El epidemiólogo Antón Acevedo Prado lleva un mes al frente de la recién creada Dirección Xeral de Atención Integral Sociosanitaria de la Xunta, un reto que asume con ilusión y con dos prioridades claras: mejorar la coordinación entre el ámbito sanitario y el social e implantar un nuevo modelo de residencias en Galicia, ya que el actual "ha funcionado", pero "tiene carencias". "De las necesidades surgen oportunidades, y lo que hemos detectado que no funciona bien es nuestro punto de partida para buscar una mejora integral de todo el sistema", subraya. Las residencias de mayores han sido los centros más golpeados en la primera ola de la pandemia de SARS-CoV-2, y aunque se siguen detectando brotes en esos recintos, Acevedo Prado insiste en que, en estos momentos, hay "planes de contingencia, equipos de protección y protocolos actualizados". Con todo, "el riesgo cero no existe", subraya.

El panorama actual difiere mucho del de marzo, hay unos medios de protección y una capacidad de testar que entonces no había, pero el SARS-CoV-2 continúa entrando en las residencias de mayores. ¿Qué está fallando para que en un centro aparezcan, de golpe, más de cien positivos, como sucedió, por ejemplo, en Pereiro de Aguiar (Ourense)?

La situación actual, en efecto, es diametralmente distinta a la de marzo. Ahora tenemos una capacidad muy potente de hacer cribados, tanto en trabajadores como en residentes. Hay planes de contingencia en todos los centros sociosanitarios de Galicia, y disponemos de más medios materiales, EPI, mascarillas... El conocimiento sobre las vías de transmisión del SARS-CoV-2 y sobre los distintos mecanismos de prevención es también mayor. Pero el riesgo cero no existe. Estamos viendo que, en toda Europa, el virus ha vuelto a entrar en los centros sociosanitarios. El pasado fin de semana, sin ir más lejos, una comunidad como Asturias, que en la primera ola se vio menos golpeada por la pandemia, detectaba un problema bastante severo en residencias, con hasta 28 recintos afectados. Esto demuestra que no hay soluciones mágicas. Tenemos que ceñirnos a nuestros protocolos, están bien establecidos y cumplen su función. No obstante, sería una quimera decir que la seguridad al 100% existe.

¿'Blindar' esos centros es, entonces, imposible?

Las residencias no son islas. Cuando a nivel comunitario se transmite más un virus, el riesgo de que entre en centros sociosanitarios es mayor. Esto es una realidad que tenemos que asumir.

Una de las prioridades de su departamento es implantar un nuevo modelo de residencias. ¿Cuáles son las fortalezas, y en qué 'cojea', el modelo actual?

Las residencias han respondido, en los últimos años, a las necesidades que se les planteaban, pero en un situación de pandemia como la que estamos viviendo, han sufrido un nivel de estrés alto. Cuando hablamos de implantar un nuevo modelo residencial, no nos referimos solo a modificar la organización, la estructura o las ratios de personal de esos centros. Hablamos de una visión integral, más amplia, que englobe esos tres aspectos. Queremos un modelo que sea referencia a nivel estatal, y para conseguirlo es fundamental dialogar con todo el sector: el mundo sanitario, el social, los propios residentes, las familias, las asociaciones de pacientes, etc. Tiene que haber el mayor consenso posible, para que todos se vean reflejados y el resultado sea el más adecuado.

¿Qué urge mejorar?

Todas las residencias deben tener acceso, por ejemplo, al desarrollo tecnológico que ha tenido el sistema sanitario, como la historia clínica electrónica o la telemedicina. Que los médicos de las residencias puedan establecer consultas con sus homólogos de los centros de salud y los hospitales. Y es fundamental la formación continua de los trabajadores de esos centros. Trasladar las prácticas que han tenido éxito en la sanidad al mundo residencial es uno de los pilares sobre los que se ha de asentar el nuevo modelo.

Desde el inicio de la pandemia, la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría reclama que se saque a los mayores infectados de las residencias. A instancias de esta entidad, en marzo se habilitaron dos servicios intermedios, en Baños de Molgas (Ourense) y en la residencia compostelana Porta do Camiño, para trasladar a positivos detectados en esos centros. ¿Se plantean poner en marcha alguna medida similar durante esta segunda ola?

Es una de las herramientas con la que estamos trabajando. En esta segunda ola, iremos estudiando cada caso de manera individual y, si se plantease esa posibilidad, adaptaríamos los medios en función de las necesidades.

¿No descartan, entonces, reactivar esos servicios intermedios?

No lo descartamos para nada.

Antes hizo alusión a la formación continua de los trabajadores de las residencias como una de las mejoras que prevén introducir. ¿Se ha empezado a formar ya a esos profesionales en el manejo de los casos de Covid-19?

Sí, y continuaremos haciéndolo. Nuestra intención es dedicar mucho tiempo y esfuerzo a este tema. De hecho, en determinadas áreas sanitarias ya se han implantado distintos modelos de formación continua, reglada y sistemática, para los trabajadores de las residencias. La idea es dotarlos de herramientas que les puedan ayudar a resolver los problemas que les vayan surgiendo en su día a día. La labor de estos profesionales ha sido modélica, llevan muchos meses al pie del cañón, con un elevado nivel de estrés, y eso hay que reconocerlo. Fue totalmente injusto haberlos señalado como uno de los problemas, cuando han sido una de las soluciones. Gracias a su trabajo se ha podido sacar adelante gran parte de la carga asistencial de esta pandemia.

El presidente de la Xunta anunció en septiembre que, cada quince días, se iban a realizar test de Covid-19 "al 100%" de las plantillas de los centros sociosanitarios. ¿Se han iniciado ya esos cribados masivos?

A principios de mes se llevó a cabo el primer cribado en los trabajadores de residencias, y esta semana se ha puesto en marcha el segundo. A los usuarios también se les realizarán de manera aleatoria, en función de la situación epidemiológica que se vaya detectando en cada área sanitaria. El cribado es una de las mejores herramientas que tenemos para detectar los casos de manera precoz y evitar las cadenas de transmisión epidemiológica. Es un sistema que nos da bastante seguridad, aunque no el 100%. No nos podemos relajar.

Esta semana arrancó también la campaña de vacunación contra la gripe para la población en general. ¿Es partidario usted de la vacunación obligatoria, como propuso hace un par de semanas el propio Núñez Feijóo?

Yo soy totalmente partidario de la vacunación. Desde que formo parte del entorno sanitario, me vacuno todos los años y nunca he tenido una gripe. Esto es una anécdota individual, pero viene a reforzar un poco lo que nos dice la evidencia científica: que las vacunas son seguras y efectivas. De pocas cosas en medicina podemos tener tanta certeza como de esta afirmación. Cada año, cientos de millones de personas reciben vacunas en todo el mundo. Cualquier efecto secundario, por pequeño o raro que sea, se va a detectar en una casuística tan grande. Hay que desterrar, por tanto, todos los viejos mitos que surgen alrededor de las vacunas. Están fundamentados en el misticismo y la ignorancia, y lo único que hacen es perjudicarnos, tanto a nivel individual, como a nivel colectivo.

¿Por qué es especialmente importante vacunarse este año frente a la gripe?

En un entorno pandémico como el actual, si a la ola epidémica de la Covid-19 le añadimos la de la gripe, podemos tener problemas de salud y asistenciales muy serios. Por eso este año tenemos que reforzar, si cabe mucho más que en campañas anteriores, el mensaje de que es fundamental vacunarse contra la gripe. Y yo confío en que la población acuda en masa a hacerlo. Por su propia salud, pero también para evitar un estrés añadido al que está sufriendo ya el sistema sanitario.

Los residentes en centros sociosanitarios de Galicia recibirán este año, como novedad, una vacuna de alta carga. ¿En qué se diferencia de la inyección habitual?

Las vacunas de alta carga estimulan más el sistema inmune de quienes las reciben. Nuestro objetivo es ofrecer la mayor protección a los colectivos más vulnerables frente a la gripe, por eso tratamos de ofrecerles vacunas con más capacidad de generar anticuerpos. Así, cuando la persona que ha recibido una de estas inyecciones entre en contacto con el virus causante de esa enfermedad, tendrá una respuesta inmune lo suficientemente robusta y potente como para poder hacerle frente.

¿Qué intensidad se prevé para la gripe de este año?

Estamos un poco a la expectativa. En el hemisferio sur, que es el espejo donde nos miramos habitualmente por su anticipación, la ola epidémica de la gripe ha sido menor. Con todas las medidas que se han adoptado para la prevención del SARS-CoV-2, en cierto modo es lógico que haya sido así. Pero esto no implica que no nos tengamos que vacunar, al contrario. La vacuna es la mejor barrera de protección que tenemos frente al virus. Si todos nos vacunamos a los niveles que las autoridades sanitarias esperan y continuamos siendo responsables, podemos tener una temporada de gripe relativamente tranquila. Y si conseguimos alcanzar unos niveles bajos de transmisión del virus que causa esa enfermedad, tendremos más recursos y capacidad para hacer frente a la otra ola epidémica que tenemos encima, la de la Covid-19.

¿Un último consejo?

Incidir en que no podemos bajar la guardia. Es muy evidente que en dos o tres semanas, si no seguimos a rajatabla todas las medidas individuales de protección, por muchas restricciones que impongan las autoridades, la situación va a empeorar mucho. Estamos en una encrucijada. De las medidas que se tomen, tanto individuales como a nivel institucional, va a depender mucho el devenir del país en el próximo mes, o mes y medio. Nos corresponde a todos ser respetuosos con las normas.

¿Cree que, en general, nos hemos relajado?

Yo todavía sigo viendo grupos de gente con la mascarilla bajada paseando por las calles de A Coruña, personas que se la quitan para hablar por teléfono o que fuman en la vía pública, junto a las terrazas. Las medidas no se adoptan para fastidiar a nadie, tienen un porqué. Están avaladas por la evidencia científica y son la mejor herramienta que tenemos para protegernos. Por favor, seamos conscientes de lo que nos estamos jugando. La Covid-19 es una infección que mata. Y que mata, sobre todo, a personas vulnerables, a las cuales tenemos que proteger. Pero solo las podemos proteger si nosotros nos protegemos y evitamos que el SARS-CoV-2 se transmita de manera comunitaria.