El presidente de la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría, Miguel Ángel Vázquez, trabaja desde hace más de treinta años en residencias de mayores y, por tanto, conoce muy bien la realidad de esos centros, los más golpeados durante la primera ola de la pandemia de Covid-19, al sumar casi 19.700 de los más de 29.000 muertos reconocidos por el Gobierno en todo el país. Convencido de que los fallecidos fueron muchos más -"el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo) del Centro Nacional de Epidemiología cifra en 43.000 personas el exceso de mortalidad en España entre el 15 de marzo y el 22 de mayo con respecto a la media de los diez años anteriores", refiere-, Vázquez sentencia: "El que no se escandalice con esas cifras es que no quiere pensar en ello. No creo que la sociedad española no tenga la imagen de esos casi 19.700 mayores fallecidos en residencias. Creo que no quiere pensar en ello. Si en vez de morir 19.700 mayores hubiesen muerto 200 niños, se pediría la dimisión de algún ministro y algún conselleiro. Y aquí no pasó absolutamente nada".

Vázquez lamenta que, ante "una tragedia de semejante magnitud", aquí "solo se hable del modelo de residencia, como si lo hubiese". "El mundo residencial es muy heterogéneo. En Galicia, sin ir más lejos, existen residencias públicas y privadas; privadas con fin de lucro y sin fin de lucro; bien y mal dirigidas; pequeñas, medianas y grandes. Hay viviendas comunitarias, fogares residenciales...; residencias a la vanguardia en los modelos de atención y otras mucho más rancias en su política asistencial; centros con equipos altamente cualificados y otros en los que son muy limitados... las alternativas son inmensas", enumera este especialista, quien llama la atención sobre el hecho de que Galicia "tenga más residencias afectadas que ninguna otra autonomía de España, no siendo la más golpeada por la Covid-19 y tampoco la que más plazas residenciales tiene". "Más bien al contrario, las provincias de A Coruña y Pontevedra están a la cola del ranking nacional. Está claro que algo no se está haciendo bien", remarca.

El presidente de la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría recuerda que, ya a finales de febrero, esa entidad elaboró un comunicado -que se puede consultar en su página web- en el que realizaban una serie de propuestas "valientes desde el punto de vista científico", entre ellas, la creación de "servicios intermedios" -las denominadas "residencias integradas"- para trasladar a los mayores infectados. "En las residencias no pueden estar porque son un vector de contagio muy potente, porque la estructura de la mayoría de estos recintos no es la adecuada para habilitar zonas de aislamiento -"hay mucha residencia pequeña, de 50 o 60 plazas que, por ejemplo, no tiene ascensor. ¿Cómo se van a generar espacios de aislamiento en un centro que no tiene una comunicación vertical?", cuestiona-, y porque su personal no está cualificado para tratar a enfermos con patologías infecciosas, sino para atender las necesidades de la vida diaria de los mayores. Gerocultores y auxiliares tienen que estar formados en psicología del envejecimiento; en asistencia en actividades como el aseo, la comida o el vestirse; en la animación cotidiana. Pero no han de estar entrenados en enfermedades infectocontagiosas. Quien se encarga de atender ese tipo de dolencias son los servicios de Medicina Interna de los hospitales", recalca Miguel Ángel Vázquez, quien reconoce que la propuesta realizada por la sociedad científica que preside fue recogida, "en cierto modo", por la Consellería de Sanidade, gracias a la "apuesta arriesgada y fundamentada, basada en el criterio de los profesionales", de Política Social. "Digo en cierto modo porque los dos servicios intermedios que se habilitaron, en Baños de Molgas (Ourense) y en la residencia compostelana Porta do Camiño, estuvieron infrautilizados. Solo se derivó a los enfermos con dependencia de grado 1, cuando la mayoría de los usuarios de residencias son de grado 2 y 3. En el centro de Ourense había 93 plazas y se llegó a una ocupación máxima de 45, y algo similar sucedió en Santiago", sostiene.

En su documento, los gerontólogos gallegos también recogían otras peticiones, como "la creación de un mando único" para el abordaje de los casos de Covid-19 en las residencias de mayores, la "realización de PCR inmediatas cuando el virus entra en un centro" a usuarios y trabajadores para el diagnóstico precoz de nuevos positivos -"y la repetición de esas pruebas a los cuatro días"- y medidas orientadas a "mejorar la dotación de equipamiento y los programas de ayuda a domicilio", entre otras. Toda una serie de demandas que, en esta nueva etapa de la pandemia, siguen considerando "prioritarias". "Hemos aprendido de la experiencia de la primera ola de la pandemia, pero no se está aplicando lo aprendido. Un número nada despreciable de residencias de Galicia tienen el coronavirus dentro. Hay centros como el de O Incio [intervenido por la Xunta] que empezó con 52 positivos, y ahora tiene a casi todos sus usuarios infectados [84 en la jornada de ayer, según el balance diario del Sergas] y suma ya catorce muertos. Es necesario sacar a los positivos inmediatamente de las residencias. Reabrir los centros intermedios y trasladarlos allí, o a derivarlos a los hospitales. El hospital no es el mejor lugar para un mayor siempre y cuando no lo necesite", considera.

Miguel Ángel Vázquez lamenta que los protocolos para el abordaje de los casos de Covid-19 en las residencias de mayores "los estén elaborando profesionales de los hospitales", cuando "no es un problema de los hospitales". "En el comité científico de la Xunta no hay ningún trabajador social, psicólogo, enfermera o director de residencia. Ninguno. Hay dos geriatras, uno de Lugo y otro de Vigo. Los dos únicos miembros de ese comité que saben algo de estos centros. Estoy seguro de que muchos gerentes de área no han entrado nunca en una residencia de mayores. Y me apuesto algo a que más de la mitad de los que toman las decisiones, tampoco", subraya el presidente de la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría, e insiste: "Los profesionales de las residencias no podemos decidir lo que ocurre en los hospitales, sería un disparate. Pues al revés, tampoco".

Este gerontólogo cuestiona, por otro lado, la decisión tomada precisamente por el comité científico de la Xunta de suspender las visitas a las residencias en determinadas localidades, como A Coruña y sus concellos limítrofes, o en las ciudades de Santiago y Ourense, entre otras [esta misma semana, el Gobierno gallego anunció que se elaborará un protocolo "muy estricto" y con medidas de seguridad "importantes" para reiniciar esas visitas]. "El confinamiento causa problemas físicos irreversibles a los mayores, y psíquicos también. Hay personas que entran en procesos depresivos, que no quieren seguir viviendo... Desde nuestra sociedad científica creemos que las visitas no suponen un gran riesgo si se hacen las cosas bien. Y para hacer las cosas bien hay que reforzar las plantillas. Consideramos más problemáticas las salidas de los residentes. ¿Para qué se le pide a una persona que sea rigurosa durante una visita si no se exige ese rigor en las salidas de mayores que, posteriormente, regresan a la residencias? No tiene ninguna lógica. Se pasa de medidas que son un disparate a otras que son muy restrictivas", destaca Miguel Ángel Vázquez, quien aplaude que las residencias "hayan ido habilitando sistemas de comunicación para que los usuarios pueden estar en contacto con sus familiares", pero incide en que "no es lo mismo que verse en persona", y llama la atención sobre las dificultades que tienen muchos mayores para comunicarse mediante dispositivos electrónicos, como teléfonos móviles o tablets.

"Muchos tienen problemas de audición, otros diferentes grados de demencia, etc. .. Sería necesario implementar, por ejemplo, sistemas de comunicación aumentativa para que el familiar pueda hablar y el residente escucharlo, del otro lado, con altavoces", propone este especialista.