Los trabajadores sociales de Galicia solicitan su integración oficial en los equipos de rastreo de la Covid-19, no obstante, muchos de estos profesionales ya desarrollan esa labor, de manera informal y en coordinación con sus compañeros de los servicios de Medicina Preventiva, en varios municipios. También en la comunidad gallega.

Isabel Fernández Lema es trabajadora social en el centro de salud de Ribeira (A Coruña) y, desde el inicio de la pandemia de coronavirus SARS-CoV-2, ha llevado a cabo labores de rastreo, información y seguimiento de casos activos de Covid-19, coordinada con el Servicio de Medicina Preventiva del área sanitaria de Santiago y Barbanza y los médicos de su ambulatorio, en el que "todos los compañeros" colaboran. No obstante, Fernández Lema reconoce que "hay bastante desigualdad" porque "no todos los centros de salud tienen un trabajador social", de ahí la necesidad de incorporar "de manera oficial" esta figura profesional en los equipos de rastreo. Además, asegura que en un primer momento "costó un poco" que desde el Servizo Galego de Saúde (Sergas) "entendieran que éramos necesarios en el desarrollo de esa tarea".

"En el área sanitaria de Santiago y Barbanza, que es a la que pertenece mi centro de salud, desde el minuto los trabajadores sociales establecimos un protocolo para Atención Primaria -y otro para especializada-, de manera la responsable del Servicio nos distribuía, a diario, un listado con los positivos que nos correspondían a cada profesional (yo llevaba los ayuntamientos de Ribeira y A Pobra) y, a partir de ahí, se iniciaba el seguimiento. Adaptábamos el protocolo en función de la unidad familiar y de sus circunstancias socioeconómicas (el trabajo es bastante individualizado), y llamábamos a los afectados a diario o cada dos días para ver cuál era su situación. Así nos encontrábamos, por ejemplo, con casos de pacientes con algún familiar también contagiado y hospitalizado; o cuyos familiares estaban también en aislamiento; o que vivían solos y cuyos hijos estaban en otros municipios y no se podían desplazar para su cuidado. Valorábamos la situación sociofamiliar de esos enfermos, y según las necesidades que detectáramos, en coordinación con los servicios sociales del municipio en cuestión, activábamos el protocolo y les facilitábamos los recursos adecuados", apunta esta trabajadora social, y agrega: "También les ofrecíamos información sobre cómo tenían que hacer el aislamiento, qué medidas de higiene debían seguir y, en función del número de miembros de la unidad familiar, les ayudábamos a determinar cómo se podía articular ese aislamiento", explica.

Fernández Lema insiste en la necesidad de reforzar los equipos de rastreo con la inclusión oficial de trabajadores sociales, y asegura que la situación actual es "más complicada" incluso que la de hace unos meses, en el sentido de que se están detectando "muchos casos asintomáticos" y "a veces" cuesta concienciar a este perfil de pacientes, y sobre todo a sus contactos estrechos, sobre la necesidad de llevar a cabo el aislamiento. "Hemos llegado a ver casos de personas que solicitan que se les realice la PCR tras haber tenido un contacto estrecho con un afectado, y una vez que dan negativo y se les informa de que igualmente tienen que hacer 14 días de aislamiento, cambian la versión y niegan el contacto para no pasarse esas dos semanas encerrados en sus casas. Por eso es fundamental el seguimiento", avisa.