Aunque en el estudio figuran los cuatro hospitales gallegos que tienen Cardiología Intervencionista, la cardióloga del Universitario de Santiago Belén Cid puntualiza que han participado todos "porque en Galicia, la atención al infarto es una atención en red". "El programa de atención al infarto, que funciona desde 2005, ha permitido que haya equidad en el acceso y que los pacientes sean atendidos rápidamente, lo que redujo mucho la mortalidad y la morbilidad y esto supone una mejoría importante en la salud de la población", sostiene la que también es una de las investigadoras de este estudio.

¿Hasta qué punto incide la intervención temprana en el pronóstico del infarto?

El infarto es una patología muy grave que ha de atenderse lo más rápidamente posible. El Programa Gallego de Atención al Infarto Agudo de Miocardio nos permite reducir mucho tanto las complicaciones agudas como a largo plazo, porque hacemos una reperfusión precoz. Esto quiere decir que lo que causa el infarto, que es una obstrucción trombótica de una arteria coronaria, se puede abrir mecánicamente a través de un cateterismo que se hace en los laboratorios de cardiología intervencionista y eso mejora mucho el pronóstico del paciente, tanto la mortalidad intrahospitalaria como a largo plazo la morbilidad, permitiendo que tenga una buena calidad de vida y no tenga consecuencias. Lo que hemos visto con este estudio es que el tiempo que el paciente tarda en pedir ayuda desde que tiene los primeros síntomas del infarto se ha incrementado durante la pandemia, un aspecto importante porque hay algún paciente que ha llegado con una semana de retraso porque se ha quedado en casa por miedo al contagio del coronavirus. Hay que decir que nosotros estamos para tratar el infarto las 24 horas los siete días de la semana, que el programa se ha mantenido igual durante la pandemia. Otra cosa que se ha visto en este estudio es que una vez que el paciente contacta con el sistema, el tiempo hasta que se le abre la arteria no ha variado, es decir, que el programa se mantiene igual de activo y efectivo. En este sentido, los pacientes pueden estar tranquilos porque el sistema es seguro y está preparado para trasladarles a una unidad de Cardiología para tratar, sin riesgo a la infección, el problema, que es el mayor miedo que tienen estos pacientes.

De una reducción del 40% de pacientes con sospecha de infarto se ha pasado a un 28%. ¿Ha disminuido el temor al contagio?

Sí. Nosotros, inicialmente lo que veíamos es que, desde que se instauró el estado de alarma y ese miedo generalizado, se redujo el número de pacientes que atendíamos con infarto. En el primer registro se vio que la reducción fue de un 40%, aunque esta cifra variaba un poco en función de la incidencia de la pandemia en cada comunidad autonómica. En Galicia fue un poco menor. Ahora se compara un mes entero y vemos que pasó de 40% al 28%, en parte por los mensajes que se lanzaron tras la publicación de esos primeros datos. El infarto sin tratar tiene una mortalidad muy elevada y, sin embargo, si lo tratas en tiempo y forma la reducción de mortalidad y morbilidad es drástica. Llamar y acudir a un hospital para ser tratado es mucho más seguro que quedarte en casa con una sospecha de infarto.