Los científicos que operan los detectores LIGO y Virgo anunciaron ayer haber detectado la fuente de ondas gravitacionales más grande hasta la fecha y atribuyen su surgimiento a la fusión binaria de dos agujeros negros. "Esto no se parece mucho a un chirrido, que es lo que normalmente detectamos", dijo ayer el miembro de Virgo Nelson Christensen, investigador del Centro Nacional Francés de Investigación Científica (CNRS).

Las ondas gravitacionales detectadas desarrollaron, según los científicos, una energía similar a la de ocho masas solares. Una onda gravitacional es una onda invisible que se desplaza a la velocidad de la luz. Albert Einstein postuló su existencia en 1915, como parte de la teoría de la relatividad general, pero el fenómeno solo se detectó experimentalmente en 2015 a través de LIGO. Son difíciles de detectar y tanto LIGO como Virgo fueron creados especialmente para ello; el hallazgo comunicado ayer puede haber sido el más importante hasta la fecha.

La señal se detectó el 21 de mayo de 2019 por LIGO, de National Science Foundation en Estados Unidos, y por Virgo en Italia y fue catalogada como GW190521. Se asemeja a unos cuatro movimientos cortos, y es de duración extremadamente breve, menos de una décima de segundo. Eso indica, según los investigadores, que GW190521 fue generada por una fuente que se encuentra aproximadamente a 5 gigaparsecs de distancia, cuando el universo tenía aproximadamente la mitad de su edad actual, lo que lo convierte en una de las más distantes detectadas hasta ahora.

El gigaparsec es una medida astronómica que equivale aproximadamente a cerca de 3.260 millones de años luz. Casi todas las señales de ondas gravitacionales confirmadas hasta la fecha provienen de una fusión binaria, ya sea entre dos agujeros negros o dos estrellas de neutrones. En el caso actual los científicos creen estar ante la fusión más grande entre dos agujeros negros con masas de 85 y 66 veces la masa del Sol.

La nueva señal probablemente viene del instante en que los dos agujeros negros (de 85 y 65 masas solares) se fusionaron. La fusión creó un agujero negro aún más grande, de unas 142 masas solares, y liberó una enorme cantidad de energía, equivalente a alrededor de 8 masas solares, esparcida por el universo en forma de ondas gravitacionales.

Esta fusión ha resultado en el agujero negro más masivo que jamás se ha observado con ondas gravitacionales, unas ondulaciones del espacio-tiempo que se producen en el Universo debido a acontecimientos muy violentos, como la explosión de una supernova o la fusión de dos agujeros negros, como así ha sido el caso.

Este es probablemente el descubrimiento más importante en este campo desde que en 2016 se descubriera la primera onda gravitacional y los impulsores de LIGO ganasen el Nobel de Física un año después.