Oriol Reull es experto en alimentación sostenible y el director de 'Too Good To Go' en España, un movimiento que lucha contra el desperdicio de alimentos a través de una 'app' móvil: el usuario recibe un paquete sorpresa compuesto por la comida sobrante de un establecimiento a precios más baratos.

-Hoy se celebra el primer Día Internacional frente al desperdicio de alimentos. ¿Por qué no somos conscientes del problema?

-Creo que se trata de entender las consecuencias que trae el desperdicio. Lo hemos visto en los últimos años con el plástico, algo con lo que no estábamos concienciados. Ahora se trata de hacer lo mismo, y la clave es la información y la educación. Si enseñamos a alguien qué consecuencias tiene para el planeta tirar un kiwi, probablemente no volverá a hacerlo.

-¿Las consecuencias de tirar un kiwi?

-El desperdicio de alimentos supone un 10% de todas las emisiones de CO² a nivel mundial. La ONU y otras organizaciones han declarado que luchar contra el desperdicio es una de las formas más sencillas de evitar el cambio climático.

-El movimiento nace en Dinamarca en 2016 y llega a España en 2018. ¿Cómo se ha recibido?

-Llegamos en septiembre de 2018 y tiene una muy buena acogida, quizás por el amor que le tenemos a la comida y la cercanía con la producción de alimentos. Los datos, a día de hoy, reflejan muchísimo impacto: más de un millón y medio de comidas salvadas, casi dos millones de usuarios registrados en España y más de 5.000 establecimientos que cada día luchan contra el desperdicio junto a Too Good To Go.

-¿Qué hay de Aragón?

-Contamos con cien establecimientos y crecemos rápido; ahora tenemos a una persona trabajando a tiempo completo en la comunidad. Hemos salvado más de 20.000 comidas desde que llegamos a Aragón hace aproximadamente un año.

-Habla del modelo de alimentación mediterráneo. ¿Qué supone para el proyecto?

-Afecta de manera muy positiva. Estamos mucho más cerca de la producción y, por lo tanto, conocemos las consecuencias de tirar comida porque así lo hemos vivido. Aunque sí es cierto que no somos los mejores de la clase: España es el séptimo país de la UE que más comida desperdicia. Esto se traduce en ocho millones de kilos de comida que acaban en un cubo de la basura cada año. Hay mucho por hacer.

-¿El dato se refiere a la hostelería y el comercio o también incluye a los hogares?

-Los hogares se llevan el 50% del pastel en el desperdicio alimentario. Existe un papel muy importante de concienciación y educación que debemos hacer en los hogares. Al igual que nadie sale de casa y se deja las luces encendidas tenemos que conseguir que ninguna fruta, verdura o producto acabe en un cubo de la basura.

-¿Cómo ha afectado la pandemia a la solución del problema?

-Gran parte del desperdicio generado en hogares proviene de que cada vez llevamos un ritmo de vida más rápido y volátil. Si planificamos una compra saludable acabamos cambiando los planes. Durante el confinamiento sucedió lo opuesto. Teníamos tiempo para cocinar y lo que comprábamos, lo consumíamos. El impacto directo fue una reducción del desperdicio.

-Usted me habló antes de la incógnita que siempre le ha rondado: ¿cómo alimentaremos a la población mundial en 2050?

-A veces he creído que se trataba de producir más y más eficiente, pero me di cuenta de la importancia del desperdicio. Sólo reduciéndolo en un 25% podríamos alimentar a la población mundial en 2050.