Adicto confeso de la medicina y tras cinco años jubilado -aunque no desvinculado de la profesión-, el que durante casi tres décadas fue el responsable de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital de A Coruña, Pedro Llinares, volvió a coger la bata el pasado mes de abril para echar una mano a sus compañeros en plena pandemia de coronavirus. Ahora el Sergas acaba de reconocerle como médico emérito, una distinción que asegura es "un honor" y que recibe "con muchísima ilusión" por lo que supone después de tantos años de profesión y porque gracias a ella podrá seguir vinculado dos años más al hospital coruñés. "Tenía varios proyectos pensados pero ahora la prioridad es el Covid y seguiré con las funciones que tuve estos meses", señala este facultativo que volvió a ejercer entre abril y junio.

¿Qué supone el ser reconocido como médico emérito del Sergas?

Es todo un honor y me hace muchísima ilusión después de tantos años de profesión, pero es cierto que considero que hay mucha más gente que lo merecía más que yo. Estoy contento porque además este reconocimiento me permite estar un par de años más ligado al hospital y yo soy un adicto, un enfermo de la medicina.

Fue de los médicos jubilados en el Sergas que se ofrecieron a volver a trabajar durante la pandemia. ¿Cuáles fueron sus funciones?

Me incorporé en el mes de abril y con una labor distinta a la ejercida antes de jubilarme porque a más edad puedes aportar otras cosas que te da la experiencia: en docencia, a la hora de establecer protocolos, de asesorar... En mi caso me encargué de ayudar y estar en contacto tanto con Atención Primaria como con las residencias sociales. A través de un teléfono que estaba disponible de 09.00 a 21.00 horas resolvía dudas, atendía consultas sobre el manejo sociosanitario, ayudé a elaborar protocolos, etc. Ahora mismo Atención Primaria es donde está el problema, están trabajando a destajo y yo soy de los que creo que siempre hubo una distancia excesiva entre la atención hospitalaria y la Primaria. Ahora ejerzo como una especie de puente entre ambas.

En los 26 años que estuvo al frente de Infecciosas, ¿vivió alguna situación similar a la de esta pandemia?

Nada que se le parezca. Es cierto que hubo antes otros coronavirus pero los casos no llegaron hasta aquí, igual que ocurrió con el ébola. Veíamos todo desde lejos, nunca llegó a afectar a pacientes en el hospital. Esto ha pillado a toda la comunidad científica y a los gobiernos por sorpresa. Quizás lo más parecido en cuanto a remover los cimientos de la ciencia fue el VIH pero aun así era distinto, estaba ligado a un grupo concreto de pacientes.

¿Qué es lo que hace tan característico al coronavirus?

Es un virus muy contagioso y difícil de erradicar. Creíamos que con el calor desaparecería y solo le ha hecho cosquillas. Además tiene una serie de características que facilitan las complicaciones, que hace que adopte comportamientos diferentes... y todo esto hace que sea difícil de eliminar. También es cierto que si esto llega a ocurrir hace treinta o cuarenta años cuando no había tanta movilidad, el virus no habría viajado desde China, ahora llevamos el virus de un sitio a otro.

¿Qué retos ha supuesto el Covid-19 para la comunidad científica?

Ha supuesto varios retos. Hay que destacar que a los pocos días de aparecer en China, los científicos ya habían identificado al virus, que hay una colaboración internacional impresionante y que ahora la lucha se centra en la búsqueda de la vacuna. Quizás el mayor desaliento es lo poco que se ha avanzado en los tratamientos. Cuando un afectado ingresa en el hospital se sabe que puede haber dos fases y la segunda es la más peligrosa y es cuando pueden aparecer secuelas. En su momento se pusieron en marcha varios protocolos pero que a estas alturas no haya avances en el tratamiento es frustrante y estamos preocupados de cara a lo que pueda venir ahora.

¿Le inquieta el otoño con la vuelta al cole o la llegada de otras patologías respiratorias como la gripe estacional?

Lo vivo con incertidumbre y miedo porque estamos cogidos con alfileres. Aunque de momento nos hemos defendido bien y es cierto que aunque se detectan más casos por el aumento de PCR hay menos ingresos en los hospitales, hay que andar con ojo porque el virus comienza ya a afectar de nuevo a gente mayor. Es cierto que todos estamos mejor preparados que antes pero hay que extremar las precauciones.

¿ Cree que el aumento de casos en las últimas semanas tiene que ver con que la gente se relajó a la hora de seguir las medidas de seguridad?

Sí, la gente se relajó porque además llegó muy cansada del confinamiento. España está por encima de otros países en contagios y esto igual tiene que ver con que es una sociedad diferente, muy de abrazos y besos. Lo que está claro es que este virus obliga a una nueva forma de vivir. Hay que usar mascarilla, lavarse las manos y mantener la distancia de seguridad. Mientras no hagamos esto bien, no lo vamos a controlar. Afortunadamente pertenezco a una generación que no sufrió una guerra, hambruna o el paro pero ahora toca esto y hay que adaptarse a la nueva situación. De nada sirve enfadarse por tener que llevar la mascarilla, hay que ponerse todos las pilas.