Las farmacias fueron de los pocos establecimientos abiertos en pleno confinamiento y para muchos ciudadanos el primer lugar al que acudir para resolver dudas sobre cualquier enfermedad o la pandemia. La crisis sanitaria del coronavirus obligó a los farmacéuticos a multiplicar sus tareas: no solo dispensar medicamentos en la botica sino llevarlos a los domicilios de pacientes que no podían salir de casa, aclarar todo tipo de informaciones sobre el virus, atender por teléfono, dar pautas para un confinamiento más saludable o incluso derivar al médico a pacientes con diferente sintomatología. "Si siempre somos un poco todoterreno ahora lo hemos sido más", sostiene la vocal del Colegio Oficial de Farmacéuticos de A Coruña Benigna Villasuso.

¿Qué balance hacen desde el Colegio de Farmacéuticos de estos meses de pandemia?

Hay obviamente una parte negativa por todo lo que ha supuesto la pandemia al conjunto de la población, pero como colectivo creo que también podemos sacar algo positivo: el gremio ha sabido adaptarse de forma exprés a las exigencias de la pandemia para evitar el contagio. Lo hemos hecho rápido tanto las pequeñas farmacias del rural que atendieron solo a través del torno como otras de mayor tamaño y en la que los trabajadores realizaron turnos para no coincidir por si había algún contagio.

Serían semanas de mucha sobrecarga de trabajo...

Sí, al principio fue duro porque la gente tardó en darse cuenta de la importancia de la pandemia y no respetaba la distancia o le sorprendía que tuviéramos la mascarilla. Tuvimos que adaptarnos a las demandas de los pacientes y por eso en algunas farmacias se activó el servicio a domicilio de medicamentos para personas que no podían salir de casa y además como éramos el único sitio al que podían acudir porque no había consultas en los centros de salud y les daba miedo ir al hospital, muchos venían a nosotros a contarnos lo que les pasaba. Hemos tenido incluso que decirles a pacientes con síntomas de diferentes patologías que fueran a Urgencias porque lo que tenían no podía esperar. También atendíamos dudas sobre medicamentos por teléfono, venían a nosotros con bulos que veían en internet y teníamos que aclarárselos o simplemente confirmar o no información que veían sobre la pandemia.

¿Han tenido que ser profesionales todoterreno en esta crisis?

Sí, hemos tenido que ser un poco todoterreno. Siempre lo somos, siempre estamos ahí para aclarar cualquier duda sobre salud, pero ahora más. En estos meses vinieron muchos pacientes con problemas de insomnio, de ansiedad y les dábamos pautas sobre alimentación o ejercicio para hacer durante el confinamiento, por ejemplo.

¿Cómo fue la respuesta de los pacientes a la pandemia? ¿Cambiaron hábitos a la hora de ir a la farmacia?

Al principio, los primeros días, la gente no le daba importancia a la pandemia y costó que mantuviesen la distancia de seguridad, les sorprendía que llevásemos mascarilla e incluso nos llegaron a decir 'pero sin parecéis astronautas' y en solo una semana se pasó al otro extremo y muchos realizaron acopio de medicamentos. Con la receta electrónica a veces salen medicamentos que ya no está utilizando el paciente y como muchas veces quienes venían no eran ellos mismos sino familiares o personas de atención a domicilio se llevaban todo lo que salía. Entre la última semana de marzo y la primera de abril mucha gente se llevó medicamentos que ya no estaba usando y eso que les advertíamos que siempre iba a haber suministro y acceso a las farmacias. Ahora la situación se ha calmado y de hecho, creo que en el tema de las mascarillas hemos servido para que ahora que son obligatorias en todos los establecimientos ya no se vea como algo tan raro.

Los pacientes crónicos han recogido sus medicamentos ¿o han notado que algunos no lo hicieron por miedo a salir?

En mi caso, con la farmacia en Mugardos, creo que nadie se ha quedado sin su medicación porque el Concello impulsó medidas para hacérselos llegar. No sé en las ciudades pero creo que en general la pandemia sirvió para crear un tejido alrededor de la gente que vive sola. Lo que sí incidíamos desde la farmacia es en que no abandonasen los tratamientos porque salieron informaciones sobre problemas con los fármacos hipertensivos, por ejemplo. Y sí que es cierto que gente que venía periódicamente a controlarse la glucemia o la hipertensión no ha podido hacerlo porque se eliminaron estos servicios y ahora que se están retomando notamos que están los parámetros alterados porque la gente pasó de pasear todos los días a no poder hacerlo, ganó algunos kilos, etc... y todo esto se va a notar.

¿Qué productos fueron los más demandados en estos meses?

Hubo mucha demanda de laxantes sobre todo para personas mayores porque no salían, no paseaban, al no tener sed bebían menos... También se vendieron mucho todo tipo de productos para el insomnio de fitoterapia e incluso con receta en gente que iba al médico porque el resto no le hacía nada y una cosa curiosa es que aumentó la incidencia de infecciones por hongos que creo que puede estar relacionado con el tener bajas las defensas y el estrés.

¿Y qué dejó de venderse?

Productos para la gripe o el resfriado. No vendimos casi ni un jarabe para la tos ni tampoco otros artículos más superfluos como pueden ser cremas o artículos de parafarmacia. La gente iba a lo que iba. Incluso en analgésicos solo aumentó la venta de paracetamol porque también se había hablado de que los antiinflamatorios daban problemas.

¿Qué han aprendido los farmacéuticos con esta pandemia?

Se ha confirmado que todo lo que veníamos haciendo sirve para algo, nos ha permitido estar preparados en seguida para la pandemia. El colectivo de farmacéuticos siempre somos punta de lanza a la hora de adoptar nuevas tecnologías y adaptarnos.

¿Se ha reforzado la figura del farmacéutico entre la población con esta crisis?

En las encuestas a la población siempre salimos en los puestos altos de valoración pero la administración al ser un establecimiento privado con interés público siempre echa el freno a que participemos en determinadas campañas. Al principio nos sentimos algo olvidados porque nosotros también estamos en primera línea aunque a veces nuestra labor es intangible, no se cuantifica, pero hemos ayudado a mucha gente y siempre nos sentimos valorados por los pacientes.