Acostumbrados desde siempre a extremar las medidas de higiene y protección en su trabajo para evitar contagios durante las visitas a los enfermos, los sacerdotes del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) reconocen que lo vivido durante esta pandemia hizo que todo el centro "diese un vuelco" y que se extremase la seguridad a través de nuevos protocolos. Eso sí, a nivel personal, uno de los capellanes, Fernando Isorna, reconoce que llevó esta nueva situación "con mucha tranquilidad" y "confianza en Dios". "Creo que el pánico perturba y que es mejor optar por la calma, la serenidad y aceptar las cosas como vienen", explica este sacerdote.

Para Isorna, la pandemia ha demostrado que, pese a lo que se creía mucha gente, la sociedad no está por encima de todo. "Estábamos muy asentados, se creía que esto era una sociedad a prueba de todo, la gente era orgullosa y un bichito como el Covid ha demostrado que no", explica este sacerdote que cree que, pese todo, la población no recapacitará y cambiará a mejor tras lo vivido en pandemia.

"El ser humano tiene muy frágil memoria, no aprendemos. Durante meses hubo aplausos para los sanitarios o quienes seguían trabajando y ahora te ven por el pasillo y ni te saludan; nos puede más el egoísmo", lamenta.

A quienes tengan un familiar enfermo en el hospital, sea por Covid o no, Isorna recuerda que "hay un equipo trabajando muy bueno" en el centro y que "hay un servicio religioso disponible para hablar con el enfermo y las familias, orar con ellos o por ellos, escuchar y también está la capilla, un lugar para estar bien, un lugar de paz, un oasis en el hospital".