Hasta hace trece años, Isabel Quintairos tenía lo que se considera una vida "normal". Periodista de profesión, llevaba casi dos décadas trabajando en una emisora de radio, donde estaba muy bien considerada, pero un día todo se torció. Pidió una excedencia, contrajo matrimonio con otra mujer y cuando se quiso reincorporar a su puesto, no la readmitieron. Una sentencia pionera en España avaló que razones políticas y de orientación sexual habían influido en su despido, pero Isabel ya estaba atrapada en el fondo de un foso del que aún no ha logrado salir.

"Aquello fue un caso mediático, me destrozó la vida y la carrera. Tenía claro que nunca más iba a trabajar como periodista, pero las secuelas fueron horribles. Me echaba a llorar por cualquier cosa, daba igual, no necesitaba sentirme ofendida por nada. De pronto quería hablar, y no podía. No tenía ninguna lógica. Mi mujer y el resto de mi familia lo pasaron fatal, y a raíz de ahí fue cuando se hizo patente el diagnóstico de depresión. Empecé a medicarme y a recibir tratamiento psicológico, y hasta hoy", explica Isabel.

Tras el despido, continúa, "se desquició todo de tal manera" que primero le dieron una discapacidad, y hace cuatro años, una invalidez. "La cabeza no me funciona como debería. Pierdo mucha memoria, a veces no encuentro palabras, quiero decir algo y lo paso fatal? ¿Cómo voy a trabajar de periodista así?", subraya.

Contactar con Feafes Galicia, reconoce, fue su tabla de salvación. "Entré por la puerta de Feafes buscando un trabajo a la desesperada. Fue pura carambola. Me había dirigido a otras asociaciones que me sonaban, como Cogami o a la ONCE, porque tienen recursos potentes. De hecho, fue durante un curso en una de estas dos entidades cuando una compañera me habló de Feafes", indica, y subraya: "Tanto la orientadora laboral como la psicóloga de esta asociación me salvaron la vida varias veces. No me quise suicidar nunca, pero no sabía qué hacer con mi vida. Y todas las experiencias con psicólogos anteriores habían sido nefastas. Alguna incluso me llegó a decir que no sabía qué más podía hacer por mí. Tú no esperas que te curen haciendo magia, pero que te digan eso?", recuerda.

No era la primera vez que escuchaba algo similar. "Yo no he sufrido crisis, ni internamientos u otras situaciones terribles de ese tipo, pero sí he tenido que oír muchas veces frases del tipo '¿tú qué más quieres?', como si mi enfermedad fuese un capricho. O el clásico 'anímate, vístete y sal a la calle'. Si la cuestión se limitase a 'animarme', no estaría jubilada a mi edad, ni sentada en una esquina llorando, en el suelo", destaca.

Desde hace años, Isabel es miembro y una de las voces más activas del Comité en Primeira Persoa de Feafes Galicia. "Cuando me propusieron participar en el Comité, no me lo pensé. Me apetecía devolver algo de lo que la asociación me había dado, y hacer cosas que valiesen la pena en favor del colectivo", apunta. Desde entonces, su visión sobre las personas con problemas de salud mental ha variado por completo. "Tenía un grado de ignorancia total, y me había comportado siempre como cualquiera que nunca hubiese tenido trato con alguien con un problema de salud mental. Uno de los grandes problemas es ese: mientras no te toca de cerca, no te interesas por el tema. Y como tampoco es algo de lo que se hable en las etapas educativas... Tuve que aprenderlo todo sobre la marcha y a toda pastilla", señala.

Hoy tiene un máster sobre enfermedad mental, y habla alto y claro en favor del colectivo al que representa. "Una de nuestras reivindicaciones más elementales es que nos conozcan y entiendan que somos personas normales y válidas, como todos los demás", recalca. "También hay que conseguir, de alguna manera, que la tasa de desempleo de nuestro colectivo disminuya: estamos en un 85%, solo nos superan las personas transexuales, con un 87%. Y habría que hacer campañas de sensibilización entre los empresarios, porque solo nos salen trabajos de limpieza. Que está muy bien y es un empleo tan digno como cualquier otro, pero están desaprovechando nuestras capacidades", remarca.