Eliseo Barreiro cumplió 45 años el pasado 21 de septiembre y lo celebró estrenando su plaza de celador en el Servizo Galego de Saúde (Sergas), en concreto, en el Hospital Materno Infantil Teresa Herrera de A Coruña. Un sueño, el de trabajar en el sector público, que este coruñés perseguía desde hace un lustro, cuando empezó a preparar oposiciones, en aquel momento, para ordenanza del Estado. Tiene una discapacidad reconocida del 65%, pero eso no le impidió aprobar un examen que muchos suspenden. Al que la mayoría, duda en presentarse. Él no se lo pensó. De hecho, con la plaza de celador ya debajo del brazo, y mientras no le asignaban destino, continuó estudiando. "Empecé a preparar los exámenes para personal de servicios generales de la Xunta. Ahora igual lo dejo, porque ya estoy trabajando. Lo hice por seguir preparándome, por hacer algo más", explica. Su esfuerzo, tesón y constancia, aderezados con el incondicional apoyo de su familia, de sus amigos y de Fademga Plena Inclusión, son los ingredientes de la receta que le ha llevado al éxito.

"No hay que tener miedo a las oposiciones. Evidentemente, exigen estudiar y esforzarse. Conviene planteárselo como un objetivo a medio o largo plazo, pero con dedicación y esfuerzo, todo se puede", subraya Eliseo, quien, no obstante, reclama a las administraciones un compromiso mayor para favorecer la integración laboral de las personas que, como él, sufren algún tipo de discapacidad intelectual. "Todavía son muy pocas las plazas que se reservan en las oposiciones para nuestro colectivo. Debería haber muchas más. Es necesario, ya que el empleo es la principal llave de la inclusión. Sacarse una plaza cuesta, no cabe duda, pero si no lo consigues a la primera, hay que seguir intentándolo", reitera este coruñés, y reivindica: "Mucha gente todavía piensa que una persona con discapacidad intelectual no es capaz de aprobar unas oposiciones, pero con esfuerzo se consigue. Y tanto yo como el resto de mis compañeros que se acaban de incorporar a sus puestos de celador en el Sergas -una treintena en total, los beneficiarios de las primeras plazas de celador reservadas en la sanidad gallega para personas con discapacidad intelectual-, somos un buen ejemplo de ello".

Una de esas compañeras es Débora García. Mañana hará dos semanas que esta joven de 37 años, usuaria de Fademga, se incorporó a su plaza de celadora en el Hospital Abente y Lago de A Coruña, y dice estar "encantada". Tiene discapacidad intelectual, física y sensorial (en diferente grado), pero eso no supuso una barrera para que, en 2015, se metiese de lleno en el mundo de las oposiciones. Tras presentarse dos veces a las pruebas para ordenanza del Estado y otra para la Xunta, decidió probar suerte en el Sergas. "Se reservan muy pocas plazas para personas con discapacidad intelectual, apenas el 2%. Por eso, siempre que se convocan hay que aprovechar para presentarse. La primera vez que viajé a Madrid para examinarme, solo había una plaza en juego, pero allá me fui. Hay que pelear por lo que sea".

En la capital no hubo suerte, pero a Débora las pruebas para acceder a la sanidad pública gallega no se le pudieron dar mejor. Hizo pleno en las dos partes, general y específica, del temario. "Cuando vi que había acertado todas las preguntas, me quedé un poco perpleja. Mis padres tampoco se lo creían, pero es que soy muy peleona, y cuando se me mete algo entre ceja y ceja... ", reconoce esta joven, quien considera que el respaldo familiar es fundamental para que las personas con discapacidad intelectual se puedan desarrollar en todos los ámbitos y lograr una integración plena, aunque insiste en que el principal impulso para alcanzar las metas "tiene que salir de uno mismo". "Con perseverancia y constancia, se puede", remarca.