Cambios de tiempo, campos en flor, una mayor cantidad de insectos pululando a nuestro alrededor y días cada vez más largos que invitan a incrementar las actividades al aire libre. Este es el cóctel que cada año trae consigo la primavera y que se vuelve explosivo para muchos alérgicos al polen . Pese a que ocho de cada diez afectados en A Coruña lo son a los ácaros del polvo y, por tanto, sufren síntomas durante todo el año, quienes padecen alergia estacional se enfrentan durante el segundo trimestre del año a su particular vía crucis. Y estas semanas, en plena desescalada tras más de dos meses confinados por la pandemia de coronavirus, si cabe, todavía más.

"En Galicia, el aeroalérgeno más frecuente son los ácaros del polvo. Nuestro clima es un paraíso para estos minúsculos arácnidos. Los afectados, al igual que quienes sufren alergia a los epitelios de animales, y en concreto de perros y gatos (que son los que más comunes en los domicilios), suelen estar peor en espacios interiores, y mejoran al salir al exterior. Por eso, el confinamiento les ha podido afectar, agravando sus síntomas", explica Soledad Sánchez, adjunta del Servicio de Alergología del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), quien especifica que a los alérgicos al polen, sin embargo, "les sucede al revés". "Están mejor en casa, y empeoran fuera, sobre todo en épocas de polinización. Estos alérgicos, en principio, deberían haber estado mejor durante el confinamiento. El problema es que aquí la desescalada justo ha coincidido con el aumento de los niveles de polen", destaca la doctora Sánchez.

Esta alergóloga del Chuac apunta que, a diferencia de lo que sucede en comunidades autónomas como Madrid, las dos Castillas, Extremadura y en las áreas interiores de Andalucía y Levante, donde predomina el clima continental, en Galicia, con clima atlántico, no abundan tanto las gramíneas. "Aquí, el principal enemigo de los alérgicos al polen es la parietaria judaica, sobre todo en determinadas zonas de litoral, como A Costa da Morte. Y analizando los niveles de los pólenes, se vio que el de esta planta -de aspecto similar a una ortiga- empezó a subir a finales de mayo. Casi justo al empezar el desconfinamiento. De hecho, ahora mismo hay niveles altísimos. Y con las gramíneas, un poco más de lo mismo. Estamos ya en un nivel alto, aunque no tanto como en el caso de la parietaria", señala la experta.

La doctora Sánchez explica que la base del tratamiento de las alergias son los fármacos antihistamínicos, aunque "si los afectados tienen mucha congestión nasal, se les suele recetar también un spray con un corticoide tópico". "Y para los ojos, lo mismo. Si tienen mucho lagrimeo y con los antihistamínicos no es suficiente, se puede pautar, a mayores, la administración de un colirio que contenga también esos fármacos", indica la alergóloga.

Sobre la efectividad de las vacunas (inmunoterapia) para la alergia, la doctora Sánchez afirma que son muy eficaces, aunque hay que sopesar cada caso concreto antes de administrar este tratamiento. "Los alergólogos valoramos si vale la pena o no vacunar en función de los síntomas, porque si son leves y se controlan bien con el tratamiento habitual, no se recomienda la vacuna", apunta la alergóloga, y añade: "Lo primero es saber qué tipo de alergia se sufre. Una vez diagnosticada, y en función de esto, hay dos tipos de vacuna: subcutánea (pinchazo), y mediante una pastilla sublingual", detalla.

"En el caso de la vacuna subcutánea -continúa Soledad Sánchez-, se suele administrar durante un periodo que oscila entre los tres y los cinco años. Para los alérgicos a los ácaros del polvo, es totalmente anual. Es decir, se pone una inyección cada mes. Como en Galicia no hay demasiado polen, a los afectados por este tipo de alergia se les suele pinchar justo antes y durante los meses en que se produce la polinización", indica la alergóloga del Chuac. "Con la pastilla sublingual, la idea es la misma. Se administra un comprimido diario, durante tres años. Los alérgicos a los ácaros del polvo, la deben tomar durante todo el año, y para el polen, aquí la pautamos pre y coestacional. Normalmente unos cinco meses, de enero a junio", concluye.