Winner es una campeona, más allá de que ese sea el significado casi literal de su nombre. El pasado mes de febrero, con solo tres años, esta valiente “terremoto” de profundos ojos negros se subió a un pájaro de hierro y, acompañada por varios voluntarios de la ONG Aviación sin Fronteras (ASF), surcó por primera vez el cielo para recorrer los casi 4.000 kilómetros que separan su hogar, en el país africano de Togo, de la ciudad de A Coruña. En la terminal de llegadas del aeropuerto de Alvedro la esperaban ilusionados Delio Sánchez y Petronila Daza, dispuestos a abrirle las puertas de su casa de Lestedo (en el concello coruñés de Boqueixón), junto a parte del equipo gallego de la ONG Tierra de Hombres, artífices de la aventura de esta pequeña.

Arrancaba así un viaje de ida y vuelta hacia la vida, el que Winner y otros seis niños procedentes de países en vías de desarrollo realizaron durante este insólito 2020, haciendo escala en esta esquina del mundo, para que un equipo de especialistas de la Unidad de Cirugía Cardíaca Infantil y Congénita del Hospital Materno Infantil Teresa Herrera, capitaneados por el doctor Víctor Bautista, reparasen sus diminutos corazones enfermos. Una oportunidad, la de crecer sano y feliz, a la que cualquier pequeño debería tener derecho, con independencia de su lugar de nacimiento.

Con esa máxima, la de facilitar el acceso a la mejor sanidad de menores con problemas de salud graves —y en la mayoría de los casos, potencialmente mortales— que en sus países de origen no pueden ser tratados, trabaja, desde hace décadas, la Fundación Tierra de Hombres, a través del programa Viaje hacia la vida. Desde su llegada a Galicia, en 2003, esta entidad ha hecho posible que más de un centenar de menores procedentes de África fuesen curados en el Materno coruñés, pero también en hospitales de Santiago y Vigo, gracias a convenios con la Consellería de Sanidade, gestionados por el Sergas. Una labor a la que hace un par de años se unió otra entidad en nuestra comunidad, Infancia Solidaria, cuyo proyecto Sana, sana ha traído ya a ocho pequeños a operarse en el centro de As Xubias, tres de ellos durante este año. La última cirugía tuvo lugar hace justo un mes, y el pequeño intervenido, Liam —de seis meses y procedente de El Salvador—, continuaba ayer hospitalizado, aunque “se encuentra muy bien”, en palabras del propio doctor Bautista. “Sufría una cardiopatía congénita de las más severas y el postoperatorio ha sido complejo, pero ya está perfectamente”, apuntó el médico.

Liam y Winner son afortunados. De hecho, el corazón de esta última pequeña hace ya más de tres meses que late sano y feliz junto a sus padres y el resto de su familia, en Togo. Si todo va bien, Liam y su mamá [una de las particularidades del programa Sana, sana de Infancia Solidaria es que los pequeños viajen siempre acompañados por sus madres] podrán reencontrarse también con los suyos, en El Salvador, a principios del próximo año. Las restricciones derivadas de la pandemia de COVID dejaron en tierra, sin embargo, a varios pequeños, y pospusieron el regreso a sus hogares de otros tantos. “A mediados de marzo, cuando se declaró el primer estado de alarma, estábamos a punto de recibir a dos niñas que iban a ser intervenidas en A Coruña y Vigo, pero ya no pudieron venir. Además, teníamos aquí a tres pequeños, que iban a regresar a sus países justo ese mes y que tampoco pudieron hacerlo”, explica el delegado de Tierra de Hombres en Galicia, Raúl Besada.

A Winner le tocó esperar el ansiado reencuentro con su familia. En su caso, la pandemia alargó hasta el medio año una estancia planificada inicialmente para apenas dos meses. Delio Sánchez, su papá de acogida, explica cómo vivieron la situación: “Tuvimos que explicarle que el avión estaba averiado, y que había que esperar a que lo arreglasen para volver a casa. La niña había traído consigo un álbum con fotografías de sus familiares, y todas las noches se lo enseñábamos para tranquilizarla y que sintiese que nosotros también queríamos que regresase con sus papás. Nos preocupaba mucho cómo estarían viviendo ellos la situación allá, tantos meses apartados de su hija... No obstante, hay que decir que Tierra de Hombres mantiene informadas en todo momento a las familias, y que nosotros les hacíamos llegar todas las semanas fotos de Winner para que se las enviasen y viesen que la niña estaba bien”, explica Delio, quien asegura que participar en un proyecto como Viaje hacia la vida es una experiencia “muy gratificante”, por eso animan a otras familias a seguir su ejemplo.

“Antes de acoger a Winner, Petri y yo ya habíamos tenido en nuestra casa a otra niña, en este caso una bebé de apenas unos meses, Ilhan procedente también de Togo. La experiencia en ambos casos fue diferente, porque con Winner interactuábamos mucho más. Aunque los primeros días lloraba porque echaba de menos a sus papás, finalmente se adaptó tan bien que se fue hablando gallego”, comenta Delio. Aún así, la despedida no resultó tan dura como esperaban. “Fuimos muy felices al saber que por fin volvía con su familia, a su verdadero hogar. Cuando se decide participar en este programa hay que tener muy claro que los niños vienen a operarse, que regresarán a sus países y que el contacto se acabará ahí”, subraya.

“Esa es la esencia de Viaje hacia la vida, y es importante que las familias de acogida lo tengan muy claro antes de dar el paso de abrir su casa a uno de estos pequeños”, añade Raúl Besada, quien reconoce que Tierra de Hombres tiene una “nómina de familias” a las que suele recurrir para las acogidas, aunque “siempre es importante poder contar con más”. Precisamente, para dar a conocer su labor y busca nuevos apoyos para su programa (tanto de familias y voluntarios, como económicos), la entidad celebrará hoy su tradicional brindis anual de manera virtual, adaptándose a las exigencias de la pandemia. “Es una manera de agradecer su colaboración a nuestros voluntarios, familias de acogida, socios, patrocinadores e instituciones, y de demostrar que, pese a lo que está pasando, la solidaridad puede ser más fuerte que el virus”, concluye.