Con euforia y felicidad, los ciudadanos de Melbourne, la segunda ciudad más poblada de Australia, salieron ayer del confinamiento de casi cuatro meses impuesto para superar la segunda ola del Covid-19.

"Se ve la felicidad, la euforia de la gente. Fui al supermercado y personas con las que no tienes relación te sonríen y te dicen '¡por fin!", cuenta la uruguaya Alma Luz Dapueto, quien vive desde hace 44 años en Melbourne, la capital del estado de Victoria (sureste).

La uruguaya asegura que "valió la pena el sacrificio" de este confinamiento, considerado como uno de los más estrictos y largos del planeta.

Desde ayer tiendas minoristas, restaurantes, cafeterías y negocios de belleza de Melbourne reabren sus puertas, aunque con restricciones de aforo y bajo fuertes medidas sanitarias, y se amplía la libertad de movimiento y reuniones en la ciudad. "Está todo lleno, tengo reservas para las próximas cuatro semanas", indica a Efe Nacho Castells, propietario del restaurante español Tinto, al remarcar que "han sido tiempos muy difíciles".

El 9 de julio, los alrededor de 5 millones de habitantes de Melbourne quedaron confinados por segunda vez con el objetivo de cortar el incremento de los nuevos infectados con el Covid-19. Las medidas incluían la prohibición de salir de casa menos en excepciones contadas, como hacer deporte una hora al día en un radio de 5 kilómetros, así como el cierre de gran parte de los negocios y establecimientos, y un toque de queda nocturno en la ciudad.