Una situación "horrorosa" que llevó a gran parte del personal a sufrir "miedo, ansiedad, angustia o necesitar medicación para dormir". De este modo describe la pandemia María, una trabajadora de la residencia Concepción Arenal —donde llegó a superarse el centenar de positivos y hubo varios fallecidos— y que prefiere usar un nombre ficticio por miedo a represalias. El virus afectó de lleno a gran parte de los usuarios y ella lo atribuye "a la falta de organización". "No había protocolos, se iban improvisando. Nadie tomaba decisiones y las que se tomaron estaban mal", recuerda esta auxiliar, quien asegura que con algún caso ya en el centro "nos llegaban quejas de la dirección por usar las mascarillas, se compartía el carro de comidas entre sanos y afectados o se trasladaba a los contagiados con el riesgo que suponía de transmitir el virus a otros usuarios".

"Sentíamos mucha angustia porque sabíamos que lo que estábamos haciendo lo estábamos haciendo mal", asegura esta trabajadora para la que el momento más duro fue afrontar los fallecimientos de usuarios. "Murieron solos", recuerda para asegurar que no olvidará lo vivido. "Quedamos marcados con esta situación, hay un antes y un después", resalta y por eso pide responsabilidad a la gente que se salta las medidas de seguridad asignadas. "A quien me dice que le cuesta llevar la mascarilla porque suda, le digo que pruebe a estar siete horas con un EPI. Ninguno estamos libres de que nos toque y hay que ser responsables", sostiene esta auxiliar que no confía en que vaya cambiar la situación en los centros privados. "Para ello deberían hacer una autocrítica que no están haciendo", indica.