Aligerar el aula eliminando mobiliario, potenciar la conexión visual con puertas abiertas y colocar las mesas en forma circular son recomendaciones del decálogo elaborado por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) para una "enseñanza óptima", respetando las normas de higiene y distanciamiento en la 'nueva normalidad'.

Investigadores del Smart Classroom Project de la UOC han reflexionado sobre el espacio de aprendizaje de los centros educativos en cualquier nivel, desde infantil hasta la universidad, de cara al nuevo curso escolar.

En el decálogo, además de medidas físicas, los especialistas proponen "educar a los estudiantes para el uso del espacio" explicándoles la importancia de mantener las distancias y las normas de higiene, sin perder hábitos de relación y contacto interpersonal.

Asimismo, para conseguir una mejor conexión visual y relacional, el decálogo recomienda aligerar el espacio en el aula eliminando mobiliario y utilizar para el aprendizaje lugares que antes no se destinaban a ello, como pasillos, porches o patios.

A la hora de organizar la disposición de las mesas, es preferible que sea de forma circular o semicircular para favorecer el contacto visual entre todo el alumnado y también con el profesorado, teniendo en cuenta las limitaciones que implica el uso de mascarillas a partir de una determinada edad.

Ante la necesidad de utilizar mascarilla, el profesor de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC y miembro del proyecto, Guillermo Bautista, ha señalado que "debemos tener presente que provoca perder una parte importante de la comunicación interpersonal, de la expresión y la comunicación verbal".

Por ello, a nivel personal ha resaltado la "importancia de apoyar el lenguaje verbal gesticulando con las manos" y a nivel grupal ha recomendado que en el nuevo escenario "se fomente una cultura del espacio entre los alumnos".

En este sentido, ha propuesto organizar el trabajo en el aula "a partir del movimiento controlado de los alumnos, pero potenciando la autonomía, lo que se puede conseguir dividiendo la clase en grupos, para resolver dudas con cada uno de ellos de forma independiente".

De este modo, el trabajo pedagógico "se apoya en el fomento de la autonomía, el diálogo y la reflexión, a la vez que se mantienen las distancias".

La actual situación "puede fomentar la autorregulación de los estudiantes, en un escenario en el que los docentes ayuden, moderen y supervisen", pero en el que los alumnos "aprendan de forma autónoma y desarrollen la competencia de autorregularse, responsabilizándose de una buena parte del proceso educativo" ha remarcado Guillermo Bautista.

Los autores del decálogo han apostado para el nuevo curso por un aprendizaje combinado presencial y virtual, "incorporando el uso de las tecnologías digitales como una práctica educativa cotidiana".

Para no sobrecargar a profesores y alumnos de trabajo con un sistema híbrido, los autores proponen "equilibrar muy bien el trabajo que se hace en línea" y que los momentos presenciales "potencien la comunicación y el diálogo".

Este escenario implica que los estudiantes "tengan acceso digital en las aulas y en sus hogares", lo que "no siempre es posible", ha reconocido Guillem Bautista, que ha apelado a que "la administración vele para garantizar la conectividad de todos los alumnos".

En un uso cómodo y seguro de las instalaciones, los autores recomiendan flexibilizar los horarios de entrada y salida y de los momentos de descanso, y sobre todo ponen el acento en la "necesidad de ir creando una cultura de uso del espacio entre los alumnos", ha subrayado el investigador.

Más allá de situaciones de confinamiento obligatorio, las reflexiones actuales sobre el espacio educativo y sus consecuencias pedagógicas "pueden ser una buena oportunidad para replantear el aprendizaje" y obtener conclusiones aplicables tras la pandemia, ha destacado Guillermo Bautista.