La segunda ola de la pandemia de coronavirus sigue barriendo el continente europeo con virulencia aunque parece haber alcanzado ya el ansiado pico máximo de la curva de contagios. La incidencia permanece estabilizada desde hace una semana ligeramente por encima de los 600 casos por 100.000 habitantes a 14 días, un nivel altísimo del que va a ser difícil bajar con rapidez.

El fuerte descenso de los contagios en los países que han implantado confinamientos más estrictos es una de las razones que explica un frenazo que no hace olvidar que la factura en vidas humanas está siendo muy elevada. El número de fallecidos desde el 1 de julio sube ya a 98.308 y es probable que acabe superando los 175.509 de la primavera.

Pese a todo, hay un dato que induce especialmente al optimismo. El índice de reproducción, la famosa R(O) que revela a cuántas personas contagia cada infectado, está por debajo o en el entorno del uno en casi todos los países, indicativo claro de que la incidencia empezará a caer de modo inminente, una vez superada la actual fase de estabilización.

Es una prueba fehaciente de que las restricciones impuestas están dando ya sus frutos, especialmente en los citados países con severos confinamientos, como Francia, Holanda, Irlanda, Bélgica y Chequia. En estas dos últimas se alcanzaron cifras estratosféricas de casos, hasta el punto que el 2% de la población podía infectar al resto. En Bélgica han caído a la mitad.

Francia era, de los cinco grandes, el país en peor situación, con incidencias superiores a los mil casos. El pasado mes de agosto, Emmanuel Macron declaró que no volvería a tomar medidas drásticas porque perjudicaban mucho a la economía, pero hace un mes se vio obligado a cerrar los bares y hace dos semanas decretó el confinamiento total, lo que le ha permitido bajar el índice de reproducción a 0,63. Más allá del 0,8 que Cataluña se fijó como objetivo, por ejemplo. España, con medidas más laxas, está anclada en el 0,93. La curva francesa ha empezado a bajar de modo pronunciado, pero sigue sobre los 800 casos.

Una de las incógnitas más inquietantes es si el descenso será suficientemente rápido en todos los estados para afrontar con garantías una posible tercera ola causada por llegada del invierno y la caída acusada de las temperaturas, como ha alertado la cancillera alemana Ángela Merkel.

Hay un grupo pequeño de países, entre los que figuran Italia y Austria, que no logran contener el virus aunque se hallan con altas incidencias, de 779 y 1.024 casos respectivamente. Ambos han tomado medidas drásticas, como el confinamiento domiciliario en las siete regiones italianas más afectadas y para todo el país en el caso austriaco, pero aún no ha empezado a notarse su efecto. El país transalpino ha pasado de ser un modelo de desescalada a sumergirse en pocos días en escenas que recuerdan cada vez más a lo ocurrido en la primera ola.

"Italia y Francia son ejemplos de que no basta con hacer buenas desescaladas o un buen rastreo de contagios y contactos. Cuando la situación se descontrola, hay que tomar medidas drásticas lo antes posible. Si se retrasan, la mejoría tarda en llegar y la suma de muertes y hospitalizados es más alta". Esta es la principal lección que deja el análisis de la situación actual de Europa, según Daniel López Codina, investigador del grupo de Biocoms de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), que diariamente elabora informes sobre la situación en Europa y cuyos datos se han utilizado en esta información.

Modelo exitoso

El contraejemplo de Italia y Francia es Irlanda. Tras alcanzar los 250 casos por 100.000 habitantes y ante la ineficacia de medidas más laxas, confinó a todos los habitantes en sus casas el pasado 21 de octubre. Tres semanas después lo ha bajado a menos de la mitad, 120, una cifra que superan todas las autonomías españolas salvo Canarias.

Alemania ha intentado aplicar los mismos principios pero algo más laxos y con menos éxito. A primeros de mes, con una incidencia de 204 casos, cerró bares, gimnasios y espectáculos, pero dos semanas después la cifra se ha encaramado hasta los 300 casos y Merkel propugna ya un confinamiento casi total que los länder han frenado a la espera de cómo se evolucione hasta el próximo lunes. El Reino Unido sí que lleva semanas con un confinamiento severo que aún no le ha permitido alcanzar el pico pero sí ralentizar el crecimiento de la epidemia. Su incidencia roza los 500 casos.

En el panorama europeo, España es el país más singular. Fue el primero en sumergirse en la segunda ola. Encabezó las cifras de contagios y muertes durante los meses julio, agosto y septiembre. Sin embargo, a partir de la primera semana de octubre, como puede verse en el gráfico, empezaron a superarlo países como Bélgica, Chequia y Francia hasta situarlo en el 17º puesto que ocupa hoy.

La larga duración de la segunda ola junto a una alta incidencia, contribuyen a un balance muy negativo en número de fallecidos: cerca de 13.000, el 13% de los registrados en el territorio considerado (Unión Europea más Suiza, Noruega y el Reino Unido), mientras que solo representa el 8,8 de la población.