Cristina Piñeiro es un buen ejemplo de cómo un gesto tan sencillo como la donación de médula ósea puede salvar vidas. Esta joven naronesa sabe muy bien lo que es estar esperando una llamada de teléfono que te anuncie que, en cualquier lugar del mundo, ha aparecido un donante compatible. Una llamada que te devuelva la esperanza. Que te insufle salud. Que te agarre a la vida.

El día a día de Cristina dio un vuelco de 180 grados en 2008, cuando con solo 24 años, le detectaron un linfoma de Hodgkin. Recibió quimioterapia ambulatoria, le trasplantaron sus propias células madre pero no funcionó, volvió a ser tratada con quimio y, pasados unos meses, cuando su salud pendía ya de un hilo, un completo desconocido le haría el “mejor regalo” que jamás ha recibido, el que le devolvería todo lo que la enfermedad le había arrebatado. “Los donantes son anónimos, así que lo único que sé del mío es que es un chico y alemán. Eso, y que le debo la vida”, subraya.

Ya recuperada, a mediados de 2013, Cristina decidió dar un paso adelante y poner en marcha la Asociación Galega de Trasplantados de Médula Ósea (Asotrame), entidad que desde entonces trabaja de forma incansable para lanzar un mensaje de esperanza a pacientes con enfermedades oncohematológicas y sus familiares, informar y concienciar a la sociedad en general sobre la importancia de las donaciones de médula ósea y cordón umbilical y colaborar aportando fondos a proyectos de investigación.

“Este año ha sido un poco extraño. La pandemia de COVID nos impide realizar visitas a los enfermos hospitalizados, con lo cual no les podemos trasladar personalmente nuestros mensajes de ánimo y esperanza a través de programas como Apoyo entre iguales o Arte y emociones, que estamos realizando de manera online. Por eso, hemos decidido poner en marcha una nueva iniciativa, Cartas de aliento, consistente en hacerles llegar misivas con mensajes de ánimo que les ayuden a sobrellevar lo mejor posible su situación. Todo aquel que lo desee puede participar, y sus cartas —en formato tradicional o virtual— se enviarán a las plantas de oncohematología de los hospitales universitarios de A Coruña y Santiago”, explica la presidenta de Asotrame, quien destaca que si los periodos de hospitalización en esas áreas son duros ya de por sí, en el actual contexto de pandemia, “todavía más”. “Los pacientes con enfermedades oncohematológicas suelen estar inmunodeprimidos, de ahí que esas plantas de los hospitales sean zonas muy restringidas. Y este año, con el COVID, si cabe más. De hecho, nos constan casos de pacientes que han pasado los tratamientos de quimioterapia solos, sin ningún acompañante”, subraya.