"Entiendo que la gente esté cansada; pero si no cumplimos todos, el virus no se para". Con este contundente mensaje, Mar Tomás Carmona, microbióloga del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña y portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, hace un último llamamiento a la responsabilidad ciudadana cuando la posibilidad de que se decrete un nuevo confinamiento domiciliario en España parece más cercana que nunca. "Si la incidencia acumulada de contagios de Covid-19, los positivos en PCR y las hospitalizaciones siguen aumentando en los próximos días, será difícil controlar la pandemia sin tomar medidas más duras y restrictivas", advierte la doctora Tomás Carmona, quien urge a evitar "desde ya" las reuniones sociales entre no convivientes y a cumplir "estrictamente" las cuarentenas de diez días. "Las autoridades sanitarias tienen la responsabilidad de decretar medidas adecuadas y proporcionadas a cada situación. Y nuestra responsabilidad, como ciudadanos, es cumplirlas en todo momento", subraya.

¿Cuál es su diagnóstico de la situación actual?

Estamos en un momento complicado por el crecimiento exponencial de la tasa de contagios de Covid-19, asociado a factores sociales y ambientales de tipo estacional. Debemos ser prudentes y cumplir a rajatabla las medidas de prevención que nos permitan controlar la transmisión del virus y mantener un nivel de salud pública que evite el colapso del sistema sanitario.

¿Evitar el colapso del sistema sanitario pasa ya, inevitablemente, por decretar un nuevo confinamiento domiciliario?

Dependerá de los indicadores clínicos y epidemiológicos asociados al umbral de alerta, entre ellos, la incidencia acumulada de infecciones por Covid-19 en la última semana, el porcentaje de pruebas PCR positivas, las hospitalizaciones y los ingresos en unidades de críticos (UCI). Si continúan incrementándose en los próximos días, la situación será muy difícil de controlar y habrá que tomar medidas más duras y restrictivas, como el confinamiento domiciliario, aunque con ciertos cambios con respecto al de la pasada primavera.

¿Qué cambios?

En principio, sería aconsejable un confinamiento más laxo con respecto al cierre de parques y a la realización de actividades en el exterior. Siendo muy estrictos, eso sí, y evitando siempre las reuniones sociales en espacios cerrados, pues son las actividades de mayor riesgo para contraer la infección causada por el SARS-CoV-2.

Si finalmente se llegase a ese punto, ¿los colegios e institutos deberían continuar abiertos, como en Francia, o sería conveniente que también cerrasen sus puertas?

Los colegios deberían permanecer abiertos hasta que la situación epidemiológica y clínica lo permita, siendo los últimos en verse afectados por un nuevo confinamiento. En los institutos quizás convendría favorecer la formación online, debido a la tasa de contagios descrita en la franja de edad de los alumnos que acuden a esos centros de enseñanza. No obstante, han de ser los comités clínicos y las instituciones sanitarias quienes tomen las decisiones al respecto, pues disponen de un mayor conocimiento general sobre la situación actual.

¿En qué se ha fallado para que la incidencia acumulada de contagios esté disparada y las hospitalizaciones en cifras similares a las de finales de abril?

Los factores que no han permitido controlar la pandemia de SARS-CoV-2 podrían ser varios. El principal, la relajación de las medidas de prevención, por parte de todos, debido a la mejora de los parámetros epidemiológicos y clínicos tras la desescalada. Debemos mantener durante todo el otoño e invierno cierto nivel de tensión epidemiológica, y también medidas restrictivas que presenten una adecuada respuesta por parte de la población para tratar de evitar el confinamiento domiciliario total.

¿Qué medidas urgen, a día de hoy, para frenar la propagación del virus, contener la pandemia y evitar el tan temido confinamiento domiciliario total?

Para tratar de disminuir, o al menos controlar, los indicadores epidemiológicos y clínicos asociados al umbral de alerta, urge evitar las reuniones sociales entre no convivientes, especialmente en espacios cerrados. También es importante continuar con la detección precoz de nuevos contagios y cumplir estrictamente las cuarentenas de diez días. Estos tres puntos son fundamentales para controlar la expansión del virus.

¿Es posible estimar cuándo se llegará al pico de esta segunda ola?

Es difícil saberlo. Dependerá de nuestra respuesta a las medidas establecidas para controlar la expansión del virus, y del potencial del propio patógeno en condiciones ambientales asociadas al otoño e invierno junto con actividades desarrolladas en el interior.

¿Cree que los ciudadanos, en general, nos hemos relajado?

Es posible que se haya producido una relajación a todos los niveles por la mejora puntual que hubo de los parámetros epidemiológicos y clínicos. Entiendo que la gente esté cansada de la situación que estamos viviendo, y de que las recomendaciones de las autoridades sanitarias cambien constantemente por la evolución de la ciencia y de la propia pandemia. Pero tenemos que concienciarnos ya: la Covid-19 es enfermedad grave, potencialmente mortal en muchos casos. O cumplimos todos, o esto no se para. Las autoridades sanitarias tienen la responsabilidad de tomar medidas adecuadas y proporcionadas a cada situación. Y nuestra responsabilidad, como ciudadanos, es cumplirlas en todo momento.

El pasado mes de junio, en otra entrevista publicada en este diario, usted confiaba en que se desarrollase un tratamiento efectivo para la Covid-19 antes incluso de que estuviese lista la vacuna. Seguimos sin la ansiada inyección, pero tampoco hay tratamiento. En este último caso, ¿qué proyectos generan más expectativas?

Hay grandes esperanzas puestas en la inmunoterapia, basada en la utilización de anticuerpos neutralizantes monoclonales -cócteles de anticuerpos- sintéticos o purificados a partir de plasma convaleciente de pacientes que han superado la enfermedad. Es probable que este tipo de terapias se lleguen a administrar antes que las vacunas, con carácter preventivo, en pacientes vulnerables y en personal sanitario. También se podrán utilizar como tratamiento, en los casos de mayor riesgo y siempre en fases iniciales de la infección.

Hace unos días se publicaba el descubrimiento de una nueva cepa de SARS-CoV-2 originada, precisamente, en España. ¿Puede influir este hallazgo, o incluso retrasar, el desarrollo de las vacunas?

En el trabajo donde se describe esta nueva cepa, denominada 20A, los propios autores -entre los que hay investigadores del Instituto de Biomedicina de Valencia y de la Universidad de Basilea (Suiza)- descartan que esa cepa pueda afectar al desarrollo de las vacunas.

¿En qué horizonte real estima que podrían estar disponibles las primeras dosis, y cuándo llegarían a España?

Es posible que a mediados del próximo año. Todo dependerá de los controles de seguridad a los que se están sometiendo. Hay al menos cuarenta prototipos de vacunas contra la Covid-19 en ensayos clínicos, y diez están en fase III, es decir, probándose ya en centenares de voluntarios.

Los ciudadanos no estamos acostumbrados a seguir al día el proceso de desarrollo de una vacuna, en qué fase está, cuándo se paraliza, etc. ¿Esto es bueno?

En una situación de pandemia como la que estamos viviendo, la transparencia del proceso de desarrollo de la vacuna es clave, y siempre debe ir acompañada de un mensaje positivo. Lo más importante es la seguridad. Y los ciudadanos deben tener claro que las vacunas que lleguen al mercado serán, ante todo, seguras.

Vacunar primero a los grupos de riesgo, ¿sí o no?

Sí. Debemos entender primero la eficacia y seguridad de las futuras vacunas, y determinar su capacidad de reducir la infectividad (minimizando carga viral) en los grupos de riesgo.

Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), cuatro de cada diez españoles no estarían dispuestos a vacunarse cuando salgan al mercado las primeras vacunas contra la Covid-19. ¿Qué diría a esos ciudadanos para que cambien de opinión?

Entiendo que la transparencia actual de la ciencia y los estudios en relación con la infección por Covid-19 y el desarrollo de la vacuna generen cierta preocupación por los posibles riesgos de esa inyección. Pero la paralización de los ensayos clínicos ante la menor incidencia demuestra que los controles de seguridad de esos procesos funcionan, y que cuando esas vacunas lleguen al mercado, serán seguras para la salud de todos.