La vida de Fátima Rapela y su madre Ana María Pardo, enferma de alzhéimer, estaba perfectamente organizada para poder combinar el trabajo con el cuidado. Durante la jornada laboral de Fátima, su madre acudía al centro de día de Afaco hasta las 19.00 horas, donde la recogía otro de sus hijos hasta que ella llegaba a casa. La pandemia hizo estallar todo este engranaje por los aires. "Ahora teletrabajo pero por las mañanas es cierto que está mucho tiempo sola y viendo la televisión. Le ayudo para ir al baño o si necesita algo, pero en general está en su butaca con la tele", explica esta coruñesa, quien reconoce que ya por la tarde puede centrarse en su cuidado y salen de paseo o realizan diferentes actividades. Eso sí, tal y como mandan los expertos, desde que se cerraron los centros de día, aplicaron nuevas rutinas en el domicilio. "Siempre le ayudo a vestirse, nada de estar en pijama y seguimos unos hábitos como el paseo por las tardes", indica.

Fátima tiene claro que, pese a que desde Afaco les envían ejercicios y actividades para que realicen los pacientes en este periodo que los centros de día están cerrados, no es suficiente. "Mi madre ha empeorado muchísimo, estos seis meses se han notado mucho. Por ejemplo, ha perdido capacidad para hablar, ahora apenas hila una frase y piensa mucho antes de pronunciarla. Es más frecuente que antes que esté con la mirada perdida, como aislada en sí misma, murmura más para ella, ha perdido la autonomía para ir al baño o la iniciativa para moverse. Ahora si la dejas puede estar en la butaca sentada todo el día", lamenta Fátima, quien reconoce que pese "a que tenemos balcón y una azotea e incluso en el confinamiento siempre salimos a caminar, también se le nota un deterioro en la movilidad".

Esta coruñesa cuestiona la decisión de no haber reabierto los centros de día -la Xunta permitió que abriesen las puertas con protocolos antiCovid en julio pero apenas unas semanas después volvió a decretar el cierre al repuntar los casos en A Coruña y convertir al área sanitaria en la más afectada (algo que continúa) de toda la comunidad- ya que "no se trata de un capricho sino de una necesidad ya que ellos necesitan recuperar su normalidad y ofrecen servicios esenciales para mejorar su calidad de vida". "Estamos deseando que reabran", explica esta coruñesa, quien reconoce que pese a la compleja situación que atraviesan tanto los enfermos como sus cuidadores, tienen que hacer frente a la incomprensión de parte de la población. "Nos sentimos olvidados, frustrados e incomprendidos porque parece que queremos desentendernos de nuestra madre y no se trata de eso. Yo soy la primera que quiere proteger a mi madre pero creo que no tiene sentido que pueda llevarla al Corte Inglés y no a sus terapias", indica Fátima.

Esta coruñesa reconoce sentirse una privilegiada por poder teletrabajar y así encargarse igualmente del cuidado de su madre con alzhéimer en casa pero asegura que, en general, estos meses han sido complicados para los cuidadores. "Tienes que sumar esta labor a la tensión de la propia situación de la pandemia, del trabajo de cada uno, de los problemas laborales, etc...", indica Fátima