Subir a Internet fotos reales o fotomontajes para avergonzar públicamente o perjudicar a la víctima. Estos son algunas de las formas en que los jóvenes pueden ser ciberacosados, pero no las únicas. Como hemos apuntado, los dispositivos tecnológicos facilitan la adaptación de los modos de llevar a cabo estas conductas, por lo que no es de extrañar que a medida que crece el número de aplicaciones, se actualizan las redes sociales, etc., también se multipliquen o modifiquen las formas de ejercer bullying

Señales de podrían indicar que tu hijo es víctima de ciberbullying

Si detectar el bullying es complicado, detectar un caso de ciberbullyin lo es aún más. Para ayudarnos en esta tarea Carmen Cabestany nos da algunas claves:

  • Atención a los cambios de conducta: los cambios pueden ser desde una bajada en el rendimiento escolar, en la autoestima, estar más irritables, desórdenes alimenticios, les cuesta más conciliar el sueño...
  • Se obsesionan con el ordenador o el móvil. Necesitan tenerlo encendido y consultarlo a menudo, por ello van mucho a la habitación o al baño para poder consultarlo con tranquilidad.
  • Cambios físicos: estados depresivos, ojos tristes, mirada perdida, arrastran los pies, temblor de manos, aumento o pérdida de peso...
  • Hacen pellas en casa, es decir, no se ocupan de sus deberes, tareas escolares...

Claves para evitar el ciberbullying

  • La importancia de la educación emocional. Una de las claves principales es que enseñemos a nuestros hijos a "reconocer y gestionar las emociones", como indica Carmen Cabestany. Es fundamental que nuestros hijos e hijas sepan reconocer cómo se sienten, busquen ayuda si la necesitan, que canalicen su tristeza o su enfado.
  • Fomenta una comunicación abierta y fluida con tus hijos. Este punto es importantísimo. Una relación basada en la confianza, en la que cuando a nuestros hijos e hijas les pase algo no piensen "madre mía, si se enteran mis padres...", sino "necesito contarle esto a mi madre/padre". Es complicado, sobre todo porque hay algunos a los que les cuesta más hablar o expresar lo que sienten, o a veces están pasando por una edad en la que la comunicación se convierte prácticamente en nula... Pero debemos intentarlo y trabajar en un buen ambiente familiar, incluso cuando no quieren hablar hay algo que sí pueden hacer: escuchar. Lo que debemos entender es que una comunicación sana y un clima familiar basado en la confianza no puede empezar a crearse cuando ocurre una situación que lo requiere, sino que tiene que fomentarse en el tiempo para que sirva de base en caso de que la situación lo requiera. Respecto a esto, Carmen Cabestany señala que "tenemos que escuchar y no solo oír a los chavales. A un niño acosado le cuesta mucho hablar: siente vergüenza, siente culpa, dolor, miedo y no quiere fallar a los padres, porque ellos nos sobreprotegen también. Nunca hay que ponerlo en duda y decirles que será alguna tontería. Cuidado con hacer eso, porque podemos estar rompiendo el puente que nos une a nuestro hijo".
  • Educa en el ejemplo. Nuestros hijos nos aprenden, nos observan, aunque pensemos que no miren o no escuchan. Somos su principal referente social y por eso desde bien pequeñitos ya asimilan lo que nosotros proyectamos. Por eso es tan importante que les demos un buen ejemplo, y no solo para que no acaben ejerciendo el ciberbullying, también para que no se queden quietos cuando son testigos o incluso para que busquen ayuda si lo sufren. Como apunta Carmen Cabestany, "si a nuestra hija o hijo le decimos que actúe pero nosotros no lo hacemos no nos van a hacer caso, porque no ejercemos influencia sobre ellos con la palabra, sino sobre todo mediante nuestros actos. Hemos de ser coherentes y practicar lo que le decimos a nuestros hijos".
  • Entrena su empatía, sensibilidad y asertividad. Es muy importante que como adultos les demos herramientas para que no inicien este acoso contra sus iguales, así como también puedan gestionarlo mejor si acaban siendo víctimas. Por eso fomentar la empatía, la educación en valores, la sensibilidad... es fundamental. Pero también lo es trabajar su asertividad, para que puedan expresar lo que sienten sin hacer daño a los demás, pero tampoco a sí mismos; que puedan plantarse y decir NO cuando no quieran hacer algo; pero también que puedan buscar ayuda si lo necesitan.
  • No podemos olvidarnos de la importancia de ayudarles a crear una buena y fuerte autoestima. La seguridad en sí mismos y el amor propio les hará menos propensos a ejercer conductas inapropiadas contra los demás, pero también les ayudará en gran medida si están en el papel de los acosados. Una fuerte autoestima es mucho más complicada de derrumbar.
  • Enséñales cómo mantener su privacidad y seguridad en redes sociales. No podemos dejar a un lado la ciberseguridad, tenemos que concienciarnos y trasladar a nuestros hijos los peligros que tiene cada red social y explicarles cómo podemos protegernos de los ataques o hacernos menos vulnerables a ellos.
  • Estableced horarios y fomentad un uso responsable de las tecnologías. Y ahora durante el confinamiento, más que nunca. Está genial que los dispositivos tecnológicos sean ahora fuente de entretenimiento, contacto con los demás, incluso de aprendizaje. Pero aun así tenemos que seguir controlando el tiempo y el uso que hacen nuestros hijos para poder evitar los efectos adversos que derivan de un uso excesivo o incorrecto de estos mismos dispositivos.
  • Observa a tus hijos desde la supervisión, no desde el espionaje. Tenemos que saber qué hacen nuestros hijos en la red, pero puede que crearte un perfil falso para espiarle o cogerle el móvil mientras duerme no sea la mejor opción si estamos intentando fomentar una relación sana y basada en la confianza. ¡Ojo! Basada en la confianza no quiere decir que te fíes ciegamente de ellos, pero hay otras medidas que puedes tomar para supervisar su actividad en Internet, como por ejemplo un horario de uso o establecer normas consensuadas. En este artículo te damos más pautas.
  • También tenemos que estar muy atentos a cambios de conducta, reacciones exageradas, irritabilidad, síntomas de ansiedad... Los niños pueden expresar de muchas formas distintas que algo les está ocurriendo, por eso debemos estar pendientes de las señales que nos pueden estar enviando un mensaje de que algo está pasando.