La Luna contiene agua helada, según nuevos datos inequívocos de detección, y en su superficie hay numerosos cráteres, incluso muy pequeños, a los que nunca llega la luz solar, donde esta podría estar atrapada de forma estable, lo que puede tener implicaciones para futuras misiones humanas. "Nature Astronomy" publicó ayer dos estudios firmados por científicos estadounidenses, uno de los cuales señala la inequívoca detección de agua molecular (H2O) en la Luna y el otro sugiere que aproximadamente 40.000 metros cuadrados de su superficie, de los que un 40% están en el sur, tiene la capacidad de retener agua en las llamadas "trampas frías".

"Este hallazgo posibilita mucho más la exploración de la Luna porque ahora ya tienes el agua que necesitas ahí y permite pensar en algún tipo de establecimiento humano", opina Jorge Mira, catedrático del área de Electromagnetismo del Departamento de Física Aplicada de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) y divulgador científico.

Hace dos años, ya se habían detectado signos de hidratación en la superficie lunar, particularmente alrededor del polo sur, que posiblemente correspondían a la presencia de agua, pero el método empleado no podía diferenciar si se trataba de agua molecular (H2O) o de hidroxiles (radicales llamados OH).

En esta nueva publicación, un equipo dirigido por Casey Honniball de la Universidad de Hawai, usó datos del Observatorio Estratosférico de Astronomía Infrarroja ( Sofía) de la Nasa, un avión Boeing 747SP modificado para transportar un telescopio reflector. Los datos fueron tomados del cráter Clavius, cerca del polo sur, que fue observado por Sofía en una longitud de onda de seis micras, a la que el agua molecular produce una firma espectral única.

Las observaciones previas, a una longitud de tres micras, señalaban indicios de agua, que "todavía dejaban abierta una explicación alternativa", pero los nuevos datos "no tienen otra explicación que la presencia de agua molecular", dice a Efe Ignasi Ribas, astrofísico del Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña (IEEC) y del Instituto de Ciencias del Espacio del CSIC.

El segundo estudio, encabezado por Paul Hayne de la Universidad de Colorado Boulder, examinó la distribución en la superficie lunar de zonas en un estado de oscuridad eterna, en las que el hielo podría ser capturado y permanecer estable. "En las trampas frías las temperaturas son tan bajas que el hielo se comportaría como una roca", si el agua entra ahí "no irá a ninguna parte durante mil millones de años", señala el científico de esta universidad.

Aunque no se puede probar que estas trampas frías realmente contengan reservas de hielo - "la única forma de hacerlo sería ir allí en persona o con rovers y cavar", dice Hayne- los resultados "son prometedores" y futuras misiones podrían arrojar aún más luz sobre los recursos hídricos de la Luna.