Uno traza planes, pero luego llega la vida y decide por él. Salvador Illa entró en el Gobierno como cuota socialista catalana. Su misión principal era trabajar como carpintero de la mesa de diálogo sobre Catalunya. Un ministerio vaciado de competencias como el de Sanidad parecía un lugar adecuado para instalar la carpintería. Y entonces la vida (y la muerte) decidió por él: ministro plenipotenciario.

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