Casi cinco millones y medio de enfermos solo en España y más de 350 millones en todo mundo según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), convierten la diabetes en la gran epidemia del siglo XXI, con permiso de la Covid. Se da la circunstancia, además, de que esta dolencia crónica -que afecta al 10% de la población gallega en general, aunque en mayores de 70 años, el porcentaje se eleva al 25%-, es una de las comorbilidades más frecuentes en pacientes con la enfermedad causada por el SARS-CoV-2. Sufrir diabetes no aumenta el riesgo de infección, pero sí empeora el pronóstico de la misma, aseguran desde la Sociedad Española de Diabetes (SED), que desde ayer celebra su congreso anual, un encuentro virtual por las limitaciones de la pandemia.

"Algunos pacientes con diabetes, especialmente las personas con diabetes de tipo 2 de mayor edad y que tienen ya complicaciones, pueden desarrollar síntomas y consecuencias más graves, ya que se parte de una situación desfavorable", advierte el presidente de la SED, Antonio Pérez, quien afirma que los pacientes con diabetes o hiperglucemia no controlada "tienen más del doble de probabilidades de ser ingresados en las UCI, y la mortalidad es hasta tres veces mayor" en comparación con el resto.

Un pronóstico que empeora, todavía más, cuando la diabetes va asociada a la obesidad, advierte el vicepresidente de la SED, Juan Francisco Merino. "Esto nos obliga a insistir más si cabe en estos aspectos educacionales dirigidos a la población general, y hemos de potenciar hábitos que faciliten el normopeso, el aumento de actividad física y la dieta saludable", subraya.

Pero la diabetes mal controlada no solo puede ser la causa de un peor pronóstico de la Covid, sino también una consecuencia de esa enfermedad. El doctor Pérez sostiene que hay evidencias que sugieren que la patología provocada por el coronavirus podría desencadenar la aparición de diabetes en personas que no tenían esta dolencia. "Se ha descrito un posible daño directo al páncreas de SARS-CoV-2, que podría empeorar la hiperglucemia, o incluso inducir la aparición de diabetes transitoria o definitiva", señala el presidente de la SED, aunque matiza: "El conocimiento actual sobre esta forma nueva de diabetes es muy escaso. Hay que esperar los resultados de nuevos estudios que permitan definir los mecanismos y el curso en el tiempo de la hiperglucemia inducida por el coronavirus".

En esta "incertidumbre crónica" que nos envuelve, preocupa también el impacto de la pandemia de Covid en la atención a los pacientes con diabetes. El presidente del Comité organizador del congreso de la SED, Alfonso Luis Calle, reconoce que "va a ser dificilísimo retomar la actividad clínica habitual para personas con diabetes dentro de esta nueva normalidad". La aplicación de los nuevos dispositivos de monitorización continua de glucosa, aprobados por el BOE para su financiación pública, es una de las medidas que podrían sufrir un retraso estructural. "Los sensores son muy importantes para las personas con diabetes que necesitan inyectarse insulina. Se ha dado a las comunidades de plazo hasta finales de este año para que los enfermos reciban estos dispositivos -el concurso público es para diabéticos de tipo 1-, pero en Galicia todavía no los tenemos. Vamos un poco a remolque en este sentido", lamenta la presidenta de la Asociación de Personas con Diabetes de A Coruña (Acodi), Dolores Rama.

Rama reconoce que los enfermos con diabetes, sobre todo los de mayor edad y/o con otras comorbilidades, han vivido con preocupación los últimos tres meses. "La gente ha estado inquieta, sobre todo al principio. El hecho de formar parte de un grupo de riesgo hizo que muchas personas con diabetes viviesen las primeras semanas con bastante preocupación. También por el tema laboral, porque no estaba muy claro si se podían pedir bajas o no por esta razón. Los afectados se han ido asesorando, y ahora ya hay una cierta tranquilidad al respecto", señala.

Acodi no ha podido abrir de momento sus puertas, explica su presidenta, debido al perfil de las personas que habitualmente atienden en sus instalaciones. "Otras entidades gallegas, como la de Ferrol, sí que están trabajando ya de manera presencial, con cita previa. Pero en nuestro caso se da la circunstancia de que las personas que solían estar en la sede son de alto riesgo: mayores, personas que han sufrido un ictus o que han sido trasplantadas a causa de la diabetes... y no nos la podemos jugar. Por eso, continuamos realizando nuestra labor habitual a través del teléfono", apunta, y especifica: "Por ejemplo, para la distribución de los medidores de glucosa (que era algo que veíamos haciendo desde Acodi), hemos hablado con el laboratorio para que se realicen los envíos directamente al domicilio de los pacientes, en lugar de hacérnoslos llegar a nosotros", indica.

Por teléfono se ha estado realizando también el seguimiento médico periódico de los pacientes con diabetes durante los últimos meses. Dolores Rama considera lógico que hasta ahora haya sido así, pero cree que ha llegado el momento de "volver a la normalidad". "El seguimiento hay que hacerlo, es fundamental. Y ese seguimiento implica, entre otras cuestiones, realizar a los enfermos con diabetes analíticas periódicas. Entiendo que por una asunto tan grave y excepcional como la pandemia de coronavirus todo esto se haya retrasado de manera puntual, pero hay que seguir realizando esas analíticas. A algunos pacientes les tocaba hacerlas justo cuando se inició el confinamiento. Por tanto, llevan más de tres meses sin ese control de su enfermedad. Nos preocupan las consecuencias que esto pueda tener", subraya la presidenta de Acodi, y agrega: "Una enfermedad crónica siempre va a estar peor mañana si no se trata correctamente o no se controla y se deja pasar el tiempo. Además, hay que tener en cuenta que la diabetes, muchas veces, es una enfermedad silenciosa. Por eso es prioritario retomar todo esto. ¿Si de cara al otoño es probable que haya rebrotes, y no nos miramos en estos dos meses, cuánto tiempo vamos a estar sin controlar?", se pregunta Rama.

En este punto, la presidenta de Acodi diferencia la situación de los afectados por la diabetes de tipo 1, bien sean niños o adultos, de la de los enfermos de tipo 2, en su mayoría personas de edad avanzada. "Los diabéticos de tipo 1 tienen un cierto entrenamiento para llevar un control de su enfermedad. El grueso de la educación diabética se está dirigiendo a este colectivo de pacientes, en mucho casos niños o jóvenes que, además, saben utilizar perfectamente las nuevas tecnologías. Pero la gran mayoría de diabéticos de tipo 2 son personas mayores, sin mucha formación sobre su dolencia, con problemas de movilidad en muchos casos y, por tanto, dificultad para verse los pies, por ejemplo. Dependen más del personal de enfermería y de sus médicos de cabecera para detectar posibles problemas. Son los que más precisan un seguimiento presencial y, al mismo tiempo, los que tienen mayor riesgo en caso de infectarse con el coronavirus. Es complicado, pero los controles hay que realizarlos", reitera.