Pueden producirse rebrotes de coronavirus, pero ni serán tan agresivos ni afectarán a tantos pacientes como la pandemia actual. La Organización Mundial de la Salud ve "improbable" que haya una segunda ola "importante" del Covid-19 y expertos gallegos le dan la razón. "Sin duda los nuevos brotes, si se produjesen, no serían como el primero ya que ahora los sistemas de vigilancia epidemiológica están alertados y los hospitales más preparados", explica el profesor emérito de Medicina Preventiva de la Universidade de Santiago (USC) Juan Gestal. Una opinión que comparte el profesor de Salud Pública en la misma entidad Francisco Caamaño: "Hay razones para pensar que una nueva ola no debería ser tan agresiva como la primera".

El principal motivo está en la detección precoz de los contagios, algo clave para frenar la transmisión y en lo que ya trabajan todas las comunidades. "El sistema de detección de nuevos casos y el rastreo de los contactos deberá permitir cortar buena parte de las cadenas de contagio", indica Francisco Caamaño. "Ahora, los sistemas de vigilancia epidemiológica están alertados para detectar precozmente los casos que puedan aparecer y tomar las medidas de prevención adecuadas", añade Juan Gestal. Los dos reconocen además que ahora el sistema sanitario está "mejor preparado" para afrontar una crisis de este tipo que cuando comenzaron a producirse los primeros casos hace apenas unos meses. Eso sí, siempre que sigan las condiciones fijadas durante la pandemia. "Habrá que mantener las dotaciones de personal y hacer un acopio de los recursos materiales que puedan ser precisos para que el personal sanitario esté adecuadamente protegido y los pacientes puedan recibir la atención necesaria", dice Gestal.

Pero no solo el hecho de que se hagan más test, la población alerte ante el menor síntoma y los hospitales se hayan reforzado juega a favor de que los posibles rebrotes sean de menor magnitud. Para los expertos las características del propio virus también pueden influir. "Otra razón para pensar que una segunda ola será menos agresiva es que el proceso de selección natural probablemente ha hecho que las cepas que lograron mayor replicación sean las menos agresivas", indica Caamaño. Gestal es más optimista y cree que incluso "podría no volver a producirse ningún rebrote" si se consigue controlar la transmisión del virus, algo que ya se logró "en solo tres meses" con "su hermano el SARS de 2002" y que "no volvió a circular desde junio de 2003". "El SARS-CoV-2 es más difícil de eliminar por su elevada contagiosidad, pero actualmente se están consiguiendo controlar las últimas cadenas de transmisión y en dos o tres semanas dejaran de aparecer casos nuevos o tan solo habrá algún goteo. Esto abre esperanzas a lograr también con este virus su eliminación", indica.

Eso sí, para que se cumplan estos pronósticos es clave la responsabilidad de la población en la desescalada . "Es necesario permanecer alerta. Hay que pensar que uno de cada cuatro o cada cinco infectados son asintomáticos y eso significa que no vamos a ser capaces de identificar directamente a esas personas", indica Caamaño, quien añade: "La evolución de la pandemia durante la desescalada nos va a dar las claves para acelerar o desacelerar. La responsabilidad de la población y los hábitos que interiorice son cruciales para reducir la probabilidad de rebrotes". "No debemos bajar la guardia. Ahora estamos en un momento trascendental para el control de la pandemia y por eso es muy importante que no nos relajemos y mantengamos siempre la distancia de seguridad, cuando no sea posible utilicemos mascarilla, y lavemos con frecuencia las manos. Estamos muy cerca del final y es fundamental no precipitarnos, debemos tener un poco más de paciencia", añade Gestal.

Como la posibilidad de nuevos rebrotes depende en gran medida de cómo evolucione la pandemia durante la desescalada, los expertos no descartan que puedan producirse nuevos confinamientos aunque más leves que el vivido. "Si hubiese nuevas oleadas podrían producirse pero no totales, sino limitados a determinadas poblaciones o territorios y por períodos de tiempo más cortos", indica Gestal.

Y ahora que el epicentro de la pandemia está en Latinoamérica, los expertos aseguran que no hay nada que demuestre que el clima influye en la transmisión del virus aunque puede que el verano sea una aliado para reducir contagios. "No hay suficiente evidencia científica, pero sí se sabe que los espacios cerrados, mal ventilados y las aglomeraciones incrementan el riesgo de contagio y en ese sentido, el verano probablemente reduzca las posibilidades de contagio", indica Caamaño. "Al igual que otros virus respiratorios, el Covid-19 se transmite mucho mejor cuando la humedad relativa del aire es baja como en otoño o invierno", dice Gestal.