"No te frotes los ojos". Una de las frases que más se repite a los niños, y extensible también a los adultos, ha tenido siempre su razón de ser. El ojo es un órgano sensible y expuesto, que puede infectarse o dañarse con facilidad, y por el que pueden acceder a nuestro cuerpo todo tipo de virus y bacterias. También el coronavirus, aunque el riesgo es relativamente bajo y "no hay evidencia científica que lo demuestre", sostiene Victoria de Rojas, jefa del Servicio de Oftalmología del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), presidenta de la Sociedad Gallega de Oftalmología y directora del instituto oftalmológico coruñés que lleva su nombre. "Hay sospechas de que el SARS-CoV-2 se podría transmitir a través de la conjuntiva, pero no se ha constatado totalmente", apunta esta especialista, quien especifica que la manera de propagar o contraer el virus por esa vía sería tocándose ojos, de ahí que, junto con el lavado frecuente de manos, se recomiende evitar ese gesto. Tampoco hay certezas, asegura, de que los usuarios de lentillas tengan más riesgo de contraer la infección, siempre que "cumplan de manera estricta" las medidas de higiene que ya tenían pautadas antes de la pandemia. "Lo que sí se han descrito son casos de conjuntivitis como posible síntoma de la Covid-19, aunque es poco frecuente", señala la doctora De Rojas, vocal y única mujer en la directiva de la Sociedad Española de Cirugía Refractiva y de la Catarata.

¿Se puede contagiar la Covid-19 a través de los ojos?

No hay una evidencia científica de que la enfermedad causada por el SARS-CoV-2 se pueda transmitir a través de la conjuntiva de los ojos, aunque hay sospechas de que podría darse esa situación. Sí se ha visto, estadísticamente, que los profesionales sanitarios que atienden a pacientes con Covid-19 con protección ocular -y, por supuesto, con mascarilla- tienen menos riesgo de infectarse. Además, el virus se ha detectado en la conjuntiva, y se sabe que los afectados pueden tener conjuntivitis, de ahí que sea lógico ponerse en el lado prudente y tomar ciertas precauciones, dando por hecho que el SARS-CoV-2 se podría propagar por esa vía, aunque no haya una certeza de que sea así.

¿Qué precauciones?

Con la lágrima no ocurre lo mismo que con las secreciones respiratorias; la lágrima no sale disparada. Por tanto, la manera de transmitir o contraer el SARS-CoV-2 por esa vía tendría que ser tocándose los ojos, de ahí que, junto con el lavado frecuente de manos con agua y jabón o, en su defecto, con gel hidroalcohólico, se recomiende evitar ese gesto, al igual que se desaconseja llevarse las manos a la nariz y a la boca.

¿Utilizar lentillas es seguro o la prudencia desaconseja su uso en tiempos de pandemia?

A día de hoy, no se ha visto que los usuarios de lentillas tengan más riesgo de contagiarse. La recomendación que se hace tanto desde la American Academy of Ophtalmology, como desde la Sociedad Española de Oftalmología y su homóloga gallega, es que los pacientes que utilizan lentillas sean muy estrictos en el cumplimiento de las medidas de higiene que ya tenían pautadas antes de la pandemia, y que les sirven de protección: lavarse y secarse bien las manos antes y después de ponerse las lentillas, desechar el líquido de los envases y dejarlos abiertos para que se sequen al aire, limpiar las lentillas con las soluciones dispuestas para ello, etc... Evidentemente, y como ya sucedía antes de que existiese la Covid-19, cualquier usuario de lentillas que presente ojo seco, conjuntivitis u otra incidencia, tiene que evitar ponérselas ese día y acudir al oftalmólogo para someterse a una exploración.

Antes comentó que los infectados con el SARS-CoV-2 pueden presentar conjuntivitis. ¿Es un síntoma frecuente?

Se han descrito casos de conjuntivitis en el contexto de pacientes con Covid-19 como un posible síntoma de esa enfermedad, aunque es poco habitual. La incidencia media se sitúa en torno al 5% de los casos, aunque según los estudios oscila entre el 1 y el 9%.

¿Se han detectado otras incidencias oculares en pacientes Covid?

Lo que más se ha visto es la conjuntivitis, dentro de lo poco habitual que es. El resto de posibles síntomas oculares de la Covid-19 son aún menos frecuentes y hay más dudas sobre ellos. Por ejemplo, se ha publicado un trabajo que refiere lesiones hiperreflectivas en la retina de enfermos asintomáticos. Los autores estudiaron intencionadamente a una muestra de pacientes, diagnosticados con el SARS-CoV-2 pero sin síntomas, mediante un método con láser denominado OTC (tomografía de coherencia óptica). Durante la exploración detectaron esas señales, más blancas de lo habitual, en las capas nerviosas de la retina, junto con algunas microhemorragias y microsudados. No obstante, se desconoce qué significación pueden tener estos hallazgos. Como ya comenté, los pacientes estudiados eran asintomáticos, continuaron siéndolo y no tuvieron ninguna secuela ocular. Además, se han descrito cinco casos de parálisis oculomotoras, es decir, de nervios de los músculos del ojo. Producen visión doble, pero los pacientes también se recuperaron sin consecuencias. Y se ha publicado un caso de panuveítis, que es una inflamación de todo el ojo, en un paciente con Covid-19. Se piensa que puede estar causada por esa enfermedad, ya que la panuveítis es muy frecuente en animales de experimentación con los dos coronavirus anteriores, el SARS y el MERS. No obstante, estamos hablando de un único caso reportado, por ahora, a nivel mundial.

Usted ha participado en la elaboración de los protocolos sobre Covid-19 de la Sociedad Española de Oftalmología, aplicables en los centros públicos y privados de todo el país. ¿Cuál fue la norma

En el estado de alarma, lo que hicimos en el Servicio de Oftalmología del Chuac -al igual que en el resto de especialidades, y siguiendo las directrices de la gerencia del área sanitaria y de las sociedades científicas- fue paralizar toda la actividad no urgente, tanto cirugías como consultas. Era lo más razonable. No se debía exponer a los pacientes a salir de sus casas y acudir a los centros sanitarios si no era estrictamente necesario. Además, durante esa fase había que tener disponibles determinados aparatos, como los respiradores, para el ingreso de enfermos graves con Covid-19, de ahí que pasásemos casi dos meses atendiendo solo las urgencias.

La emergencia sanitaria impulsó la telemedicina. ¿Qué cabida tiene este modelo asistencial en el ámbito de la oftalmología?

Lo que se puede realizar mediante teleconsulta en oftalmología, como el cribado de la retinopatía diabética, ya se estaba haciendo antes de la pandemia y funciona muy bien. En todos los centros de salud de nuestra área sanitaria hay retinógrafos para que los pacientes se hagan allí la prueba, de manera que solo tienen que acudir al hospital cuando se detecta un determinado cuadro que hay que tratar. Lo que hicimos al irrumpir la Covid-19 fue un teleconsulta adicional, pero evidentemente fue un parche durante el estado de alarma. Revisábamos el historial de los pacientes y los llamábamos por teléfono para actualizar el tratamiento y darles alguna recomendación, cuando estimábamos que no era imprescindible la consulta presencial. Siempre es mejor eso que nada, pero a la larga no resuelve, porque hay datos de los pacientes, como las medidas de tensión ocular, que son muy necesarios y no se pueden obtener desde casa.

¿Cuál es la situación actual en su Servicio? ¿Se ha retomado ya toda la actividad?

La actividad quirúrgica se fue retomando a medida que se desescalaba, y en la actualidad está totalmente normalizada. Antes de la pandemia teníamos unos datos muy buenos de demora media, sobre todo en determinadas intervenciones, como los trasplantes de córnea, para los que apenas había lista de espera. Ahora la situación es peor, porque el retraso que acumulamos de esos meses sin operar no se puede salvar en dos días. Pero estamos implementando medidas para realizar incluso más actividad extraordinaria si se puede y compensar eso. Pese a los rebrotes, la situación actual no tiene nada que ver con la de hace seis meses. De momento, no hay la presión hospitalaria que había en marzo y abril. La incidencia de casos de Covid-19 es alta porque se realizan muchas más pruebas PCR, pero no ingresan tantos enfermos en el hospital ni en la UCI y, por tanto, hay disponibilidad de equipos, de manera que organizando bien las citas de los pacientes, estamos realizando las mismas cirugías que antes.

¿Y las consultas?

El tema de las consultas es más complicado, ya que nuestro servicio atiende a un número muy elevado de pacientes. Estamos tratando de reorganizar todo y tomando las medidas necesarias para evitar que se acumulen las citas, y confío en que poco a poco lo iremos consiguiendo. La realidad es que vamos a tener que convivir con el nuevo virus SARS-CoV-2 durante mucho tiempo, y debemos intentar sacar adelante la actividad asistencial de forma segura, tanto para los pacientes como para los profesionales sanitarios. Trabajamos con la estrategia de no volver a parar. Es lo que nos han transmitido desde la gerencia del área sanitaria coruñesa, y lo que estamos intentando hacer.