Estrés postraumático, sentimientos de ira y frustración, dificultad para anticipar el placer, temor al contagio, bajo ánimo o incapacidad para gestionar la incertidumbre que genera la pandemia. Estos son algunos de los problemas que presentan los pacientes que, tras el confinamiento obligado, llegan ahora a la consulta de los psicólogos. Víctor Torrado, miembro de la junta directiva del Colexio de Psicoloxía de Galicia y profesional que ejerce en el área sanitaria de A Coruña, reconoce que parte de las consecuencias de la pandemia en la salud mental serán "duraderas" y se muestra relativamente optimista sobre si la población aceptaría un nuevo confinamiento. "Creo que la mayoría lo consentiría por el bien común pero siempre que se aplicase por el tiempo estrictamente necesario y se diese apoyo a los grupos vulnerables", asegura.

¿Está la población preparada a nivel psicológico para un segundo confinamiento como el vivido hace unos meses?

Creo que la mayoría de la gente consentiría ese hipotético escenario considerando el bien común. Los gobernantes deberían justificarlo ante la ciudadanía detalladamente, con información de los protocolos; asegurar que se proporcionan los apoyos necesarios a las personas más vulnerables y por el tiempo estrictamente necesario. Pero hay que reconocer que hay características del confinamiento que se consideran factores que incrementan el estrés como es su duración, los temores hipertrofiados al contagio, los sentimientos de frustración o aburrimiento, la información inadecuada o las dificultades económicas preexistentes o sobrevenidas por este encierro.

¿Es una ventaja el haber ya pasado por esta experiencia o justo todo lo contrario?

Pudiera pensarse que el haber pasado por un confinamiento nos dotaría de mayor capacidad individual para afrontar una segunda situación de este tipo. Pero en términos globales creo que eso no representa ninguna ventaja. Sin embargo, diferentes organizaciones científicas y sanitarias como el Colexio de Psicoloxía hemos realizado algunas recomendaciones de las que podemos valernos para minimizar el impacto psicológico de un confinamiento. Además, hemos comprobado el valor de apelar a la solidaridad y al altruismo y realizar gestos de agradecimiento a ciertos colectivos más expuestos y abnegados.

¿Cuáles son esas recomendaciones para llevarlo mejor?

Tener claro el motivo del confinamiento, es decir, que es para frenar la expansión del virus. Saber que el sentimiento de incertidumbre es normal en esta situación, limitar la información que recibimos sobre coronavirus y siempre de fuentes oficiales, hablar con la familia y marcar espacios para estar juntos y también solos, etc...

Dice que la mayoría lo aceptaría pero hace unas semanas el rumor de un posible confinamiento en A Coruña aumentó la preocupación en una parte de la población. ¿Qué cree que es lo que más se teme de volver a confinarse?

Posiblemente la incertidumbre sobre su duración, sus condiciones y sus efectos sobre el empleo y la economía. Y asociado al confinamiento, las razones que avalarían tomar dicha medida, es decir, la escalada de contagios y fallecimientos.

¿Por qué unas personas llevan mejor que otras esta situación?

Existen diferencias individuales entre las personas sobre su capacidad de afrontar el estrés, pero también hay que tener en cuenta que el contexto físico, social y económico del confinamiento puede variar enormemente. Confinar en sus hogares a la población no significa que todos los ciudadanos hagan el mismo esfuerzo. Los hogares no son iguales en metros por residente ni en comodidades, las relaciones interpersonales o las cargas en las familias no son iguales y la seguridad económica que pueda verse mermada por un segundo confinamiento tampoco.

¿Qué colectivos podrían tener más problemas si se produjese un segundo confinamiento?

Entre los colectivos más vulnerables estarían personas con algún trastorno psicopatológico previo moderado-grave, sobre todo si se interrumpe el tratamiento o la rehabilitación y el personal sanitario en primera línea de actuación, especialmente si tienen sobrecarga de trabajo continuada, carencia de medios de protección y una exposición repetida a muertes de pacientes o enfermos críticos. Además también son vulnerables personas que pierdan a un ser querido por las dificultades añadidas de elaborar el duelo ante la imposibilidad de despedirse, supervivientes de Covid-19 que estuviesen tiempo hospitalizados, víctimas de abusos o personas en situación de pobreza sobrevenida.

¿Hay problemas psicológicos o a nivel emocional que todavía se arrastran del confinamiento?

La mayoría de los estudios que han abordado este tema informan de efectos psicológicos derivados del confinamiento como son síntomas de estrés postraumático, confusión o ira. Algunos han sugerido efectos duraderos. Personalmente, entre los pacientes atendidos he percibido sentimientos de frustración, ánimo bajo, dificultad para anticipar placer, temor al contagio y dificultades para manejar la incertidumbre que genera la pandemia.

Toda la incertidumbre y lo vivido en estos meses de pandemia. ¿Puede tener consecuencias en la salud mental a corto plazo?

Ya hemos visto que las consecuencias pueden ser duraderas. Pero, además, desde que se inició el mes de agosto, la preocupación por la gestión de los rebrotes ha ido en aumento. Nada ha finalizado en este proceso. Debemos hablar de lo vivido y de lo que está por llegar. Las consecuencias a nivel psicológico no sólo tienen que ver con no poder salir de casa, verse con los amigos o acudir a clase o al trabajo. Tienen que ver con sentirse amenazado en tu salud, en tu estabilidad económica o en afrontar una posible pérdida de un ser querido.