La vía del contagio por aerosoles tardó décadas en ser admitida para enfermedades tan importantes como la tuberculosis y el sarampión, pese a que la evidencia la apoyaba. Y es que la historia de la medicina nos enseña que requiere tiempo y esfuerzo para que cambie un paradigma. Ocurrió también con el cólera: el anatomista italiano Filippo Pacini descubrió en 1854 que la bacteria vibrio cholerae era la causa de esta enfermedad, causante de enormes mortandades en siglos pasados. Sin embargo, su hallazgo fue ignorado y siguió predominando la teoría de los miasmas, que atribuía el cólera a la mala calidad del aire. No fue hasta tres décadas más tarde cuando el alemán Robert Koch, descubridor también del bacilo que causa la tuberculosis, publicó su investigación sobre el cólera y las medidas para luchar contra este microorganismo acuático.

Como recuerda el profesor de la Universidad de Colorado José Luis Jiménez en Time, durante décadas se pensó que la tuberculosis solo se contagiaba mediante esputos, gotas y fómites (objetos), pero investigaciones posteriores demostraron que la tuberculosis solo puede transmitirse por aerosoles. "Y hemos estado cometiendo un error similar con el Covid-19", advierte.

También se ignoró la transmisión por aerosoles del sarampión hasta los años 80. Es el virus humano más contagioso que se conoce: permanece infectivo en el aire durante 2 horas y un enfermo contagia al 90% de las personas de su alrededor que no estén vacunadas. Estudios centrados en contagios producidos en salas de espera médicas llevaron a reconocer la evidencia. Con el SARS-CoV-2, mucho menos contagioso, se han estudiado "supercontagios" en ensayos de coros y otros espacios cerrados.