"Seguimos trabajando, incluso más que antes, pero lo hacemos de otra manera", explican las médicas de Atención Primaria Belén Iglesias y Emma Mateos, que pasan consulta en la Casa do Mar y que están doblando turno esta semana, como sus compañeros, para poder atender a todos sus pacientes. Les demandan colaboración en estos momentos en los que están llevando gran parte de la carga de los nuevos casos de contagio de coronavirus, ya que la mayoría de ellos no requieren hospitalización.

"Les pedimos que no vengan a los centros de Primaria si han estado en contacto con un positivo. Aquí no hacemos PCR, es de las pocas cosas que no hacemos, las pedimos, pero lo hacemos por teléfono. Que se aíslen, que se queden en casa y que llamen y, si están trabajando, que pidan cita telefónica con su médico, que le hace la baja por cuarentena", explica la doctora Iglesias, ya que varias personas acudieron ayer a la Casa do Mar solicitando que les hiciesen la prueba.

Los médicos de Primaria alertan de que este comportamiento es muy peligroso, ya que, en caso de que sean positivos aunque carezcan de síntomas o estos sean muy leves, pueden poner en riesgo a personas mayores o con patologías previas para las que contraer el coronavirus puede tener unas consecuencias graves, incluso mortales.

"Para ver pacientes tenemos que hacer un auténtico rompecabezas, pero no podemos permitir que se nos contagien en la sala de espera", explica la doctora Iglesias, es por ello por lo que insta a los pacientes a que no acudan a los centros de Primaria hasta que sean citados o a menos que tengan una emergencia.

La doctora Mateos hace hincapié en que, actualmente, las dolencias a las que se enfrentan son más graves que las que atendían antes de la pandemia. "Durante el confinamiento, algunos pacientes tenían miedo de que los aislasen y no llamaban y, ahora, vemos que se han agravado sus patologías. Los oncológicos, por ejemplo, han estado aguantando en casa y ahora nos encontramos con más patologías y más graves", comenta Mateos, que lucha contra la idea extendida entre los pacientes de que, como el acceso al centro de salud está restringido, no está en funcionamiento. "Las agendas están más llenas que en marzo. Necesitamos más tiempo por paciente y con la dificultad de no poder verlos", relata Mateos, que cuenta que muchos de sus enfermos les acaban diciendo que se sienten mejor solo por haber hablado con ellas. "Los infartos llegan más tarde, las apendicitis... Todo llega más tarde", lamentan.

"Esto no es una nueva normalidad, es una nueva realidad y vamos a tener que convivir con ella bastante tiempo", resume la doctora Iglesias, que recuerda la importancia de mantener distancia social, una frecuente higiene de manos y también del uso de la mascarilla como las barreras que, a su alcance, tiene la población para frenar los contagios.

"Hay más pacientes asintomáticos o con síntomas muy leves que están en casa y a los que le hacemos el seguimiento desde Primaria", comenta Belén Iglesias, es un trabajo que deben compaginar con sus consultas diarias y con las salidas a domicilios, unas intervenciones que les llevan mucho más tiempo que las que hacen en consulta.

Las sanitarias consideran que lo que ha cambiado para que las cifras actuales sean menos graves que las de marzo es la edad de los pacientes, que son más jóvenes y pueden superar mejor el virus, también que, al pasar más tiempo en espacios abiertos, la carga vírica es menor y a que los "adultos jóvenes", de entre veinte y cuarenta años, "al mínimo síntoma", si han tenido contacto con algún paciente positivo, se ponen ya en contacto con su médico para que les hagan la PCR. Independientemente de si el resultado es positivo o negativo, la doctora Iglesias alerta de que hay que aislarse durante catorce días y, si es positivo, deben comunicárselo a todos sus contactos cercanos. "Esa información es oro", resume, porque es una manera de detectar a los que enfermos asintomáticos para que no sigan esparciendo el virus.

"Lo que no puede ser es que la noche nos confunda, que nos pasemos con el alcohol y abracemos a todos nuestros amigos. Ahora el cariño hay que expresarlo de otra manera. No nos tocamos porque nos queremos. A todos nos cuesta, pero tenemos que hacerlo así, porque más incómodo que la mascarilla es estar intubado en la UCI", comenta y les pide a los pacientes que se acuerden de aquellos días de finales de marzo, cuando no se podía salir de casa ni con mascarilla ni sin ella.

"Vamos a sufrir, nosotros, porque nos vamos a cansar de trabajar, porque va a haber personas que se vayan, porque vamos a perder ilusiones, el trabajo... Vamos a intentar que sufran lo menos posible durante el menor tiempo posible", promete Iglesias, que durante el confinamiento montó el albergue de Riazor.

"Necesitamos el apoyo de los pacientes y del hospital. Estamos haciendo más controles de pacientes que iban a consultas especializadas, porque la gente ahora prefiere no ir al hospital", explica Mateos, que, como Iglesias, está de acuerdo en que la batalla "va a ser larga y difícil", pero que eso no quiere decir "que no sea posible" superarla.