El Servicio de Anestesia y Reanimación (REA) del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) ha sido un puntal clave, junto con las UCI, en la atención de los pacientes con Covid con un estado clínico más grave. Una de sus dos unidades posquirúrgicas, con casi una veintena de camas, albergó a pacientes infectados con el coronavirus SARS-CoV-2 casi desde el inicio de la pandemia. "Jamás imaginamos que íbamos a tener que afrontar una situación como esta, pero creo que lo hemos hecho muy bien. La capacidad de adaptación de mi equipo y del conjunto de los profesionales de este hospital es maravillosa. Los diferentes servicios hemos trabajado de una manera transversal, dejando atrás los individualismos, y esto es muy positivo", subraya la responsable de Anestesia y REA, Felisa Álvarez Refojo. "En cuanto vimos lo que se nos venía encima, cogimos el toro por los cuernos: empezamos a organizar grupos de trabajo; a protocolarizar tratamientos y actuaciones; a actualizar nuestros conocimientos en función de la evolución de la pandemia... Fue un aprendizaje diario", añade.

El Servicio de REA del Chuac cuenta con dos unidades posquirúrgicas: una de estancia corta para pacientes que acaban de ser intervenidos y que se tienen que recuperar de la anestesia; y otra destinada a albergar a enfermos igual de graves que los que ingresan en una UCI convencional, pero recién salidos de quirófano (trasplantados, pacientes cardiotorácicos, etc...). Esta última fue la que, ya en el mes de marzo, empezó a recibir a pacientes con coronavirus. "Viendo lo que estaba sucediendo en otras comunidades como Madrid o Cataluña, la dirección médica decidió anticiparse y habilitar nuevas camas. Así, fuimos vaciando la unidad posquirúrgica de enfermos graves para prepararla para la Covid. En paralelo, se fue minimizando la actividad quirúrgica, hasta reducirla a trasplantes de urgencia cero, operaciones oncológicas... Lo que no podía esperar. Cuando se llenó la UCI convencional de la quinta planta -situada enfrente de nuestra unidad- empezamos a recibir a pacientes críticos con coronavirus. Mientras tanto, se acondicionaron los antiguos bloques quirúrgicos de la quinta y la sexta planta, aunque este último espacio no hubo que utilizarlo finalmente", explica la doctora Álvarez Refojo, quien reconoce que ese fue el momento más angustioso de los últimos meses. "No sabíamos cómo se iba a comportar la enfermedad, si los fármacos serían eficaces... Veíamos que en Madrid estaban colapsando las unidades de críticos, y nos preguntábamos si con todo lo que se estaba haciendo en el hospital tendríamos margen para poder dar cabida a todos los enfermos", rememora. "Hubo días en que ingresamos a cuatro o cinco pacientes. En menos de una semana, teníamos llena la unidad, y se empezó a llevar a los enfermos críticos a la UCI habilitada en el antiguo bloque quirúrgico de la quinta planta. No hubo que recurrir a la de la sexta, pero incluso se llegó a diseñar cómo se podrían acondicionar dos o tres camas de críticos en cada quirófano, si fuese necesario", subraya.

La responsable de Anestesia y REA del Chuac cree que es "el momento de echar la vista atrás" y "reflexionar sobre todo lo vivido". "Cuando estás trabajando solo piensas en sacar adelante a los pacientes y en salvar la situación. Las cosas se hicieron muy bien, pero todo es susceptible de mejorar. Ahora quizás es el momento de pensar sobre todo esto", apunta la doctora Álvarez Refojo, quien destaca que una de las imágenes que más le impresionó durante los últimos meses fue la de "las consultas vacías y los pasillos en silencio" en el hospital. "Fue sobrecogedor", recalca. "Creo que la gente todavía no es totalmente consciente de lo que ha pasado. Estamos aún tan sobrecogidos, que a veces lo vemos como una película. Entre los propios compañeros comentamos, en ocasiones, que parece que estos tres meses no existieron. Es una sensación muy extraña", señala.

Como nota positiva en esta tragedia, la jefa de Anestesia y REA incide, de nuevo, en "la implicación absoluta" de todos los compañeros "desde el primer momento". "Me quito el sombrero ante el personal del Chuac. En estos meses, no he visto a nadie escatimar tiempo o dedicación. Ni dar un paso atrás. Pese al miedo, porque era una situación nueva para todos. Al principio no estábamos acostumbrados a trabajar con equipos individuales de protección (EPI), y la gente estaba inquieta. No por ellos, por sus familias. Pero poniéndolo en una balanza, la entrega superó a cualquier temor", reitera la responsable del Servicio.