Mientras que las cifras de contagiados y fallecidos por coronavirus en Brasil sigue aumentando, su presidente, Jair Bolsonaro, ha vuelto a ser el centro de la polémica al haber sido fotografiado paseando en moto, sin mascarilla, saltándose la cuarentena que él mismo se comprometió a cumplir después de haber dado positivo por Covid-19 hace unas dos semanas.

El pasado jueves pudo vérsele paseando en moto y sin mascarilla por los alrededores del Palacio de la Alvorada de Brasilia. Según las imágenes captadas por la agencia Reuters.Incluso llegó a pararse para conversar con unos barrenderos que limpiaban los jardines y que tampoco estaban debidamente protegidos.

Bolsonaro anunció que se había contagiado con Covid-19 el pasado 7 de julio, asegurando que cumpliría la cuarentena a pesar de que le costaría mucho "quedarse quieto". Desde entonces, el dirigente, que siempre ha restado importancia a la pandemia, calificándola al inicio como una "gripezinha", pasó a trabajar desde la residencia oficial, aprovechando la ocasión para hacer campaña a favor del uso de la hidroxicloroquina, en vídeos en sus redes sociales o en contacto directo con sus simpatizantes, que acuden a verle cada día a las puertas del palacio.

El episodio de su paseo en moto no supone el primer incumplimiento de las recomendaciones médicas, pero sí el primero desde que está oficialmente enfermo. Desde el inicio de la pandemia Bolsonaro se codeó con cientos de personas, en manifestaciones en su favor y visitando establecimientos comerciales, haciéndose fotos y saludando a todo el mundo. Partidos de la oposición y movimientos sociales definieron estas actitudes como posibles atentados contra la salud pública en las peticiones de impeachment que presentaron en el Congreso Nacional. En su defensa, sostiene que la pandemia "no se puede evitar". "No hay forma de evitarla, sólo si estás aislado en un rincón, entonces puedes evitarlo", dijo en una retransmisión difundida a través de sus redes sociales recogidas por el portal G1.

"Aparte de eso, quien viva en la sociedad, tarde o temprano se dará cuenta. No hay forma de evitar la muerte en ese sentido", ha señalado, antes de asegurar que en Brasil "nadie ha muerto, por lo que sé, debido a la atención médica. El Gobierno transfirió todos los recursos a los estados y municipios", ha concluido.

Pero aunque las autoridades insisten en que la curva está estabilizada, las cifras el Brasil son escalofriantes. El número de contagios sigue al alza y los muertos se acercan a 85.000, con un promedio de unos 1.000 diarios, pese a lo que el país sigue con su acelerada desescalada.

Tras registrar un récord de nuevos infectados la víspera (67.860), el último registro en Brasil alcanzaba los 59.961 contagiados y 1.311 decesos por Covid-19, cifras que confirman la todavía preocupante situación en el país, el segundo más azotado por la pandemia después de Estados Unidos.

De esa forma, el total de contagios registrados llegó a los 2.287.475, mientras que el de muertos alcanzó 84.082, con una media de 1.000 decesos desde finales de mayo, lo que refleja el estancamiento del país en el nivel más alto de la curva pandémica.

Hace unos días, la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló que las infecciones por el nuevo coronavirus llegaron a su máximo y sugirió que las mismas no aumentarían de forma exponencial, aunque alertó de que el gigante sudamericano se encuentra "en el ojo de la batalla". La pandemia del coronavirus, en este sentido, parece haberse estabilizado en algunas regiones del sudeste, como Sao Paulo y Río de Janeiro, y partes del norte y nordeste, donde el virus golpeó con fuerza en los primeros meses de la crisis.

Pero el Sars-CoV-2 se expande ahora por las regiones de la zona centro-oeste, donde está la capital Brasilia, y por el sur, en un momento que coincide con la intensificación del invierno austral.

En visita a Curitiba, capital del sureño estado de Paraná y que vio los casos de coronavirus multiplicarse en las últimas semanas, el ministro interino de Salud, general Eduardo Pazuello, recalcó que la llegada del invierno supone el "momento más crítico" para las enfermedades respiratorias.