El saxofonista, clarinetista, compositor y maestro navarro Pedro Iturralde, considerado una de las figuras imprescindibles en el jazz español y pionero en la fusión jazz-flamenco, falleció ayer a los 91 años en Madrid.

Iturralde nació en Falces (Navarra) el 13 de julio de 1929 y se inició en la música gracias a su padre, molinero de profesión, quién le regaló su primer saxofón y le abrió las puertas de la orquestina local. "Yo nací músico, que es lo que quiso ser mi padre, y aunque él no era un profesional, tocaba la guitarra y el clarinete, entre otros instrumentos", relató Iturralde en alguna de sus entrevistas. Debutó en los escenarios con solo 8 años tocando en la banda municipal, con 15 le contrataron en un café-orquesta de Logroño, donde compaginó sus estudios de violín y piano con actuaciones en las que acompañaba a cupletistas, a los 17 ya poseía una técnica impecable y a los 18 debutó profesionalmente en Bilbao.

Desde ahí su carrera se extendió al extranjero, dando conciertos en Europa y América. En 1949 compuso una de sus obras más famosa: La pequeña Czarda, para saxo y piano. A mediados de los 60 se instaló en Madrid. En apenas un año completó la carrera de saxofón en el Conservatorio, donde también estudió clarinete, violín, flauta, piano y armonía. Además dominaba las guitarras eléctrica y española. Iturralde viajó a EEUU en 1972 para perfeccionar sus conocimientos y en Boston concluyó sus estudios de composición gracias a una beca en el Berklee College of Music de Boston, donde tocó con la All Star Faculty , hasta integrar otra big band con la que actuó en distintas bases militares norteamericanas.

Tocó en escenarios tan dispares como el Teatro Real de Madrid, el Palacio Bellas Artes de Bruselas o la sala madrileña de jazz Clamores. Pero una etapa decisiva fue la de sus diez años en el Whisky Jazz Club de Madrid, donde actuó con los más grandes de género como Gerry Mulligan, Lee Konitz, Donal Byrd o Hapton Hawes. Allí conoció al gran Tele Montoliu, hasta que la gran cantidad de nicotina que acumuló en sus pulmones -sin haber sido nunca fumador- estuvo a punto de pasarle factura. Este revés le hizo cambiar la vida nocturna por la docencia y se aficionó a la bicicleta que le permitió recuperar su capacidad torácica.

Su ambición y talento le llevaron a fusionar el jazz y el flamenco, innovando con un nuevo género que dio a conocer con el disco Jazz flamenco (1967), que grabó con un entonces jovencísimo Paco de Lucía. Luego vendrían sus homenajes a Enrique Granados, Joaquín Turina o Manuel de Falla.

Entre los muchos reconocimientos que obtuvo figuran la medalla de Oro de las Bellas Artes (2009), la Medalla de Honor de la SGAE (2016) o la Medalla de Oro al Mérito del Trabajo (2017).