En pocos minutos y con la máxima intimidad. Así es casarse ante notario. Una celebración menos glamurosa, con menos ornamento, pero igual de efectiva y mucho más pragmática que es posible desde hace cinco años en las 160 notarías que hay en Galicia. Desde entonces, en la comunidad ya se han oficializado 1.030 matrimonios bajo esta modalidad, una tendencia al alza frente a la cifra de matrimonios totales, que con el paso de los años disminuye paulatinamente. Lo mismo ocurre con las separaciones y los divorcios que desatascan los juzgados, que en un lustro son el doble que los casamientos: 2.057.

Este jueves se cumplieron cinco años de la entrada en vigor de la Ley de Jurisdicción Voluntaria que amplió las competencias de los notarios. ¿Pero qué significa esto exactamente? "La jurisdicción implica un conflicto entre las partes. Se va al juzgado a discutir. Pero hay una serie de cuestiones, que antiguamente se resolvían en los tribunales, en los que no hay contienda. Eso que tradicionalmente se hacía en el juzgado son las competencias que hemos asumidos los notarios", responde Isabel Louro, decana del Colegio Notarial de Galicia. Es decir, que, desde el 23 de julio de 2015, los notarios tienen potestad para oficiar bodas, separaciones y divorcios de mutuo acuerdo en el que no se vean involucrados hijos menores, siempre acompañados por un abogado, o la declaración de herederos cuando no existe testamento. Así, "descongestionan" la justicia, para que esta se dedique más a procedimientos contenciosos.

Hasta abril de 2020 (últimos datos consolidados), los notarios gallegos realizaron un total de 8.815 nuevos actos de jurisdicción voluntaria. El primer año apenas se produjeron unos mil, mientras que en el último curso casi se duplicaron, a pesar de la práctica paralización de la vida debido a la irrupción de la pandemia del coronavirus. De todos esos procesos, destacan los de familia, que suponen un 35% del total. Le siguen los sucesorios, que son el 31%. Mientras que el resto están relacionados con actos como la conciliación o el cobro de deudas dineradas no contradichas.

Pero una de las principales novedades que introdujo esta ley es la posibilidad de casarse, separarse y divorciarse. De hecho, más de 3.000 parejas han acudido a un notario para la ejecución de uno de estos supuestos en el último quinquenio. En los últimos diez meses contabilizados, fueron 241 los casamientos y 421 las rupturas. Sin ir más lejos, la celebración de bodas ante notario ha aumentado un 300% durante los primeros cinco años de la ley, aunque de momento solo representan un 4% de los casamientos totales (8.600 en 2018). Por su parte, la atención de divorcios creció un 58%.

Louro cree que la "proximidad" es uno de los motivos que pueden explicar el crecimiento de estos actos, puesto que en Galicia "hay notarías en lugares muy pequeños en los que no hay juzgado", valora la decana.

Casarse ante notario es más caro que hacerlo por el juzgado (el precio oscila entre los 100 y 160 euros), pero es más rápido (de una semana para otra, en pocos días). "Todas las bodas que he hecho han sido sin celebración. Suelen ser parejas que llevan muchos años juntos y aprovechan un rato libre a media mañana para casarse. Vienen aquí a firmar como si fueran a sellar un contrato de compra-venta o un préstamo", comenta Louro en clave de personal. "Es la agilidad y la intimidad, porque la notaría es un espacio más restringido que un juzgado, donde puedes encontrar a más gente", añade.

Eso sí, la liturgia de una boda en estas condiciones es la que impone el Código Civil. Con carácter general, se celebra en el despacho notarial. Primero, se procede a identificar a los miembros de la pareja. Después, se pasa a leer los artículos 66, 67 y 68, que recogen los deberes y derechos del matrimonio. Y, por último, la rúbrica. Todo ante la presencia de dos testigos.