La epidemióloga Ester Villalonga Olives (Mallorca, 1980) es profesora titular en la facultad de Farmacia de la Universidad de Maryland en Baltimore (EEUU), después de más de cuatro años de investigación y docencia en Harvard. También ha sido conferenciante en Yale y ha trabajado en la London School of Economics.

Para que se haga cargo del tipo de entrevista: ¿Es la situación más grave que ha afrontado la humanidad?

En el mundo actual, probablemente sí. Esperábamos una pandemia y finalmente llegó. Y llegó con demasiadas incógnitas. Pero no ignoremos que es una situación grave ligada a otras situaciones extremadamente graves, como es el cambio climático.

¿Qué error imperdonable se ha cometido estos meses?

Antes de que sucediera, no estar preparados. Cuando estaba sucediendo, esperar demasiado para tomar medidas a pesar de los avisos de los científicos. Una vez éramos conscientes de lo que sucedía, no organizarnos bien contra un problema común. Esta serie temporal de eventos se ha repetido en múltiples países.

El confinamiento también tiene efectos secundarios.

Por supuesto, y no pocos. Países como España o Italia han experimentado un confinamiento muy estricto, donde miles de niños y niñas no han salido de sus casas en semanas. Revistas prestigiosas como el British Medical Journal ya publicaban hace semanas los efectos en menores.

Esperábamos más de Estados Unidos en la pandemia.

Estados Unidos tiene científicos altamente preparados, un capital humano probablemente inmejorable. Pero al ser un Estado federal, hay muchas competencias locales. La respuesta ha sido muy diferente en Nueva York que en Florida.

También es socióloga, ¿el miedo ha funcionado?

Claro que ha habido miedo. Hemos visto que quienes han estado en primera línea, han sufrido muchísimo más. No hablo solamente de personal sanitario, también de quienes trabajan en supermercados, son personal de limpieza, cuidan a gente mayor.

Investiga y enseña tres años en Harvard, eso es currículum.

Le voy a corregir, fueron cuatro años y medio. De los mejores de mi vida. Y por suerte, sigo ligada a Harvard, que fue mi plataforma para conseguir una plaza de profesora titular en Maryland. Me parecía imposible. Por suerte, en Harvard me prepararon muy bien para presentarme y me convencieron de que la universidad americana no es endogámica y prioriza la meritocracia.

Ha trabajado en Cuba, ¿hemos de aprender de su sanidad?

Hace muchísimo estuve una temporada en la isla, y sufrí bastante. El bloqueo estadounidense, la dictadura, la universidad absolutamente controlada por el Gobierno. La experiencia me afectó, pero todavía más trabajar en la India.

¿Ha seguido a F ernando Simón?

Por supuesto. En nuestra reclusión he dedicado horas a leer y leer sobre lo que estaba sucediendo, las respuestas de diferentes países, los diferentes modelos de gestión. Como consecuencia, he acabado investigando sobre el capital social y la Covid-19, y he conseguido financiación para dos proyectos.

¿Apuesta usted a vacuna o a tratamiento?

El desarrollo de una vacuna es muy largo. En Maryland tenemos en marcha un ensayo clínico de una vacuna y hemos empezado la Fase 3. Me pedían el otro día si podía adherirme para liderar el seguimiento de los participantes. ¿Sabe cuánto tiempo deberíamos seguirles para saber si desarrollan la Covid-19? Dos años por lo menos. Por este motivo, pensé desde el inicio que un tratamiento conocido que ya funcionara para otras patologías sería una buena solución mientras esperábamos la vacuna.

¿El alcoholismo está matando a americanos blancos?

El abuso de alcohol es aquí elevado. El consumo diario no es frecuente y hay muchas restricciones, pero cuando se consume alcohol, se abusa de él. En España se consume muy a menudo, con menos restricciones, pero con menor prevalencia de abuso.

¿Responde a estas preguntas con mascarilla?

Desde mi estudio en casa no uso mascarilla. Fuera, siempre. Estoy teletrabajando y parece que esta situación no cambiará en meses. Ya teletrabajaba en el pasado, pero ahora será más fácil instalarse en España un tiempo al año. Solo hay que demostrar que se cumplen objetivos, y que el trabajo no se resiente.

¿Lo peor ya ha pasado?

Espero que sí, pero lo dudo.