Han vivido unas semanas tan intensas y están tan agotados que no quieren ni pensar en otro brote, aunque advierten de que esa posibilidad está ahí, es muy real, y por eso piden prudencia a la población. No han puesto patas arriba todo un hospital, se han formado sobre la marcha sobre una enfermedad desconocida, realizado jornadas interminables, conciliado poco y mal, pasado horas colgados al teléfono para calmar angustias y miedos, ni han puesto en jaque su salud y la de sus familias para que ahora cada uno de nosotros haga lo que le venga en gana.

"No nos relajemos. Es fundamental continuar con todas las medidas de protección que hemos logrado incorporar a nuestras rutinas, como la higiene de manos, la distancia social o el uso de mascarillas. El virus nos puede volver a atacar en cualquier momento", avisa Felisa Álvarez Refojo, responsable del Servicio de Anestesia y Reanimación (REA) del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), uno de los puntales clave en la atención a los enfermos con Covid más graves en el centro de As Xubias. Sobrecogida aún al recordar los pasillos del hospital en silencio y las consultas vacías, esta experimentada anestesióloga invita a "echar la vista atrás y reflexionar sobre todo lo vivido" estos meses. "Me quito el sombrero con el personal del Chuac. Nadie ha dado un paso atrás", subraya.

Reivindican también el compañerismo y la buena disposición de todos los profesionales del complejo coruñés las doctoras Pilar Vázquez y Cristina Barbagelata, adjuntas de Medicina Interna, uno de los servicios hospitalarios con un papel fundamental durante esta pandemia. Su Unidad de Enfermedades Infecciosas, de hecho, fue la primera en albergar a pacientes infectados por el SARS-CoV-2, y finalmente más de la mitad de su plantilla ha estado dedicada al cuidado de enfermos con Covid. La propia doctora Barbagelata sufrió en sus propias carnes esta dolencia, que le obligó a permanecer casi un mes aislada en su domicilio. Aunque eso no fue lo más difícil. "Ver morir a pacientes solos y comunicárselo por teléfono a sus familias ha sido lo más duro", coinciden ambas internistas.

Para el coordinador del equipo Covid-residencias y miembro del gabinete de crisis del Chuac, Fernando Lamelo, otro momento complicado, de gran incertidumbre, fueron "las semanas anteriores" al pico de contagios. "Veíamos a muchos enfermos ingresar, algunos muy graves, y no sabíamos con certeza cuándo se iba a frenar ese goteo", subraya este facultativo quien, por otro lado lamenta el "dedo acusador" con el que desde "muchos focos" se ha señalado a las residencias de mayores durante todo este tiempo. "Es muy injusto. Son centros para vivir, no hospitales. Es como si los cinco miembros de un hogar se ven afectados por el virus y se culpabiliza a la familia", destaca.