Transformando mentes para transformar la educación es el título de la conferencia que impartirán Jesús Guillén y Anna Forés, especialistas en neurociencia y neuroeducación, respectivamente, el próximo sábado en el marco del IV Foro de Educación de FARO. La neurociencia se encarga de averiguar cómo funciona el cerebro y en los últimos años, la neurodidáctica se presenta como una disciplina clave para mejorar el aprendizaje y, por ello, el sistema educativo. De todo ello hablarán Guillén y Forés, firmes defensores de una educación que focalice su atención en las motivaciones, necesidades y capacidades específicas de cada alumno.

¿Cómo se transforman las mentes para transformar la educación?

Jesús Guillén (J G): No hay recetas milagrosas en educación, pero la transformación siempre tiene que partir de uno mismo y a partir de ahí, la transformación colectiva. El tema de la transformación en neurociencia tiene un fundamento científico claro. Hay algunos factores que se han identificado súper importantes. Uno es el de la neuroplasticidad, otro el de la epigenética, y relacionados con estos, la conexión cuerpo-cerebro, que es bidireccional, y la práctica. El aprendizaje requiere práctica.

Anna Forés (A F): En esta conferencia, planteada como si fuera un diálogo, intentaremos que forma y contenido vayan a la par, es decir, que lo que vayamos diciendo tenga un sentido en cómo lo estamos diciendo. También intentaremos contextualizar con esta situación que estamos viviendo, o sea, qué es lo que tendríamos que poder hacer en los centros educativos para transformar esas mentes para poder transformar la sociedad que nos ha tocado vivir.

J G:. Se habla mucho de la cooperación en el aula. Pues los primeros que tenemos que cooperar somos los profesores. De hecho, se ha visto que la cooperación entre el profesorado es uno de los factores de mayor impacto sobre el aprendizaje del alumnado.

¿Se puede interpretar este momento de crisis como una oportunidad para esa transformación?

J G: Precisamente lo que nosotros queremos plantear es qué podemos sacar, qué hemos aprendido de estos tiempos de pandemia. Esta situación nos ha enseñado que somos seres sociales, que tenemos una capacidad de adaptación espectacular, es decir, flexibilidad, y que encima, somos muy resilientes, esto es, tenemos una capacidad de soportar la adversidad y de salir reforzados espectacular.

A F: Si lo hacemos bien, claro, porque también nos puede llevar la corriente. Pero sí, la idea es explicar los estudios que se han hecho y dar algunos ejemplos sobre cómo llevarlos a cabo en el aula.

Todo esto tiene mucho que ver con la neurodidáctica. ¿Qué es y qué aporta al aprendizaje?

A F: Nosotros nos basamos en cómo aprende el cerebro para mejorar nuestra práctica diaria, por tanto, la neurodidáctica es recoger todos los avances de la neurociencia y aplicarlos a la educación.

¿Y cómo aprende el cerebro?

J G: Primero tenemos que plantearnos qué, cuándo y cómo aprender. El cerebro es tremendamente plástico, se está reorganizando continuamente, cambiando funcional y estructuralmente, y estos cambios continuos son los que nos permiten aprender durante toda la vida. Y esto tiene muchas implicaciones educativas porque lo que nos sugiere es que debemos esperar la mejora de todo nuestro alumnado, sin excusas. Todos aprenderemos según nuestras necesidades, a nuestro ritmo y con nuestro potencial.

¿El sistema está preparado para adaptarse a esos distintos ritmos y capacidades?

A F: La. cuestión es quién se va a adaptar a quién. ¿Será el sistema el que se adaptará al niño o el niño al sistema? Porque hasta ahora es el niño el que se adapta al sistema y quizás haya que adaptar un poco los sistemas a los diferentes tipos de niños.

J G: Lo que queremos es que puedan aprender juntos estudiantes totalmente diferentes y que puedan aprender con todo su potencial, por supuesto. La educación se ha centrado tradicionalmente en los aspectos negativos, pero ¡qué importante es identificar las fortalezas, el cambio de foco hacia lo positivo! Lo negativo nos ha ayudado a sobrevivir, pero lo positivo nos ayuda a prosperar.

- Cuáles son los principales enemigos del aprendizaje?

A F:. Desde el punto de vista del alumno, el peor enemigo en este momento es si tiene otro tipo de preocupaciones. Si un niño no tiene qué comer, no puede estar para aprender. Por parte del profesorado, es el miedo a lo desconocido, con otras reglas que entran en juego y esto nos descoloca a todos.

J G: Hay una serie de factores que están directamente relacionados con el aprendizaje y que son básicos. Por ejemplo, las emociones, la atención y la memoria. Se ha visto que es imprescindible suscitar la curiosidad y despertar las emociones para facilitar la atención, un factor crítico en el aprendizaje porque si no estamos atentos no podemos aprender. Cuando facilitemos la atención podremos hacer un uso adecuado de la memoria y así aprender. Está todo vinculado. De hecho, en el cerebro se ha visto que no podemos separar lo emocional, lo social, lo físico y lo cognitivo. Por eso nos gusta decir que una verdadera educación es una educación integral, que atiende las necesidades no solo cognitivas de los estudiantes, que son importantes, sino también las físicas, sociales y emocionales y esto en los tiempos actuales es súper importante.

¿Y se atienden?

J G: De forma desigual. Ha habido un predominio hacia lo cognitivo, hacia el resultado, hacia lo académico, pero las investigaciones están demostrando, por ejemplo, que los factores emocionales tienen una incidencia brutal en el aprendizaje y los estudios revelan que en la práctica los estudiantes están desmotivados, se aburren, se quejan y no solo los estudiantes, también el profesorado está desmotivado y estresado. Entonces, hoy más que nunca hay que tener en cuenta las necesidades emocionales de todos.

A F: Nos tenemos que preocupar sobre todo de la salud emocional del alumno en el sentido más amplio.

¿La educación emocional es una de las asignaturas pendientes?

J G: Sí, es uno de los grandes retos en la educación. Otro es la atención a la diversidad que comentábamos antes, y otro, sin duda el enfoque global, que se está viendo que es súper importante en los tiempos actuales de la inteligencia artificial, en los que competencias como la creatividad, la cooperación y la flexibilidad son básicas.

¿Hacia dónde debería dirigirse la educación entonces?

A F: A atender al niño o a la niña en su totalidad. Y eso es lo difícil, porque tratamos siempre de parcializar las asignaturas.

J G: Esto requiere también un cambio de foco en el planteamiento escolar. Se está viendo lo potente que es la docencia compartida para atender las necesidades específicas del alumnado, es decir, que haya más de un docente en el aula. Se está viendo la importancia de ir eliminando esta distribución o jerarquía de asignaturas porque en la práctica la vida no está dividida por asignaturas. Por eso los proyectos multidisciplinares son tan potentes. Se está viendo lo importante que es la cooperación entre profesores de distintas disciplinas, pero también entre estudiantes de distintas etapas educativas y entre escuelas.

¿Por qué?

J G: A veces nos centramos en las cuestiones meramente curriculares, que son muy importantes, pero también lo metodológico, el cómo se enseña también lo es. Se está viendo la evaluación, pero también otro factor crítico son los espacios de aprendizaje y hoy, cuando se está hablando de la necesidad de que haya ventilación en el aula, nos los tenemos que replantear más que nunca. Hay muchas investigaciones que demuestran la importancia de los entornos naturales no solo para un buen desarrollo cerebral, sino también para el aprendizaje.

A F: Incluso en este contexto de Covid-19, hay que abrir la escuela a la sociedad y la sociedad a la escuela, o sea, utilizar el parque, el museo o la biblioteca como espacios meramente educativos.

¿Qué se requiere para hacer una buena evaluación?

A F:. Sabemos que muchas veces vamos a intentar poner la nota al alumno, pero no estamos dando cuenta de si detrás realmente hay un aprendizaje. Un buen feedback es básico para comprobar si hemos aprendido o no y no solo calificar. Hay que enseñarles a los pequeños ese proceso de metacognición. Enseñarles a darse cuenta de si han aprendido, cómo y por qué han aprendido es también un elemento clave.

J G: Es súper importante también vincular el aprendizaje a situaciones cotidianas. Se ha visto que tienen un gran impacto sobre el aprendizaje los proyectos de aprendizaje-servicio, en los que se vinculan los contenidos curriculares al servicio de la comunidad en donde participan estudiantes de distintas etapas educativas, profesores de distintas disciplinas, los equipos directivos, las familias y entidades sociales porque en el fondo, la mejora educativa requiere la participación de toda la comunidad.

A F: Sin duda, hacen falta metodologías más activas para trabajar todas estas áreas que a veces quedan olvidadas.

¿Las familias están involucradas en esta transformación?

A F: Con la pandemia tuvieron un papel que algunos no habían tenido hasta entonces y realmente se demuestra que cuando la familia está involucrada con la escuela y la escuela con la familia, el niño aprende más y mejor.

J G: El papel de las familias en el rendimiento académico de los estudiantes es muy importante y se han identificado factores críticos, por ejemplo, una buena comunicación en el entorno familiar, que los padres tengan expectativas positivas sobre el desempeño de sus hijos y su capacidad lectora. Si los padres leen mucho habrá más posibilidades de que los hijos lean mucho y esto tiene un impacto positivo en su aprendizaje.

¿Hay deseos de cambio?

J G: No se puede generalizar, pero se aprecia, y no solo en el profesorado, también en las familias y en toda la sociedad, un deseo por hacer las cosas diferentes, pero intentando mejorar y adecuar la educación a las necesidades específicas de los tiempos actuales.

Las nuevas tecnologías, cuestionadas en muchas ocasiones, se han revelado de gran utilidad durante esta pandemia de coronavirus.

A F: Es cuestión de hacer un buen uso de ellas. Hicimos un uso de emergencia, pero era con el verano por delante y ahora no podemos hacer los mismos errores que hicimos por necesidad en marzo. Hay que hacer un buen uso de las tecnologías; no todo vale.

J G: Los recursos digitales aparte de que crean ciertas adicciones pueden dispersar mucho la atención y el cerebro no está programado para la multitarea. Como dice Anna, lo importante es hacer un uso adecuado de las mismas. Lo más importante no es el recurso digital o tecnológico, sino los objetivos de aprendizaje identificados y a partir de ahí si el recurso tecnológico nos ayuda a alcanzarlos pues adelante con él.

¿Cómo ven el curso en este marco de pandemia?

A F: Es una situación que no hemos elegido, pero no podemos caer en la derrota. No nos fijemos en lo que no tenemos, sino en lo que sí tenemos. Durante el confinamiento hubo padres que redescubrieron lo que significa estar con los hijos porque muchos no habían estado 24 horas con ellos salvo en vacaciones. ¿Este curso qué puede pasar? Bueno, ya veremos lo que pasa, pero la actitud con la que nos enfrentemos a él es vital. Si yo creo que este curso lo estoy perdiendo llegará el final del curso y lo habré perdido. Si no podemos dar un contenido específico, pero, por ejemplo, podemos trabajar las emociones, pues es perfecto para hacer un acompañamiento emocional a nosotros, como maestros, y a las familias y a los críos.

J G: Aquí vuelve a aparecer el cambio de foco. No somos responsables de los problemas que nos surgen, pero sí de cómo los afrontamos. Los adultos somos esenciales en este sentido. ¿Qué hay que plantearse? Lo que dice Anna: ¿qué es lo importante en la educación, lo más importante en el currículo? Hay que priorizar y a partir de ahí trabajar a través de ese enfoque interdisciplinar que hemos comentado. También a través de los recursos digitales se puede fomentar un aprendizaje activo, la cooperación, la participación activa de los estudiantes. Con la actitud adecuada lo iremos superando. El cambio es posible. Las actitudes lo cambian todo: el cerebro, la activación de los genes, nuestra salud mental, corporal... Todo está conectado: pensamiento, sentimiento y acción.

¿Por qué se da el fracaso escolar y cómo evitarlo?

J G: Hay muchos factores que pueden intervenir en el logro académico del alumno y a veces nos centramos en los déficits, pero hay un montón de estudiantes con altas capacidades que dejan también los estudios porque no sabemos atender de forma específica sus necesidades. Esto nos hace replantearnos el foco educativo, ver qué estrategias podemos utilizar en la práctica para que cada estudiante pueda aprender a su ritmo, y según sus necesidades, sus intereses, sus motivaciones y sus capacidades. Las personas somos lo más importante y la educación tiene que tenerlo en cuenta.

¿Y lo tiene en cuenta?

A F: Lo tendría que tener.